martes, 27 de marzo de 2012

E S T U D I O S V: Licenciatura en Modernas (cont.)

Los tres años de Especialidad discurrieron menos irregulares y anómalos que los Comunes. La universidad de Salamanca, a la par que la Complutense, inauguraba la especialidad de Modernas, obra del rector Tovar y del catedrático madrileño Emilio Lorenzo, a quien tanto agradecimiento y afecto debo. Figura clave en nuestro traslado a Madrid y a quien rendiré espacio merecido en el capítulo de “Oposiciones”. 

Las innovaciones, al principio siempre se pagan caras. Las”Modernas” salmantinas (Filologías en lenguas modernas : alemán, francés e inglés) iniciaban su singladura con escasez de aulas y profesorado, y sin apenas alumnado. Dos fueron nuestros únicos profesores de especialidad: un misterioso lector que llevaba años en Salamanca - sin conocimientos ni entusiasmo pedagógicos- y de quien las malas lenguas rumoreaban que pudo tener vinculaciones con Herr Hitler, y un catedrático alemán - muchacha para todo- quien no comprendía como pudo meterse en tal embolado. Tenía que responsabilizarse de todas las asignaturas siendo su especialidad la Nordística (lenguas escandinavas, islandés, germánico y gótico incluidos). Era el arquetipo de un “Juncker” prusiano decimonónico. Su nombre lo delataba: Wolff Wolff Rottkay. Sin embargo de prusiano solo tenía sus andares marciales. Era una persona supereducadísima, atento y afable. Luchador intrépido contra la adversidad.

Iniciamos la especialidad de alemán ¡tres incautos parvulitos!: Feliciano Pérez Varas- compañero de fatigas muy conocido, telefónicamente, de mi familia, una infeliz madrileña que se perdió por Salamanca, y un humilde servidor de ustedes.

A principios de quinto, el ultimo curso, el rector Tovar, eminente político, indoeuropeista relevante y germanófilo, me ofreció un trabajo en Alemania para “perfeccionar” mi alemán: ¡corrector de español del Manual de la AEG en Frankfurt! Acepté gustosísimo, sin poderme imaginar que esta ciudad alemana iba a convertirse en hito y monumento histórico en mi vida. El entusiasmo obcecó mi mente, y no se me ocurrió pensar que, una vez más, otro curso iba a ser otro borrón oscuro en mi irregular carrera, falta siempre de orientación pedagógica y planificación académica.

Mis progresos en alemán debieron ser, no obstante, satisfactorios, pues fueron suficientes para finalizar, con más pena que gloria, la Licenciatura en Filología Moderna-¡Alemán e Inglés! Después de medio siglo,todavía hoy me ruborizo al transcribir esta información. ¡Examen de Licenciatura!

¡Hasta el rabo todo es toro y faltaba el rabo por desollar!: Para poder acceder al Doctorado se exigía antaño un examen global de Licenciatura. Un examen oral de la mayoría de las asignaturas de la carrera. ¡Qué disparatado desaguisado! En un septiembre inmemorial, sin tregua ni pausa y exigua preparación, víctima propiciatoria, sobrellevé el trago más amargo de mi vida. Una vez más la literatura- esta vez la portuguesa- me sirvió de tabla de salvación: Eça de Queiros, el novelista más representativo, creador de la novela moderna portuguesa, me sirvió de manita redentora. ¡Un sobresaliente me redimió del vergonzoso suspenso en historia del arte! Aunque a duras penas, y dejando los pelos en la gatera, la dadivosa Anaya me dejaba una puerta abierta para futuras revanchas profesionales. Al fin de cuentas la Licenciatura en Modernas fue la consumación de un sueño con abundantes pesadillas y quizás con más sombras que luces. Pero el saberse dueño de un título universitario en una rama innovadora, en aquellos tiempos de sequía cultural y académica, era como poner una pica en Flandes: la anchurosa ventana hacia la docencia, horizontes de claros amaneceres y amplitud de perspectivas prometedoras, acrecentaba renacidas ilusiones.

El delegado
Puestos, generosamente, a colorear tenuemente el paisaje estudiantil de aquellos cinco años nostálgicos y trascendentales, nuevas luces aparecieron al borde de mi camino. Aprendí a superar complejos y vencer timideces. Ascendí hasta delegado de curso y ¡Delegado de Facultad! (v. foto adjunta) viendo premiada mi función con un placentero viaje a Madrid con otros dos compañeros de Ciencias y Derecho en un aniversario del angustioso? día del dolor. Segundo viaje al Madrid que nunca había soñado.

¡Y quién me lo iba a decir!, me encaramé hasta la presidencia y dirección del equipo de futbol de la Facultad, evento insólito en el universo de las letras. Inesperada e impensada final de distrito salmantino en los Juegos Universitarios del SEU contra el campeón equipo de Derecho. Acontecimiento deportivo que tuvo lugar en el Calvario- histórico campo de la UDS- en soleada y plácida tarde de primavera charra. Aunque el resultado nos fue adverso, un honroso1-0, nuestra fue virtualmente la victoria socio-deportiva: un exitazo de público exclusiva de nuestras atractivas fans femeninas de Anaya, culpables de la nutrida nube de mariposos de otras facultades que abarrotaron las gradas del estadio. Y obra nuestra fue también la apoteosis final. Las dos “mises” del curso- dos vascas de pasarela,  portadoras del ramo de flores a vencedores y vencidos fueron la atracción del festejo futbolístico. 

Otras anécdotas y aventurillas mas podría relatar como un viaje del “Equipo” a Ciudad Rodrigo fruto del crack mirobrigense, el entrañable Mariano Anaya, pero dejemos lo lúdico y ciñámonos a lo estrictamente académico y humano. Sería injusto callar días y silenciar recuerdos memorables de mi paso por la Universidad. Al integrarme plenamente en el ámbito urbano y universitario surgieron nuevas y valiosísimas amistades.

El lema de la universidad salmantina “salmantica docet” no resultó baldío del todo en mi caso concreto. Algunos profesores y compañeros me enseñaron y ayudaron a configurar mi existencia, a elegir mi paisaje y mis amistades. Como preludio al capítulo que dedicaré a MIS AMIGOS, anticipo aquí algunos nombres, símbolo de amistad sincera y verdadera y portadores de valores que aprendí a hacer míos: El Onkel Pepe y la Tante Lola en la vanguardia, Mariano Anaya, Feliciano Pérez Varas, Andrés Fuentes, el Padre Jose Maria.Patino, compañeros y amigos de por vida. De los profesores, especial mención merece el siguiente trío: D. César Real de la Riva (director de la tesis doctoral), D. Fernando Lázaro Carreter (no precisa presentación) y D. Martín Ruipérez, mencionado más arriba. También D. Manuel García Blanco, por su personalidad cordial y humana - pasos que intenté seguir llegado el momento- merece figurar en esta orla. Sin la ayuda, ejemplo y aprecio de todos ellos sobraría el proyectado capítulo Estudios de Doctorado. Y de “last but not least” la entrañable Dª Julia, secretaria de la Facultad, siempre dispuesta a aconsejar, facilitar papeleos y resolver problemas burocráticos. Constantemente cariñosa, afectuosa y enorgullecida al recibir, ya abuelita, la visita de antiguos y lejanos alumnos en el extranjero.

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