domingo, 22 de noviembre de 2015

PODER Y VALOR DE LA MÚSICA

Nuestra amiga inseparable

A modo de preámbulo y honrando a nuestra patrona Santa Cecilia en su día, 22 Noviembre*

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Tan profundamente calaron en mi alma de niño de aldea castellana las populares canciones de eras y arada, de ronda y taberna, de vísperas de reyes, de iglesia y escuela rurales (canciones religiosa y patriotera), que sin ellas sería inexplicable mi pasión por la música. La música, arte sin fronteras, se convirtió en inseparable compañera de viaje, por tierras hispanas y germanas, de este trotamundos romántico que ha sabido armonizar hasta el final música y profesión, enlazando coros, corales, rondallas y amistad.

Desde los primeros balbuceos y pataletas de la infancia, acunados nuestros sueños con “Nanas” y embelecos, hasta la despedida final o descanso eterno con “Réquiems” y “Misereres” la música ha sido, y continuará siendo, compañera fiel y amiga seductora que, en sus numerosas manifestaciones va marcando el ritmo de nuestros afectos y sentimientos. Su poder es inconmensurable: nos invita a compartir alegrías y tristezas. Es el mejor antídoto contra la depresión y el aburrimiento. Sirve de escape y evasión de la anodina y monótona realidad cotidiana, alivio y remedio para aligerar el peso de la pesada vida, incluso hasta el pesar del paso de los años. Ya la ensalzaba Martin Lutero, autor él mismo, de algunas letras para las canciones de sus fieles: “La música constituye el mejor alivio para el hombre preocupado. Gracias a ella el corazón vuelve a estar contento, se reconforta y se remueve”.

Y pasando de lo litúrgico a lo lingüístico, la música es “un lenguaje universal. Habla a todo hombre, mujer o niño, rico o pobre, feliz o desdichado, todos sensibles a su poderoso mensaje”. No es que lo diga yo, lo ha dejado escrito un compositor de la talla de Stokowski en su libro “Música para todos nosotros” (lectura altamente recomendada para los lectores megalómanos).

Y continuando en la línea ditirámbica de letanías y reconocimientos, los amantes y devotos de la lírica y la poesía deben saber que la Música tiene la primacía en la categoría de las artes. Lo dejó sentenciado nada menos que Shakespeare: “Donde mueren las palabras nace la música”. Y solamente un filósofo de la talla de Platón, ya en los tiempos de los clásicos, podía describirla con estas palabras tan bellas: “La música da alma al universo, alas a la mente, vuelos a la imaginación, consuelo a la tristeza y alegría a todas las cosas”. También nuestro Cervantes tuvo algo que decir al respecto: a “La Gitanilla” de su novela ejemplar la piropea diciendo “nos encantas cuando cantas”. Y hasta en el Quijote por boca del refranista por excelencia Sancho Panza, acierta a aconsejar a la Duquesa: ”Señora, donde hay música no puede haber cosa mala”. Y remacha más adelante sentenciando: “La música no es solo algo muy bello, sino la expresión de la más alta poesía de la vida”. (Don Quijote - Parte II -Capítulo.XXXIV). El compositor italiano Mazzini la califica de “Eco del mundo invisible”. El realista Pío Baroja también entendía algo de música y afirmaba: “La música es un arte que está fuera de los límites de la razón”. Aunque en realidad podemos hallarla en todas partes. Toda la naturaleza es música. Con otras palabras (y bastan citas para reflexionar, disfrutar y enorgullecernos), el polémico y revolucionario autor del Ulises, James Joyce, lo demuestra con algunos ejemplos: “Mar, viento, hojas, trueno agua, vacas mugiendo, el mercado de ganados, gallos… las serpientes sisean (sic) ¡Hay música en todas partes!”

* Sirva este capítulo de preámbulo al capítulo “La música y yo”. No quería dejar pasar esta fecha tan señalada y quise ofrecer la introducción como homenaje en este día a Santa Cecilia, patrona de cuantos disfrutamos y tenemos algo que ver con la música.
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http://www.diplox.com/post-20534-santa-cecilia-virgen-y-martir-de-la-iglesia-primitiva-177-dc-patrona-de-los-musicos.html



domingo, 1 de noviembre de 2015

VENDIMIA PARA ENMARCAR Y RECORDAR

El bloguero octogenario afortunado

El jefe - hoy bloguero - sentado gozoso en la plataforma de la caseta, alzó extasiado la vista al azul del cielo otoñal. Y sonriente, radiante de felicidad, contemplaba acariciando con su mirada la belleza y generosidad de las cepas de “su” viña en pleno esplendor y policromía. Exultantes las vendimiadoras y vendimiadores, animados y animosos,  disfrutaban  por parejas, encorvados abrazando las jóvenes y frondosas parras, cortando racimos y llenando el cesto de las uvas más dulces y sanas que se recuerda: maduritas y tentadoras las doradas malvasía y moscatel; incluso las de verdejo, predilección para el paladar del viejo, jubilado viticultor.



No es la cantidad si no la calidad la que marca la diferencia. Diferencia en el fruto y en la cosecha apodada vendimia. ¡La vendimia de 2015! que entrará en la categoría de excelencia en el “índice de vendimias”.  Merecedora, por tanto, de ser “blogueada” e incluida en la historia de la viña de La Bandera y en los anales de los recuerdos gratos.


Pero a la hora de catalogación, puntúan también otras razones o factores, entre los que destacan cambios, innovaciones y celebraciones familiares con aires, colores y sabores de fiesta: para no anquilosarnos en el pasado y disfrutar  todos - y todas - de la “celebración” de la vendimia, de la belleza de la naturaleza, de la poesía y encanto de la remozada Bandera en otoño, el tradicional “cocido charro” de la Omi y asistenta de turno que, reclamaba una mañana entera de atenciones, fue sustituido por otros platos de más rápida y previa preparación. El “jamón al horno” de la insuperable cocinera de la c/ La Fuente (Emma) y las exquisitas y populacheras “patatas revolconas” de la fantasía de Antje, con la colaboración del resto fraterno, permitieron “candar” La Colina a media mañana y, a las 11 en punto… ¡todas y todos a vendimiar! en una espléndida mañana del estrenado otoño: ¡26 de septiembre! A disfrutar de un día de “primavera del verano” como A. Camus calificaba al otoño, a regocijarnos en la paz y belleza del paisaje de viñas, chopos, pinares, encinares, zarzales y colinas… En suma, de una dulce mañana soleada y serena, luminosa y templada,  poco frecuente en vendimias castellanas.                                                                                                                                    

Foto de grupo

Mas, descendamos del olimpo de las musas y maticemos algunos pormenores. En el “todas y todos” (= a vendimiador@s) - figuraban ausencias notables que lamentar, perceptibles en la “Foto de grupo” de la caseta. Ante todo de la juventud. Por orden desordenado  faltaron -¡ involuntariamente!-  por hallarse en el extranjero: Paloma e Inés en Inglaterra, Andrés en Alemania, Teresa y Christofer en Noruega; y en la península ibérica: 

nuestra famosa ilustradora Irene y companie, mas la futura arquitecta Patricia. Nostálgica y tristona se lamentaba Teresuki con posterioridad: “¡Cada vez que me pierdo la vendimia es como si me faltara algo!”

Mas, para rellenar y alegrar ese vacío llegaron vendimiadores de repuesto: de Guadalajara Rosa y su perrito Fan, cartógrafa ayudante del jefe , animadora y cantora (según demostró en la velada musical), y el Dr. Ing. Pablo, “inspector y maestro jefe”, perito en todo lo relacionado con la madre naturaleza, siempre aleccionando e ilustrando. De las estribaciones de Navacerrada llegaron también para echar una mano, o las que fueran necesarias, Paloma Navarro, desde tiempos inmemoriales amistad y ayuda imprescindibles en reuniones y festejos palaciegos, acompañada de su hija Ángela, ardilla saltarina, concordancia perfecta con el benjamín de La Colina, el saltamontes, bailador y balompédico Martín, inseparable parejita como muestra la foto.                                                                                                                                              

Tradicional aperitivo junto a la caseta
En el programa del evento cabe resaltar también por su obligatoriedad y notoriedad, y como colofón a la fatigosa labor del “agáchate y vuélvete a agachar”, el “Tradicional y frugal aperitivo de la Omi” a la sombra del roble o abrigo de la centenaria caseta, marco ideal para nuestra reportera. Este año - ¡ quién lo diría! - con sabrosos embutidos tarraconenses, muestra de la unidad patriótica, regados con los frescos caldos del lugar.                                                                                                                  
De retorno al hogar y después del banquete y de la preceptiva siestecita, nuevamente a la laboriosa faena del “pisao” o prensado de la uva y elaboración del vino, objetivo y finalidad de todo el tinglado. Proceso lúdico que para mayor solemnidad, desde hace varios años no tiene ya lugar en la famosa “Bodega Manolo” de La Colina, sino en el salón-cochera monumental de los Martín-González en la calle La Fuente de Palacios. Del proceso del pisado, estrujado o prensado - ¡especialistas a mansalva! capitaneados por Quique - siguiendo sistemas ancestrales, da fe de ello nuestra reportera! Yo simplemente quiero testificar que una vez el mosto en la cuba, sin el granito de arena y celo de los queridos vecinos-amigos Tere, “mecedora” y controladora de la fermentación, y Miguel Ángel, asesor-supervisor del “tapado”, los caldos de La Bandera no serían lo que pregona el apodo de la viña.  Aunque en este apartado me avergüenzo de la siguiente confidencia. Sotto voce y que no trascienda: este vanidoso viticultor a la hora de sus preferencias antepone un tentador racimito de doradas uvitas a un bon vaso de vino tinto.

¡Estoy saltando a la torera el objetivo que anuncia el título!: el enmarque de la vendimia 2015, obra y arte de nuestra cineasta Adela. Ella será la responsable de inmortalizar y enmarcar con su cámara este acontecimiento vitivinícola familiar anual que, también este año  contó con animado “final de fiesta” musical hasta entrada la media noche.

Cansinos y aletargados “los mayores”, pero con voz, energía y alegría suficientes el resto, acompañados y animados por la guitarra de Adela: sopranos, contraltos, bajos y tenores - todos ellos divos en coros o corales madrileñas y alcarreñas -  Rosa, Paloma, Antje, Emma, Blancaluz, Lucila, Juan y Quique, apoyados y escoltados por los “niños cantores de Palacios” Ángela y Martín, agotaron el repertorio de música moderna de los archivos familiares.

Y ahora sí. Definitivamente hago mutis por el foro con el teclado y que la fotógrafa competente enmarque el capítulo,  “Viña y  Vendimia 2015” para recordar.