“Como
tanta gente de mi generación -¡y de las anteriores!- desde la invención de la
imprenta en 1440 por Gutenberg, la lectura de los periódicos es una costumbre,
casi una obligación matinal”.
Que
perdone el autor de la cita el interjecionado en la misma, indicador de que ésa
“generación anterior” es la mía propia; es decir, la del nonagenario bloguero. Muy
-¡muy anterior!- a la de su propio autor,
Paco Novelty, admirado periodista, recién jubilado según propia confesión, del centenario
diario salmantino La Gaceta Regional de Salamanca. Pues este servidor, ya de niño
pueblerino, -¡qué tiempos aquellos!- cultivaba dicha costumbre como “lector
oficial” del periódico, rodeado de madres angustiadas con sus hijos en “el
frente”, escuchando temerosas la lectura del “parte de guerra” de la nefasta
tragedia nacional del 36. La Gaceta Regional era único medio informativo en
aquella minúscula aldea charra de Carrascal de Velambélez, donde predominaba el
analfabetismo y donde, ni la luz eléctrica, la radio, y por supuesto la TVE,
habían hecho todavía aparición.
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Lectores veraniegos 2019 |
Sin embargo, el agraciado representante de
aquella “anterior generación”, el hoy nonagenario, continúa todavía cual fiel suscriptor
estival de la Gaceta en Palacios del Arzobispo, esperando diariamente -hogaño como
antaño- la anhelada llegada matinal del periódico para saciar la inveterada
obligación de la lectura. ¡Obligado pasatiempo
diario!, disfrutando -todo hay que decirlo- de la calidad y encanto del neo-clásico
estilo literario charro de maestros de la pluma, herederos de la estirpe de los
Villarroel, Maldonado, Unamuno, Torrente Ballester, por citar algunos de los
grandes maestros que “de la apacibilidad de sus días gozaron” y de quienes aún
continúan disfrutando y asentando cátedra en la Salmantica que “docet” a través
de la prensa local, como es el caso de Román Álvarez, eminente y estimado
filólogo y columnista, intentando adoctrinar al lector en la difícil tarea de aprender
a distinguir y separar las “Churras de las Merinas” -(v. su “Opinión en Churras
y Merinas”)- y permitiéndonos a los salmantinos de pura cepa disfrutar de la
lectura en “este lugar donde se sueña la mocedad eterna” (Unamuno).
Debo
confesar -y no es petulancia de
aficionadillo a las letras- que a lo
largo y ancho de mis correrías por la Europa Occidental, desde mi estancia en
la Alemania de postguerra mundial, una de mis “debilidades turísticas” era la
adquisición de la prensa local por las ciudades europeas que en familia o
profesionalmente transitaba. Rico
inventario estadístico encabezado por los “Diarios” favoritos y representativos
en aquellos tiempos -¡algunos ya desaparecidos!- de nuestras ciudades
residenciales, Frankfurt, Bilbao, Madrid, Salamanca …: el Frankfurter Allgemeine Zeitung, Hierro, ABC,
El Adelanto o La Gaceta. Sin olvidar -incluso residiendo también en Alemania- La Vanguardia barcelonesa o Las Provincias valenciana
o el Norte de Castilla de Valladolid, donde Francisco Umbral hacía sus primeros
pinitos periodísticos. Sin distingos de categorías urbanísticas, no faltaba en
mi repertorio la prensa de pequeñas
ciudades limítrofes como Zamora, Burgos, Ávila, etc.
Consciente
de que “un buen artículo literario vale tanto o más que un libro”, y si es
lectura de verano -y éste además en el campo charro- la lectura veraniega
diaria del periódico, además de relajación y disfrute, sirve para mantener vivo
y reanimar el interés por el arte, la historia y la cultura. Y sabiendo emplear
felizmente esta especial última prórroga a escasos afortunados otorgada, y
saltándonos a la torera el dicho de que “ juventud y senectud no concuerdan”, precisamente
la lectura de un artículo ilustrado en la La Gaceta del 12 de julio pasado ha
servido, para en familia, armonía y concordia, recordar tiempos pasados,
recorrer caminos transitados y disfrutar de excursión familiar matinal a tres
de las iglesias recomendadas en dicho periódico: joyas, alguna semidesconocida,
de las que brinda foto el reportero de La Gaceta (v. foto) y de la que este
bloguero presume por haber nacido y
crecido a su vera, y haber contribuido a su restauración y disfrutado durante tantos
años de su compañía. Pero de esto y mucho más en el próximo capítulo.
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