lunes, 21 de diciembre de 2020

Que parece cuento navideño …

...pero, en realidad es “La Historia inacabada de Navidad” de un cuasi-centenario que, como uno de tantos, leía “Cuentos de Navidad” y cantaba y recopilaba villancicos navideños, tiernos, nostálgicos, populares... y que continúa leyendo todos los cuentos que caigan en sus manos. Y cantando villancicos en familia, en coros y... donde cuadre: iglesias, residencias y centros culturales y de mayores. Clásicos y modernos. Y en idiomas diferentes y, por supuesto, en latín. Sirvan de muestra unos botones: comenzamos la Navidad con el “Advent, Advent” y “Stille Nacht” alemanes e “In Dulce Jubilo” y “Adeste Fideles” en latín. ¡Conservo como oro en paño el catálogo de cánticos navideños original, escrito a mano del adolescente Manolo González del 23 Diciembre 1942!

Y entre todos, uno de los más impactantes el popular de antaño: 
“Esta noche es Nochebuena
 y mañana Navidad
saca la bota María
que me voy a emborrachar”

... que me trae recuerdos de la oscura y sombría nochebuena de mi infancia, adolescencia y juventud. La inoportuna lectura de un cuento de Alarcón, cuento que no conservo, pero cuya copia he encontrado aquí y que absurdamente leía casi siempre por esas fechas. Los dos últimos versos del segundo cuarteto:  
”y nosotros nos iremos 
y no volveremos más” 

... fueron los causantes del llanto del niño protagonista del cuento en la cena familiar de una Nochebuena. Los despiadados progenitores incapacitados de interpretar el llanto del pequeño lo castigaban por su lloriqueo, calificado de cansancio, enviándolo a dormir a su camita. 
...y me ha traído recuerdos precisamente en este nefasto 2020 que contra todo pronóstico ha venido con su universal pandemia y el confinamiento, a ensombrecer esta singular Nochebuena.

El espíritu de fiesta navideña fue adentrándose paulatina y anualmente en las celebraciones familiares. Siguiendo el consejo del filósofo británico David Hume.

”Todo placer languidece cuando no se disfruta en compañía”. 

Y precisamente esta pareja de nonagenarios afortunados han hecho propia y atinada esta sentencia en su historial navideño: en la más de seis décadas de Nochebuenas vividas en escenarios variopintos y en la compañía más dispar, desde la primera de la parejita solitaria en el extranjero, en una habitanciocita, sin derecho a cocina en fines de semana y festivo en la Navidad de 1956 a la última de 2019: familiar, solemne y habitual, con la veintena aproximada de concurrentes y en Majadahonda.



Perdón por la reincidencia : “La primera de la parejita” fue realmente “en trío”. Pues, servida ya la cena, y sorpresivamente, “disfrutamos” de la compañía de un agradable y agradecido compatriota: emigrante desconocido recién llegado de Londres, y perdido en la estación ferroviaria de la fría noche frankfurtense. Rafa, un buen amigo de la cámara de comercio, al verlo perdido en la estación en fecha tan señalada, lo envió a casa de unos amigos: ¡primer regalo del Chriskind en nuestra vida! ¡Qué bonito regalo navideño! 

Tampoco olvidaré la visita a la Iglesia en la tarde de aquel 24 de diciembre de 1956. Después de la bendición se apagan las luces del templo entonando el villancico más universal: Stille Nacht.

Paulatina y anualmente, tradiciones y espíritu navideños alemanes: Weihnachstsbaum (árbol de navidad), regalos, villancicos y belén fueron arraigando definitivamente en nuestra familia. Y a los pocos años, asentada ya seria y dignamente en Paul Ehrlichstrasse, éramos media docena los celebrantes, al trío de nuestras hijas, se nos unía siempre nuestra cariñosa y dulce vecina, la ancianita bávara Cenzi.


Que este cuento - historia sirva de felicitación navideña - cariñosa y cordial - a todos nuestros familiares y amigos... y a la par a todos los lectores de este Blog.
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Paradojas de la vida: En este año tan revuelto, deseamos que la Nochebuena de esta Navidad sea AUTÉNTICA NOCHE DE PAZ.



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