jueves, 22 de junio de 2023

¡A la caza de la Centena! ¿Hay quien dé más?

(Nonagenario florido y hermoso y… aficionadillo a las letras y las flores)

“Nunca cantemos la vida de un mismo pueblo -ni la flor de un solo huerto- y que sean todos los pueblos y todos los huertos nuestros.” ¡Y todas las terrazas!

Plagiando al poeta zamorano León Felipe, inmortalizado en el archivo de mi memoria, la voz del poeta y el ritmo de sus versos perviven frecuentemente en el mundo de mi florida terraza de Majadahonda …

“¡Cuán veloz el tiempo pasa!…

todo fluye, todo pasa

el devenir marca la marcha.”

Pasan las nubes volando, los años volando pasan, vienen, pasan y vuelven… como los de este abrilcumpleañero con “centena” cercana a la vista.

Debajo del cielo de mi realismo, la adorada terraza de mi idealismo. Mundos y lugares hay donde encuentran reposo los años, la edad y la memoria. No importa que los sueños mintiendo prosigan, ya que al fin y al cabo…

“Venturoso el que soñando muere

infeliz el que vive sin soñar”. ( Rosalía de Castro)

La primavera llega con su abril  florido y hermoso. Abril abrilero no siempre es traicionero. Menos aún si es solemne y gozoso, como el de este cumpleañero de rango navegando placentero en ruta de los “ocho” con la centena como meta a sus espaldas.

“Mundos hay donde encuentran reposo los años”, repito. En los horizontes de mi terraza por ejemplo, sol radiante y cielo azul, nubes blancas, oscuras y brumosas, gigantescos cúmulos tormentosos en formación, aviones a mansalva -indescifrables destino, altura y procedencia- cruzando el cielo madrileño en todas direcciones.

En mi humilde, pero luminosa terraza, brilla tempranera -¡ya en febrero!- la primavera. Mundos hay donde encuentran reposo los años de jubilación. Obligatorio y reconfortante el saludo matinal a la terraza con “mis” plantas y flores suplicando el rieguecito alterno, o diario, en las fechas estivales. También en la quietud de la tarde, con el sol de espaldas despidiéndose en las altozanas  chimeneas de los vecinos tejados de enfrente y la típica meriendilla hispana “amenizada” con la lectura del librito de turno. La terraza de las flores convertida en merendero y salón de lecturas predilectas cuando en amarillo variado brillan ya exuberantes las tempraneras caléndulas, acompañadas también de las madrugadoras fresias multicolor: ¡Amarillas, moradas y rojas!

Siempre acompañados, mañana y tarde, por mis inseparables amigos: los voladores - cantores, mis adorados amiguitos desde la infancia, los pajaritos: el canto del mirlo enamorado - el arrullo de mi tierna y adorada tortolica o paloma turca luciendo su media corbatita negra en su presumido cuello y acercándose, al atardecer, a limpiar los restos del “comedero” de los pícaros, esquivos y ladronzuelos gorrioncillos.

Y en plena primavera, en el mayo florido y hermoso, tanto si el cielo está claro como oscuro, encapotado como soleado, la terraza es libro abierto a la climatología y a la floristería. Archivo  rememorativo de inolvidables vivencias de infancia y juventud a cielo abierto: escenario y fiesta de silbos, chirriante exhibición voladora y musical de los veloces vencejos, que en pequeñas bandadas - rozando con sus chirridos y acrobacias los aleros de los tejados, donde las hembras cuidan de sus polluelos, copiando a la ausente - golondrina becqueriana - ¡por mí tan añorada! - pasaba rozando los cristales de las ventanas de su amada. También añorado es el silbido mañanero del desaparecido estornino en las chimeneas del bloque de enfrente, si bien el esquivo mirlo ameniza los plácidos atardeceres con su regocijante canto.

Y sin renegar de la ciudad, buscando siempre los silencios de la sonora soledad de “mi terraza”, este afortunado nonagenario, volcado siempre al campo y a la naturaleza desde la infancia, es a su vez, repito, afortunado amigo diario de la TERRAZA con sus flores, sus plantas y sus pajaritos: sus vistas al cielo y a la montaña.



El tiempo parece detenerse en este cálido mundillo urbano, convertido por el patriarca de la familia en lugar de recreo y reencuentro familiar. La visita - e “inspección” de la terraza es tradición familiar obligatoria de Palmira e hijas. Y también mercadillo obligatorio de intercambio de tiestos, plantas y flores en sus visitas a Majadahonda. Sirva de ejemplo la siguiente foto, cierre testimonial de lo antedicho. Y testimonio de esta Terraza, libro abierto a la climatología, a la florería, a la fotografía y a la pajarería.