martes, 27 de octubre de 2020

Amigos de la Adolescencia y Primera Juventud : Amigos para siempre

En busca del tiempo perdido

Hay Amigos que dejaste, y de los que te alejaste, pero que nunca te olvidaron… ¡ni olvidaste! Precisamente éstos, Amigos de largo recorrido, mejor, de larga duración, arrinconados en el corazoncito de mi memoria, volvieron a encontrarse en la jubilación tras larguísimo interregno de más de medio siglo (1945-1996). Dispersos y dedicado cada uno a su correspondiente profesión. Estos eran amigos de los de “Antes de la guerra”, con la religión como denominador común. Este Blog sería papel mojado, memorias muertas, si no estuvieran impregnadas del afecto y cariño de quienes nunca me olvidaron. Mi vida ha estado siempre ligada a la vida de otros. 

Capitaneando esta serie figuran en el presente capítulo los Amigos de la adolescencia y primera juventud del Seminario. Aunque mi memoria no pasa de discreta, podría repetir con pelos y señales, es decir con nombres y dos apellidos, la lista completa que por orden alfabético reposa en mi archivo particular:
  


Manuel Almeida Cuesta 
Tomás Amores Dorado 
Manuel Cuesta Palomero 
Teodoro Curto Polo, etc., etc. 

Así hasta la veintena larga que quedó mermada en 2º de Filosofía con la deserción, antes del paso a la Teología, de un trío de amiguetes: Juan Martín Jacoba, Neftalí (Tali) Mulas Fernández y este bloguero.


A pesar del rumbo tan dispar que tomaron nuestras vidas, tras varias décadas de distanciamiento y olvido, una docena superviviente del grupo - cinco seglares y sietes eclesiásticos - volvieron a reencontrarse en el horizonte de la jubilación, gracias al entusiasmo, al don de gentes, vitalidad y personalidad de Manolo Cuesta Palomero, el más joven de la manada. Con su poderío organizativo supo localizar y reunir a los viejos amigos de antaño, dispersos por la geografía hispana, en los denominados "Encuentros Veraniegos": reunión anual vacacional, consistente en celebración litúrgica solemne en la iglesia del pueblo del amigo organizador y “banquete” fraternal en un restaurante de la comarca. Inolvidables sobremesas en las que la cordialidad, el buen humor y la jovialidad eran las dominantes. Reseñables y memorables fueron los siguientes encuentros:

  1. El de la comarca de Vitigudino. Organizador Andrés Fuentes, el intelectual del grupo, catedrático de la Ponti y párroco de San Martín. Progresista e innovador y popular por sus conflictos con las autoridades franquistas. En esta excursión se sumó al grupo Andrés Domínguez, de Añover de Tormes, quien, aunque ajeno al curso, fue admitido por su proximidad a los ledesminos y su contagiosa bondad y campechanía.
  2. El de Frades de la Sierra, pueblo natal del popular poeta charro-extremeño Gabriel y Galán y de nuestro amigo, poeta también, quijotesco por su figura y... “·santo”, Dámaso García. El apodo entrecomillado tenía su aquel. El bonachón de Dámaso, desahuciado en el sanatorio antituberculoso salmantino de Los Montalvos por tuberculosis doble, salvó, según propia confesión, gracias a un favor de la Virgen, como testimoniaron su fe, su vozarrón, y su ejemplar comportamiento. Afable y de fascinante espiritualidad, la primera felicitación navideña era todos los años la suya. Siempre acompañada de algún versito y alguna estampa de la Virgen.
  3. Estrenando siglo, el año dos mil le tocó en suerte al de la comarca de Peñaranda, según testimonia la presente foto de la eucaristía en la iglesia catedralicia peñarandina. 

    También aquí aparecieron - según testimonia la foto- dos compañeros desertores en tercero y cuarto curso: Jesús García Bernal y Teodoro Curto Polo, ambos virtuosos de la música. Jesús, (el 1º, de blanco, en la izda de la fila) tan humilde y cordial, sucedió a su padre, famoso compositor y director salmantino, en la dirección del Coro de la Universidad de Salamanca. (No perdonarían mi negligencia, la sobrina María José Herrero y el carísimo primo Benjamín Pedraz si no hiciese pública su participación en dicho coro). Con todo afecto fue también acogido Teodoro, detrás de Jesús, el mejor mozo del grupo sobresaliendo con Dámaso en el otro extremo. 
  4. Inolvidable también el "encuentro" organizado por el entrañable y humilde Daniel Martín de Gajates por la comarca de Alba de Tormes, visitando algunas de las mozárabes iglesias de la zona: Turra, Alaraz, Macotera, etc. En Alaraz recordamos al amigo y compañero Salvador Sánchez, hijo del pueblo, uno de los primeros fallecidos del curso y que más alto había ascendido, organista de la catedral de Ciudad Rodrigo. Daniel sería además el primero del grupo que nos abandonaría para siempre y cuya amistad trascendió más allá de lo estrictamente veraniego. En cierta ocasión nos invitó a Palmira y a mí a su casa familiar en Gajate y aprovechábamos la mínima oportunidad para vernos en Salamanca El festejo gastronómico tuvo lugar ese año en unas monjas de Alba. El mundo es un pañuelo: en una capillita madrileña de esta congregación en Moncloa celebrabamos con Patino la primera comunión de Lucila organizada, por unas monjas procedentes de la casa de Alba. 
  5. Motivación y peculiaridad registró nuestra excursión por Tierras de la Armuña. El pueblo elegido para nuestra celebración anual fue Villaverde de Guareña, patria chica de Eduardo Fernández Villaverde, como recuerdo y muestras de afecto al amigo, uno de mis compañeros más fieles y cercanos, fallecido de accidente, bañándose en el Mediterráneo. Su familia nos acompañó en la celebración litúrgica. Y su recuerdo empañó el Encuentro del año, pues, no recuerdo exactamente el lugar de la comida de ritual. Vagamente me viene a la memoria por lo irracional de la toponimia el pueblecito de Sieteiglesias, con su minúscula e insignificante iglesia. 
  6. Inolvidable fue el Encuentro organizado por el fidelísimo Manolo Almeida en su pueblo albense de Martinamor. El pueblo festivo asistió en masa a la solemne celebración numerosa jamás vista y oida con el coro “polifónico” del grupo, todos ellos cantores “de talla”. La comida tuvo lugar en el popular restaurante de Cuatro Calzadas en la carretera de Béjar. Local que se convertiría en lugar de encuentros familiares y de amigos. No puedo pasar por alto la multitudinaria y festiva celebración de las Bodas de Oro de los abuelitos María y Clemente. También Cuatro Calzadas fue inolvidable centro comunal de cenas vacacionales veraniegas de matrimonios vizcaínos y charros: hermanos, primos, amigos etc. No me resisto a enumerarlos por parejas y que el lector bloguero los ubique debidamente: Tina-Nacho, Dori-Pepe, Palmira -Manolo, Consuelín-Benjamín, la Tante-el Onkel y Boyero, hijo de la Vecina Veleña (perdón por tan discordante inciso. Y sigamos a lo nuestro). 
  7. Memorable - y último festejo amigable reseñable - fue el organizado por José Sánchez Vaquero en su pueblo, Horcajo Medianero y en el famoso santuario de todo. También en Horcajo celebramos el ágape organizado muy dignamente por José y su hermano mayor Acisclo. Ambos hermanos, cara y cruz de una moneda, se deshicieron en atenciones. Gordito, panchote y tranquilote Acisclo, y activo, influyente, innovador y profesor de la Ponti José. Formado en Roma fue un luchador por el ecumenismo, la unión de las iglesias. Todos los años organizaba congresos y celebraciones ortodoxas-romanas. La Virgen de Valdejimena el día de su romería, una de las más populares de la provincia salmantina. Solemne misa y procesión multitudinaria por el recinto de la ermita, con gradas y bancos.
  8. El año que estaba proyectado el Encuentro en Carrascal de Velambélez, organizado por este bloguero, en la recién restaurada iglesia monumental de “su” pueblo, con comida en un afamado restaurante de la Vega de Tirados, moría de infarto, inesperadamente, Manolo Cuesta, celebrando misa para excursionistas, en Canaa de Galilea, en el escenario de las famosas bodas que faltando el vino, tuvo lugar el famoso milagro de la conversión del agua en vino. Consecuentemente, con la desaparición de la cabeza, alma y corazón del grupo, y la muerte de Daniel, “la pandilla” fue mermando y debilitándose, estrechándose la amistad y frecuentándose los encuentros en Salamanca, ya reducido al trío de matrimonios Teodoro-Charo, Juanito M. Jacoba y esposa y Manuel José (como me llamaban mis compañeros)-Palmira. Con frecuencia acompañados, y nunca olvidados, del fidelísimo Almeida, quien incluso se acercó a “mi” Carrascal a bautizar a nuestro Martín. Vivencia solemne y festiva, amenizada por el polifónico coro familiar. Manolo Almeida fue el penúltimo fallecido del grupo. Por diversos conductos, y sin habernos enterado de su muerte, nos llegaron noticias de su funeral en la iglesia de la Purísima: multitudinaria despedida jamás vista. Los asistentes llenaban incluso las aceras del exterior de la monumental iglesia con las puertas abiertas. 
Al recuerdo, y al recordatorio para siempre, se sumaron también Juanito y Teodoro, ambos tras larga enfermedad. Hace cuatro y dos años respectivamente. El pequeño y vivaracho Juanito, gran tipo en todos los terrenos y registros. Muy religioso a pesar de la “deserción”. Profesional integuérrimo. Director, hasta su jubilación, del colegio público Francisco de Vitoria, al que dió prestigio y reconocimiento. Teodoro, el “mejor mozo” del curso, solamente estuvo tres o cuatro años en el seminario, los suficientes para que sobresaliera como niño de coro y sus excelentes dotes musicales. Suya y de Charo fue la última felicitación navideña del grupo. 

El último en dejarnos a Palmira y a mí, los dos más afortunados, fue Ovidio, ya confinado, y tras varios años de lucha contra el Alzheimer, se rumoreó que incluso hasta pudo ser de Coronavirus. Aunque frío y distante, siempre leal, nos unió siempre especial y recíproca estima como paisanos ledesminos ambos: él, natural de El Groo, uno más de los numerosos y minúsculos poblados charros vaciados, y yo del Carrascal vaciado en invierno y redivivo en verano.

Mas, este capítulo de Amistades singulares resucitadas estaría incompleto sin un breve recordatorio a uno de los amigos carismáticos del curso, el esperpéntico, pero entrañable, Talí. En una de las habituales y amenas sobremesas de nuestros Encuentros salió a colación la historia del pinturero y desaparecido Talí, Neftalí Mulas Fernández, uno más del grupito de desertores del curso. Paisano de Teodoro, ambos de Gomecello, eran como el día y la noche. Talí, con residencia y rumbo desconocidos, era cual Guadiana que aparece y desaparece. Solitario, vagabundo, divertido, inteligente... ¡poeta! Siempre con un taco de poesías en el bolsillo teniendo que tragarnos siempre alguna de ella quisieras o no, por las buenas o las malas: versos modernistas, revolucionarios, prosaicos... Dos veces apareció en mi camino tras años de silencio absoluto. Apariciones dignas de historiar y agradecer: 
  1. Residiendo este bloguero en Frankfurt desde hacía varios años, pero sin perderse vacaciones estivales en Palacios, moría repentinamente mi padre en Salamanca. Enterado Talí por la prensa de su fallecimiento, apareció en el velatorio en casa de mi hermana para darme el pésame... Abrazo amistoso... ¡memorable e impagable!
  2. Después de muchísimos años, asentado yo definitivamente en Madrid, apareció un día cualquiera, sorpresivamente, en la puerta de mi despacho de la Complutense extraño personaje casi irreconocible. Envejecido, envuelto en pelliza anticuada de antes de la guerra, solicitando ayuda para su doctorado. Era el inconfundible Talí, catedrático en un Instituto de 2ª  enseñanza madrileño. No faltaban las consabidas poesías en su bolsillo. Pero él no volvió a aparecer en nuestro entorno. Y no muchos años después llegaba la vaga noticia de su muerte. Noticia similar llegaba de los dos últimos sobrevivientes Juanito y Teodoro.
Y hete aquí que, sin pensarlo ni buscarlo, la afortunada pareja de Palmira-Manolo capitaneaban en solitario una edad en la que no se exige nada y en la que sobran tantas cosas. Bástenos Familia y Amistad - ambas con mayúscula - para ser felices. Felicidad a la que han contribuido los reencuentros con Amigos de los años de formación y juventud que, aunque desaparecidos durante años, reaparecidos al final, fueron los forjadores de una amistad que pervive agradecida en el recuerdo. 

viernes, 9 de octubre de 2020

A LOS AMIGOS QUE ALFOMBRARON MIS CAMINOS Y MARCARON EL RUMBO DE MI VIDA Y SENECTUD

“Hay algo que deseo desde niño, como otros desean otras cosas. Quien desea tener caballos, quien perros, quien oro, quien honores. A mí sin embargo estos tesoros me dejan frío, no así el tener amigos, cosa que me apasiona; y tener un buen amigo me gustaría más que la mejor codorniz o el mejor gallo, e incluso por Zeus, más que el mejor caballo, que el mejor perro. Y creo por el perro que preferiría, con mucho, tener un compañero a todo el oro de Darío”. (Discurso Apología de Sócrates).
 
Pido disculpas, querido lector bloguero, por este encabezamiento - cita tan extensa como sencilla y auténtica - dictada hace más de dos milenios por Platón, maestro y autor preferido del premio Nobel alemán Heinrich Böll, quien, a su vez, me transmitió la devoción por la lectura del filósofo helénico y la pasión por la conquista y disfrute de la amistad. Pasión que ni los años y la profesión, la distancia y el destino han logrado amortiguar y disminuir. Y si es cierto que las amistades más profundas se fraguan en la infancia y adolescencia, doy fe de que también en la jubilación y en la senectud se puede disfrutar de la conquista de nuevos y buenos amigos, fruto de la música coral, las tertulias, la fidelidad y el afecto. Y aunque su conquista fue espontánea y natural, imposible me resulta su catalogación y encasillamiento. 

Siempre he presumido de rico en amigos: ¡desde la infancia a la senectud! Sin distinción de sexo, talla o edad. Profesión o nacionalidad. (Sin preferencia alguna por “los de arriba”) … ¡Incluidos los pollitos y las gallinas, la burrita negra y la cabrita “mermellá” de mi infancia y adolescencia, el caballito andaluz de juventud… mis perritas y pajaritos de siempre. 

Amigos de todas las edades: jóvenes y menos jóvenes, viejos amigos y amigos nuevos (algunos protagonistas o coprotagonistas en este blog), todos ellos con ideales, gustos y aficiones afines. Y aunque algunos, durante muchos años, aparentemente desaparecidos, continúan en mi memoria como eran y cómo fueron: fruto de la fidelidad y el afecto, ligados por afinidades, sentimientos e ideales. 

Los Amigos son fiel reflejo de la vida, del carácter de la persona y su obra. Bastantes de ellos han dejado su marca y aparecen sus huellas en estas Semblanzas. En ellas puede el lector localizarlos en alguno de los varios y variados capítulos a ellos dedicados. 

NOTA : Con el ánimo y el Blog confinados por la pandemia universal, tras larguísimas vacaciones estivales, anodinas y apáticas, retomamos del archivo sentimental de la memoria la narración de los próximos capítulos dedicados a los Amigos - ¡y Amigas! - de todas las épocas y edades. Ellos - ¡y Ellas! - continúan siendo - ¡con mi Familia! - los animadores de este Blog en el silencioso remanso de estas románticas Semblanzas.