martes, 21 de marzo de 2017

VENDIMIA 2016, de Primera y Regalada

Marzo ventoso y Abril lluvioso sacan a Mayo florido y hermoso”.

Pero en el mayo del pasado año, se torcieron las tornas y la lluvia llegó en mayo y las flores y la hermosura brillaron por su ausencia. Lo que sí fue cierto es que cayó agua y torció todos los planes de hortelanos, horticultores y viticultores. La meteorología, además, dio al traste con todos los proverbios y refranes sobre el tiempo. Algún ejemplo: “Por Santa Cruz (3 de mayo) la viña reluz” y en el 2016, por esas fechas, los viñedos de media España continuaban en pleno letargo invernal; “Por San Gregorio (9 de mayo) la pipa al hoyo”, y en ese año de gracia las pepitas de melones, sandías, calabazas, pepinos etc.etc. tuvieron que esperar para su siembra hasta finales de mayo, debido a la cantidad de agua que descargaron las nubes y a las bajas temperaturas, condicionantes de las labores del campo. Tampoco ese año y por el  festivo San Gregorio, patrono de Lumbrales, capital de la comarca charra del Abadengo, próxima a Las Arribes, verdegueaban los viñedos durante la típica bendición de las viñas en las fiestas de este pueblo  con vino propio de D.O. Abadengo.

¿Pero a son de qué tanta meteorología y palabreo refranesco y santurrón? Pues, simplemente para justificar que los viñedos empezaron a brotar por San Isidro (15 de mayo) -aunque tampoco el santo patrono de los hombres del campo cumplió su palabra de “San Isidro Labrador (15 de mayo) se lleva la lluvia y trae el sol”. Era vox populi que “este año, si el verano y el otoño no acompañan, la vendimia vendrá con un mes de retraso y las uvas madurarán, tarde, mal o nunca.

Sin embargo el cambio climático sopló a nuestro favor y, como no volvió a caer gota desde mayo… ¡”Por el Pilar (12 de octubre) todos a vendimiar”!

La catalogación “de primera” según anuncia el título del capítulo, hace referencia a la calidad y nada desdeñable cantidad de la uva y el calificativo de “Regalada” - ¡con mayúscula! - significa singular, variopinta y excepcional: la ausencia de la  juventud, dispersa por la geografía hispana y europea y la laguna de los veteranos responsables y peritos en la materia como Quique - capitán de la manada - y de Antje y Blancaluz - copropietarias estudiosas y doctas en la materia - fue suplida con el “regalo” de una nueva cuadrilla de vendimiadores, iniciados algunos, como los provenientes de la charra Carbajosa (Luisa, Juan y su trío, promesas en ciernes). Y primerizos otros, llegados de Euskadi (el polifacético y animoso Javi, p. ej.) y aledaños santanderinos. Todos ellos, retoños o injertos de la misma cepa y de la variedad denominada  Regalado, convirtieron la vendimia de 2016, según anunciaba con antelación, en variopinta y positivamente excepcional.

De “primera” y gran “regalo” fue el acompañamiento del tiempo. “¡El otoño en Castilla es una maravilla!...” Y un acierto la deliciosa y soleada, tranquila y templada mañana de octubre, planificada para el disfrute de unas horas de recreo al aire libre en el idílico paisaje de nuestra “Bandera”. Si bien de ¡trabajo duro!,  pues, después de unas horitas de ir y venir, subir y bajar, cortar y trasportar, el trío infantil  masculino y alguno de los novatos acabaron pidiendo la hora y solicitando el refrigerio y el tradicional aperitivo en  “la terraza”  de la Caseta: estampa campestre anual, familiar e idílica, invento inmortalizado con la foto de grupo obligatoria antes de iniciar el retorno a La Colina fatigados y encorvados, en busca del Premio al trabajo bien hecho y  de la merecida Paga: el suculento Cocido - ¡institución palmeriana! - “frugal!” plato castellano, reconstituyente y recuperador de fuerzas, obligatorio en la vendimia y en el comedor campestre de La Colina, al aire libre y al abrigo del majestuoso piñonero. Aunque algún año la “chefin” de las cocineras de la familia, Emma por más señas, nos  sorprendiera con delikatessen de la calle la Fuente. También este año registró comensales de excepción - vendimiadores honoríficos llegados exprofeso  respectivamente de Algorta (provenientes algunos de las Américas) y de la Montaña otros: Zulay-Pepe, Maika-Txema. Incluso del Guadarrama madrileño pusieron su granito de arena el profe y dire coral Juande, proveniente de El Escorial, y Paloma Navarro, compa de Lucila enamorada de Palacios desde la infancia.
Después del trabajo bien realizado y la comida bien digerida, se imponía la siestecilla de rigor, en esta ocasión más solicitada y merecida  que nunca. Pero en castellano viejo el término palaciego Vendimia es polisémico y significa también “prensado de la uva”  y “elaboración del vino”. Y como la prensa no ha entrado todavía en la “Bodega Manolo” de La Colina, el sucedáneo de prensado es “pisado” y “bailado”en La bodega ? de la calle La Fuente de Palacios, en la casa vacacional de Emma-Juan.

Como este “proceso lúdico, solemne”, interprovincial e intergeneracional ha sido ya relatado e ilustrado ampliamente en los capítulos dedicados a las  “Dos Viñas Bandera” y a la “Vendimia,  para enmarcar y recordar” cerramos este capítulo con el anuncio - para el próximo - del popular y novedoso “Himno de los Vendimiadores”, creación adaptación musical de l@s señor@s de La Bandera.

PS . La Vendimia, y la Viña de la Bandera, continuarán rejuvenecidas con nuevas plantaciones y variedades, y con nuevos fichajes, cual estandarte de bonitos recuerdos familiares: paseos, excursiones, meriendas, podas y trabajos viti - vinícolas de toda índole.