sábado, 28 de noviembre de 2020

Amigos de Universidad, Profesión...

… y de toda una Vida

 

La Universidad forjadora de Amistades 

 

Cuatro fueron cuatro: la de Salamanca, la de Deusto, la de Frankfurt-Offenbach alemana y la Complutense madrileña. Y... la salmantina por supuesto…¡la primera! ¡ Y auténtica Perla! La que parodiando y copiando a Steinbeck en su famosa novela de idéntico título , “entró en mis sueños, cálculos, esquemas, planes, futuros, deseos, necesidades “ ... y en mis Amistades. Pero... empecemos por el principio:


Salmantica Docet


El lema de la universidad salmantina “Salmantica docet” (Salamanca enseña) no resultó del todo anacrónico y baldío. Algunos profesores y compañeros me enseñaron, y coadyuvaron, a configurar mi futuro, a elegir paisajes y Amistades. Anticipo aquí algunos nombres símbolo de Amistad sincera y verdadera. ¡Y vitalicia! Amigos portadores de valores que aprendí a hacer propios. Compañeros y Compañeras, amigas y amigos de por vida. Encabezados por duetos sin par: La Tante y el Onkel ( tía y tío) Lola Cruz y José Luis Sanromán, Mariano Anaya y Pepita, Manolo Montesinos y Helena. Y personalidades e individualidades de talla: Feliciano Pérez Varas, compañero de curso y especialidad, pareja única de la nueva especialidad de filología germánica, cuya dirección ocupó con carácter vitalicio, ascendiendo a vicerrector de la Universidad. También compañero de curso, aunque de distinta especialidad, sin finalizar licenciatura y siempre a su aire, seductor progre, enfrascado ya con el cine, Basilio Martín Patino, célebre cineasta, que no precisa presentación. Famoso principalmente por sus “ Nueve cartas a Berta” y “Canciones para después de una guerra”.


Pero la “salmantica” de antaño, además de enseñar, dejaba marca e impronta y servía de vivero de auténticas y valiosas amistades sin distingos de cursos o generaciones. Sirve de ejemplo Manolo Montesinos - recién jubilado el pasado septiembre - germanista, quien, a pesar de la diferencia que marcaba la edad y la distancia - 25 años y 200 kilómetros - brindaba un nuevo código de relaciones y amistades profesionales y humanas ejemplares.


Alemania puertas abiertas y Frankfurt, nuestro campo de operaciones y entrenamiento 


La Alemania de posguerra y Wiederaufbau (reconstrucción) fue a mediados del pasado siglo, al margen de receptora de emigrantes, trabajadores del sur de Europa y de estudiantes de letras españoles, vivero singular de amistades de todas profesiones, edades y nacionalidades y alborada con nuevos horizontes para estudiantes de letras. Además, testigo de una Amistad sin precedentes: José Luis, Mariano y Manolo. En el caso concreto del Onkel y de Manolo convirtieron sueños en realidades y valores devaluados en valiosas promesas. De muchachos para todo en Frankfurt y alrededores a catedrático en León y profesor en Deusto y la Complutense.


Si de algo puede presumir este humilde servidor - y lo hace  - es de haber sido pionero, derribador de fronteras pirenaicas, descubridor estudiantil del Heidelberg romántico y conquistador del Frankfurt industrial y comercial de postguerra. Pionero emprendedor en unos tiempos en los que la carrera de Letras estaba devaluada, auténtica reserva femenina, en la que, entre una veintena de señoritas, pululaba media docena de jovenzuelos despistados, batallando heroicamente entre latines y griegos clásicos. Afortunadamente en 1953, cuando este cronista tenía que elegir especialidad, tras los dos años de comunes, la Salamanca charra brindaba la flamante y tentadora manzana de Lenguas Modernas: Feliciano y un servidor debutamos con Filología alemana, la que varios años después seguiría Jose Luis Sanromán, y Mariano Anaya optó por la francesa.


Más el epigrafiado del capítulo “de toda una vida” es incorrecto. Del trío de inseparables en Alemania y en Salamanca-Palacios... Mariano, catedrático de Francés en la Escuela del Magisterio en la Anaya salmantina, deportista multidisciplinar, campeón de campeones, nos dejaba prematuramente, al comienzo de la década de los cincuenta, víctima del denostado Alzheimer. ¡Mariano no te olvidamos! Un recuerdo cariñoso te acompaña siempre en todos y cada uno de nuestros viajes del pueblo a Salamanca, subiendo la cuesta de Villamayor. Ejemplar como fuiste en tantos campos, tu cuerpo fue entregado, cumpliendo tu deseo, a un centro de investigación del cáncer. 


Perdonen mis lectores inciso tan sentimental. Para compensarlo os invito a compartr la inolvidable aventura de su boda.


Aventura nupcial - La singular, novelesca e internacional aventura de tu boda con Pepita


Tú habías abandonado ya Frankfurt, donde tus dos amigos José Luis y Manolo se habían afincado y donde tu “agente laboral”, Manolo el frankfurtense, te había conseguido un puesto de “muchacho para todo” en uno de los primeros y principales centros comerciales de la industrial capital de Hesse. Tus siguientes pasos ya sobrevuelan mi memoria. Pero hete aquí que, algún tiempo después, nos llega de nuestro Mariano un SOS desde Munich, la capital bávara, ¡vaya salto!, solicitando de sus amigos inolvidables ayuda para su boda. Bástenos informar de que su novia Pepita se había casado por poderes en su natal Ciudad Rodrigo, cuna de ambos novios, y precisaban ayuda de sus “amigos alemanes” para poder “consumar plenamente” su matrimonio en Munich.  


Más, Pepita, la novia, moza de pueblo charro, no había viajado en aquellos tiempos más que en el coche de línea y no más allá de Salamanca y conocía los aviones simplemente por la estela que éstos dibujaban en el cielo salmantino sobrevolando hacia Lisboa. El vuelo Madrid - München precisaba de transbordo en Frankfurt, por lo que la novia precisaba de una manita y de la incondicional ayuda de los dos amigos del novio en la ciudad del Main: avezados trotamundos, diplomáticos de gala, quienes, tocados de boda y con el ramito de flores que no podía faltar, se encargarían de recibir a la novia en el aeropuerto frankfurtense y subirla al avión que la llevase hasta Munich, donde le esperaba la radiante luna llena de miel.


Danke, Irenuchi, por tu reapariciòn artística  en mi Blog

Pero dificultades de desconocida índole retrasaron el abrazo nupcial y la noche muniquesa de novios. El Onkel Pepe, todavía soltero y por consiguiente todavía Jose Luis a secas, pero ya peleándose con los germanos en los alrededores de Frankfurt y amigo más cercano al novio, como compañero de curso, recibía telegrama urgente de Munich, suplicandole a él y a su amigo Manolo, ya motorizado, se dignasen ir a recoger a Pepita al aeropuerto de Frankfurt y acompañarla, varias horas después, a tomar el avión que la llevase a la capital bávara “donde él, exultante, la recibiría con los brazos abiertos”. (entrecomillado, palabras del bloguero). Orgullosos y estirados y con humilde ramito de rojos claveles, cumplieron con su diplomática misión la pareja de pardillos oficiales, “los amigos de toda una vida”. Y para reanimar a la moribunda desposada por poderes, los amigos la llevaron al Niederrad frankfurtense, residencia de los González, donde la cariñosa Palmira logró que la novia se recuperara de la primera etapa del viaje antes de ser trasladada nuevamente al aeropuerto que la llevaría a la soñada meta muniquesa para convertir en realidad el sueño de su vida.


Pero... ¡Cielo santo! ¡Pobrecita novia! Declinaba el día. El sol perdiéndose tras las cumbres de los Alpes. Densos nubarrones oscurecían la ciudad del Isar. Una noche negra agrandaba la luminosidad del aeropuerto y el celebérrimo novio Mariano no aparecía por ninguna parte. En uno más de sus consabidos despistes había trastocado horarios y al llegar el avión a Munich, nuestra Pepita pasó a ser la novia del dicho: compuesta y sin novio. El resto de la crónica nupcial continúa siendo un misterio. 


En próximo capítulo vendrá la postcrónica nupcial.