lunes, 27 de febrero de 2012

E S T U D I O S III : Estudios de Magisterio

La Práctica hace al maestro                                                                                         

El presente capítulo, el tercero del ciclo, bien podría caber en página y media. No solo por tratarse de uno de los episodios más breves de mis Estudios, si no por la celeridad y singularidad de los mismos. Podríamos catalogarlo de otro retal más al peso en mi acelerado proceso curricular. La brevedad está por lo tanto justificada. "Lo bueno si breve dos veces bueno". No fue heroicidad ni insólita proeza aprobar de una tacada estudios de dos años en uno. Pero no le faltó transcendencia ni le sobró repercusión.

Hospedería del Colegio Anaya (Foto: MªJosé Herrero)

Debo aclarar que, en aquellos tiempos, se podía acceder al título de Maestro Nacional por vías diversas y por planes distintos: Título de Bachiller Superior (7 años) mas dos años en la Escuela de Magisterio, o título de Bachiller Elemental (4 años) mas otros tres en la también conocida como "La Normal" o Escuela de Magisterio. También estos estudios podían realizarse por enseñanza libre. Y como acabo de presumir más arriba, yo acometí en solitario la brava odisea de aprobar los dos cursos en una sola convocatoria. Como anécdota marginal - paradojas de la vida - en una de las aulas donde me examiné de magisterio tendría lugar, casi 30 años después, mi "oposición" a una plaza de Germanística de la Universidad Complutense. Mas aún, la histórica Hospedería del antiguo Colegio Anaya, es hoy sede del Departamento de Filología Alemana, donde soy siempre recibido afectuosamente como uno más de la casa en mis reapariciones por Salamanca (v. foto), quizás debido, sencillamente, a la amistad que siempre me ha unido a Feliciano (+) y Manolo Montesinos, su actual director. Pero retornemos a mi formación pedagógica.


Esta vez la academia preparatoria - ¡vivir para verlo! - fue la escuela de mi Carrascal. Autodidactismo puro y duro. La escuela de la vida. La experiencia, la madre de la ciencia. El manual más preciado de Pedagogía. "Prácticas de Enseñanza"- así se denominaba una de las asignaturas del plan de estudios.

Una meritoria ayuda encontré en la maestra de turno. La primera propietaria, después de ininterrumpidos años de interinidades. Hortensia Sánchez era su nombre. Mujer de una valentía y arranque impropios de una mujer de su época. Solamente en los meses crudos del invierno residía en Carrascal: en la casa del maestro, primer piso del edificio escolar. El resto del curso acudía  diariamente desde Almenara, atravesando el Tormes con una barquichuela de remos. Mas, cuando el temporal arreciaba o el Tormes se enfurecía, y la barquichuela  peligraba con marchar a la deriva, transcurrida la media hora de espera concertada y ver que la maestra no llegaba, era Manolo, el estudiante de magisterio, el encargado  de abrir la escuela y dirigir la jauría  infantil, entusiasmada con el sustituto de turno. 

Pero no fue esta la única "práctica obligatoria". Al segundo curso de su estancia en Carrascal, la maestra propietaria pidió permiso por alumbramiento y… otra vez retorno a las interinidades. No hay, sin embargo,  mal que por bien no venga. Me cupo la gran suerte de sustituir a la sustituta. La escuela "mixta" de Carrascal era plaza mixta, poco solicitada por la mala comunicación y el desamparo del pueblo. Estas circunstancias, y ciertos tejemanejes, otorgaron la interinidad a Isabel, la hija mayor del tío Belisario de San Pedro, quien, poco entusiasmada  con la docencia, me cedió trabajo y media soldada. ¡Dios me vino a ver en persona! Recuerdo inolvidable de alumnas/os entrañables que, algunos de ellos, medo siglo después, han revivido con agradecidas visitas, premio de  aquellas felices vivencias conjuntas. 

"La práctica hace al maestro": ¡toda la escuela para mí! Doña Hortensia, orientadora y responsable de "Mis prácticas de enseñanza", me trató como a un joven compañero más, poniendo a mi disposición toda la bibliografía y todo el material didáctico del que ella disponía. ¡Inmemoriales El Magisterio Español, Escuela Española y Lecciones de Cosas - de los que tantas cosas aprendí - y que  tan eficaz ayuda me prestaron para la preparación de las asignaturas de Historia de la Pedagogía, Didáctica, Metodología etc. Gracias a ellas fui desarrollando mi pasión por la poesía, el encanto de la infancia, el caudal de sus valores y la fascinación de la enseñanza.

Fascinación, caudal de experiencia y satisfacción añadidas,  fueron también mis "Clases nocturnas de Adultos" en Carrascal y San Pedro, y posteriormente en Vegas de Matute. El entusiasmo y contento con que una veintena de adolescentes y amiguetes, algunos ya entrados en años, esperaban, en las oscuros noches del duro invierno castellano, la llegada del joven maestro, para "hacer cuentas y problemas", dictados, lecturas y escrituras y lecciones de cultura general, fueron prácticas y experiencias inolvidables e impagables. Alguna que otra noche concluían en grupitos de ronda o brisca.

Mi futuro curvilíneo se tornaba línea recta. Aprendí que la enseñanza era mi profesión. Aprendí a poner cimientos sólidos al castillo de mi vida. Comencé una singladura que perdura aun después de jubilado. Aprender enseñando y enseñar aprendiendo. A todos los niveles y en todos los lugares, desde Carrascal a Madrid, pasando por Segovia (Vegas de Matute) hasta Frankfurt( Alemania). Enseñando, conferenciando, charlando, examinando. Dejando mis huellas, esparciendo ánimos y entusiasmo  en instituciones públicas y privadas de la geografía española y alemana: en Universidades, Institutos, Asociaciones y Centros Culturales de Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao, Sevilla, Salamanca, Guadalajara, Ciudad Real … Frankfurt, Hamburgo, Munich, Wiesbaden, Kassel etc.

Como conclusión excepcional quiero que conste que aquellos años de retiro, en plena juventud, lamentados hasta hace bien poco como "años perdidos", juzgados ahora serenamente desde la inmensa distancia de la senectud, fueron años felices y positivos en aquellos rincones oscuros, hoy iluminados por el recuerdo y los agradecimientos. Como testimonio y broche de oro de cuanto antecede, sirvan de ejemplo las palabras - enmarcadas - de homenaje y gratitud del penúltimo curso, de mis alumnos de la Complutense, representados  por José Manuel Esteban, artista destacado de la pluma, lápiz y pincel, hoy profesor en la Universidad de Huelva.


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