domingo, 25 de julio de 2021

HAY PRESENTE SIN PASADO

Paisajes vividos y lugares desaparecidos

La historia de todas las ciudades, pueblos y lugares brindan páginas oscuras. Hojas borrosas o emborronadas. Incluso hasta tachadas. Y una de ellas es la de "mi pueblo". Del patrimonio de Carrascal de Velambélez han desaparecido con la restauración de su iglesia y la modernización de sus viviendas, asfaltado de sus calles y callejuelas, han desaparecido repito, o cambiado totalmente de destino o de existencia, lugares, parajes o espacios emblemáticos. Alguno de ellos paraíso habitat de infancia y primera juventud.Verbi gracia:

El empedrao y el juego pelota, el osario y el portalillo, el  potro y la fragua, la puente, los pontones y los charcos, el pozo y su encina - ¡la más grande, centenaria y señorial de todo el término! - el carcabón y las cárcabas, entre los más significativos.

Algunos de ellos perviven relegados y sin uso, como el cebonero, o cambiado de destino, como las eras de la señora Francisca y el señor Evaristo, hoy muestrario de modernos chalets ajardinados y... ¡ hasta con piscinas y pajarería! Otros han  desaparecidos con la llegada de la política agraria de la "concentración parcelaria", al tragarse el generalizado minifundio y llevándose consigo  la multipropiedad del monte: encinar y montanera sin parangón en los términos de la zona.

Y llegó la emigración, llevándose por delante fiestas, festejos y tradiciones seculares: las águedas y las rondas, las minifiestas del Patrocinio de San José, Santa Bárbara y Santa Águeda, los bailes de tamboril, los memorables "salones de baile", como el de la casa del señor Agustín con su gramola. E inolvidables los populares, campechanotes y "famosos" tamborileros: el señor Florián de San Pedro, el señor Quintín de La Vega de Tirados y Pepe el de Almenara. Los tres aficionados de primera a la jarra de tinto de la señora Casera... imprescindible para templar la flauta y que no podía faltar en el baile del juego pelota o en el del toral.

Perdónenme mis paisanos de hoy - y de ayer-  a quienes este capítulo les sonará a cuento de Maricastaña. Pero la nostalgia asciende hasta la veleta del campanario y el tañir de sus campanas...         

yo las amo, yo las oigo
como oigo el rumor del viento,
el murmurar de la fuente
o el balido del cordero.

¡Cómo iba a pensar mi adorada Rosalía que... - "como los pájaros ellas" - con sus ecos y sus repiqueteos iban a calar tan profundo en el corazoncito de aquel chavaluco vecino que desde el corral de su casa las controlaba, mañana y tarde, pasando lista y revista a los pardales (gorriones), tordos (estorninos) y chirlos (vencejos) moradores de la torre y tejados de su iglesia!

... Si por siempre enmudecieran,
¡qué tristeza en el aire y en el cielo!
¡qué silencio en las iglesias!
¡qué tristeza entre los muertos! ...

Pero no era con ellas, las campanas y la torre. Ni con ellos: pájaros, fuentes y corderos, con los que pretendía poner punto final a esta larguísima serie de capítulos dedicados a "mi pueblo". La restauración de la iglesia y aledaños se llevó consigo dos "monumentos" que la "engrandecían" y circundaban:

Empedrao parcialmente conservado
tras la 1ª restauración
     
el "EMPEDRAO" en su fachada principal y el " JUEGO PELOTA" en su trasera septentrional. La iglesia se levantaba en una especie de plataforma empedrada con cantos rodados, conocida como "el empedrao", verdadera obra de arte secular, pues las piedrecitas continuaban firmes y fijas a lo largo de los años. Además de accesibilidad al templo, el enrollado servía en invierno de pista de atletismo, en las carreras con "chancas" - botas con pisos de madera y herraduras como las de las caballos confeccionadas por mi padre - que constituían las delicias de los chavales en sus atronadoras carrerillas infantiles.

El antiguo empedrao en la actualidad

No es  su valor deportivo, sin embargo, lo que quiero resaltar sino su valor urbanístico histórico, pues, cotejando la fecha de 1836 que registra y luce la fachada de la que fue casa del cura D. Salvador Rodríguez, hoy casa de Castor y anteriormente casa de mi niñez y adolescencia, con ley nacional de urbanismo de 1834 muy posiblemente ese "empedrao" de la iglesia -levantado  aproximadamente un metro sobre la calle Larga, y al que desde la casa cural se ascendía por rudimentaria escalinata, pudiera ser obra de esa fecha. Un servidor ni quita ni pone rey. ¡Que lo dictaminen los historiadores! 

EL JUEGO PELOTA era cuestión fácil de dilucidar. Aunque Carrascal no disponía de Frontón, del que presumía San Pedro del Valle, estrella monumental de la comarca, en algunas aldeas pequeñas castellanas, Carrascal y Zarapicos como ejemplo, denominábamos así al muro del Campanario, caso de Zarapicos o a la  mitad del muro septentrional de la iglesia, como ejemplo Carrascal, partido en dos por obra y gracia de no se sabe quien, y utilizado, a partir del buen tiempo, pues en invierno era intransitable barrizal, para la práctica de la "pelota vasca o juego pelota". A pesar de los pesares, y de las deficiencias, de él salió uno de los más sobresalientes "pelotaris"de la comarca, mi entrañable e inseparable Juanito Sánchez, quien con Angel Martín de San Pedro, también amigo, y el inolvidable y cordial Sindo de Juzbado formaban el trío pelotari de moda de aquellos lejanos tiempos.

PD: Con el homenaje a este trío de deportistas a la antigua usanza y con las presentes líneas solicito perdón y venia a la mayoría de mis blogueros lectores, por la pesadez de tan extensa apología - ¡cuatro capítulos! - a mi rediviva cuna.