viernes, 18 de febrero de 2022

El Membrillo del Siglo … ¡En el Membrillar del Opa!

Pasando por alto el dicho: ¡no seas membrillo!, presumido y orgulloso, se me ha ocurrido pregonar a cuatro vientos el epigrafiado del presente capítulo. Presunción frutihortícola de este bloguero, que va más allá del membrillo de ¡medio kilogramo! de la foto, y de la cantidad y calidad de la insuperable cosecha membrilleril del pasado 2021.

A pesar de la escasez de la lluvia estival, ¡ni una sola tormenta!, ¡ni gota de agua en todo el verano!... - ¡la cosecha del pasado año rebasó el centenar de kilos! Debo informar que nuestro “membrillar”, está compuesto de media docena de ejemplares, cada cual hijo de su padre y de su madre: patrones, injertos, plantaciones y replantaciones.

Alardeando de experto en  la materia, es decir: en arboricultura, y concretamente en la plantación y replantación de membrillos, no puedo pasar por alto, la “biografía” del anciano de todos ellos - el “membrillero árbol”, penúltimo frutal del Paseo de los Frutales:

Precediendo a la edificación de la casa, tuvo lugar - (¡primum aqua!) - la excavación del pozo, y la consiguiente plantación de  frutales. Y varios años antes, incluso anticipándose a la perforación del sondeo, destacaban ya un par de membrillos, procedentes de un afamado vivero de Calatayud, procedencia de la mayor parte de “mis” frutales. La plantación de membrillos en secano, entre la múltiple mezcolanza de  perales, manzanos, ciruelos, avellanos, ... - la mayoría de ellos desaparecidos hoy día por la  edad - es hoy parcialmente histórica.

“El árbol viejo es el de fruto más pequeño pero más dulce”, reza un dicho popular y nuestro membrillero estrella es el vivo ejemplo del proverbio. Sirviendo además de lección en la plantación arbórea:  

Como joven aprendiz de hortelano en la escuela paterna y de arboricultor en ciernes, se me ocurrió plantar uno de los dos membrilleros procedentes de Aragón en la plataforma del pozo. Para, juntito a la fuente del agua, poder regarlo más y mejor. Pero … ¡oh desilusión! Pasaron dos años, pasaron tres estaciones… y el arbustillo de marras, ni crecía, ni robustecía. No daba señales de florecimiento, ni de crecimiento. ¡Cómo iba a hacerlo en aquel medio metro de pésima tierra grisácea - gredosa extraída de la perforación del pozo!

Pero, no hay mal que por bien no venga. Trasladado y trasplantado a tierra fértil de labrantío, al final del paseo de los frutales, bien abonado y regado, acabó convertido en el actual, en el único y actual membrillero - árbol de unos cuatro metros. Eso sí, sin alcanzar su fruto la talla, ni brillar y amarillear como  su hermano gemelo, generador del ”Membrillo del siglo” que figura en la foto anterior.

El membrillero y el “membrillo de más de medio kilo” ha sido fruto y obra de su plantación en terreno fértil próximo a la huertecita, y de rebote, consecuencia del permanente riego durante los últimos años y del benigno y lluvioso otoño del pasado.

“Valmiguel”, este es el apellido de La Colina, ha brindado el más frondoso y hermoso, el más brillante amarilleo verdoso de los membrillos, en este histórico 2021. Es cierto que la áspera piel y pelusilla del fruto no invita al mordisco de la pera o la manzana, ni a la tentación de estorninos, gorriones y oropéndolas, pero ofrece un espectáculo otoñal de incomparable admiración: elogio de paseantes y transeúntes por el camino del Carbajo… El verde-amarilleo de hojas y frutos de los membrillos de La Colina permanecerá imagen difícil de olvidar: pintorescos y templados atardeceres de este otoño 2021, teñidos de rojo por el sol del poniente crepuscular en el horizonte del monte.


Tan impactante fue la imagen y cosecha de los membrillos del pasado otoño, que me siento motivado a dedicar a mis blogueros-lectores capítulo aparte: ¡uno más de mis pasatiempos linguístico-literarios! Pues "membrillo", según lingüistas de renombre, nos es diminutivo de "miembro" = "miembro pequeño" - sino que según lexicógrafos afamados, verbi gracias J. Corominas, tiene que ver etimológicamente con el latín "melimelum" = " miel de manzana". Y a su vez del griego "meli" o "miel". Prueba y testimonio de esta etimología es la elaboración de la popular carne o dulce de membrillo, apreciadísimo por toda mi familia y por este bloguero, que no sabe rematar un desayuno sin el pedacito de membrillo, arte culinario de mi familia. Pero de esto y mucho más, por ejemplo de la importancia y belleza del documental sobre el maestro Antonio López "El sol del membrillo", largo metraje del famoso director Victor Erice - en el próximo capítulo.