martes, 19 de mayo de 2015

ALGORTA: Misterio, Acierto y Compensación


Comenzaré por desentrañar el “misterio” del capítulo para acallar la sospecha de título tan sorprendente. “El misterio” se desencadenó en Archanda y quedó perfectamente aclarado una mañana de un enero cualquiera de l969 en una clínica particular de unos pisos de la algorteña Avenida de Algorta. Motivadores, tal vez, la brisa del Cantábrico o las alturas del restaurante mirador de Archanda, donde inesperada y misteriosamente se fraguó la noticia del evento: en la sobremesa de una cena familiar con tío Emilio y el presidente de la federación bilbaína de boxeo y esposa, en el popular restaurante del monte bilbaíno, Palmira comenzó a sentirse incómoda e indispuesta: “que le había sentado mal la cena”, “que se habría resfriado”, “una molestia pasajera”… fue el diagnóstico de los comensales. Mas, el malestar fue aclarado y desvelado por el ginecólogo de turno, a los pocos días del incidente. Resultado analítico: sin estar planificado, ni solicitado, ni aun siquiera pensado, resultó que Palmira estaba embarazada. ¡Nada menos que de tres meses! Y ¡sin previo aviso de los sintomáticos vómitos, mareos o antojos consustanciales a tales circunstancias! El cachondeo fue general en la colonia de amigos alemanes y españoles, siendo interpretado el caso por los circunspectos como “búsqueda del futuro heredero” para completar  el trío de las hermanitas. ¡Lo que no supo, o no pudo, explicar la medicina de entonces fue cómo en tres meses el feto de una futura cantaora-bailarina-profesora musical (el “misterio” se llamaría LUCILA) no había dado señal alguna de vida!


Antropólogos más sabuesos coincidieron en afirmar, sin embargo, que la motivación era debida a los genes maternos. Y dos de ellos, versados en letras, se atrevieron a testificar que el fenómeno se explicaba, simple y llanamente, por la inconfundible naturaleza de la madre que, como la de Platero, tenía acero. “Acero y luna de plata al mismo tiempo”. Veredicto avalado por la valentona Palmira que, como lo más normal del mundo, traía al mismo a los nueve meses justos, una mañana tibia de enero, mientras el marido esperaba noticias nervioso e impaciente en la Universidad de Deusto, a la cuarta de la dinastía, a la Lucila que, por nacimiento, matrimonio y circunstancias familiares tan vinculada continúa a la Algorta de nuestros amores.                                                                                                                                 

Una puntualización marginal no debe ser silenciada: del cachondeo y pitorreo inicial de amigos y conocidos a la difusión de la noticia del embarazo se pasó a los pésames y condolencias  ante la frustración de los progenitores al ver desvanecidas las esperanzas de ruptura de la serie femenina. ¡Falsa interpretación! Palmira y Manolo, felicísimos ambos por la llegada de la cuarta, no sólo porque un buen banco precisa de cuatro patas, sino, y principalmente, porque la historia y las leyendas cuentan que un hijo único, el más pequeño y mimado entre féminas hermanas, irremediablemente acarrea problemas educacionales, profesionales e insomnios maternos y paternos, acrecentados en la senectud. Y fue además un “acierto” pleno, pues sus hermanas disfrutaron haciendo de madrecitas de su hermana pequeña como demuestran las fotos adjuntas.


Una vez desvelado el “misterio” del título y después de la bienvenida a la Cuarta de las González, dediquemos un breve espacio, merecidísimo, a sus hermanitas, quienes compaginaban a las mil maravillas el papel de niñeras, con el de estudiantes de bachillerato, al cambiar de ruta y de colegio, sustituyendo el Colegio Alemán por el recién inaugurado Instituto de Enseñanza Media de Guecho, y el torturador madrugón y lento viajecito en autobús recogiendo alumnos por la ría y city bilbaínas hasta Ocharcoaga por un paseíto mañanero hasta Fadura, a tiro de piedra de Kasune.


“Acierto” al pleno y ”Compensación” asegurada, según proclamaba el título del capítulo, pues nuestras tres mayores salieron a flote respondiendo brillantemente al cambio, obteniendo felicitaciones, reconocimiento y hasta premio en algunas asignaturas, como demuestran las históricas y elocuentes fotos de entrega de premios por D. Jacinto, popular director del Instituto, y los profesores de las asignaturas correspondientes.


Sin embargo, cuando Antje acababa ya de cursar 1º de Filogía Moderna en Deusto, y el patriarca  superaba una seria estancia de casi un mes en el hospital de Basurto, una llamada-oferta de la Complutense madrileña propiciaba otro cambio de mayor envergadura y trascendencia y clausuraba una de las etapas más hermosas y determinantes de nuestras vidas. Etapa que permanece grabada con letras de oro en nuestra memoria como premio a nuestro saber estar, aceptar y adaptarse a otras tierras, lenguas, culturas, climas y circunstancias. Pero de todo esto, y mucho más, en el capítulo correspondiente.

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