Podría dedicar páginas copiosas y asignar interminables capítulos a unos
fascinantes lugares (Algorta y Bilbao), a una universidad acogedora (Deusto), a
unos paisajes y horizontes de montaña y mar ensoñadores, a un río (el Nervión) y
a una ría que me acompañaron diariamente durante una larga década y fueron
conformando mi profesión y consolidando nuestra familia: primero con la llegada
de Lucila, posteriormente con la próspera arribada de González y Regalados. Y
cerrando ciclo con la conquista de Joseba y los Alonso.
El Bilbao de entonces, irreconocible hoy día por su belleza y modernidad (sus puentes, rascacielos y museos), figuraba en la
agenda cultural del charro, emigrante- trotamundos que retornaba a la patria,
como ciudad industrial y futbolera. Con altos hornos humeantes y contaminantes
y una ría contaminada por la industria de sus márgenes. Ciudad animada y
poblada por barcos y buques mercantes nacionales y extranjeros, que seducían al
recién llegado del norte de Europa buscando en su matrícula el puerto atlántico
de procedencia. Río y ría eran escenario a dúo de regatas y gabarras cargadas de
bilbaínos, grandes cantores, juerguistas y marineros, según pregonaban con sus
cánticos: "Por el río Nervión bajaba una gabarra "o "Desde Santurce a Bilbao", "Apaga
luz Mari Luz apaga luz", "Los borrachos", "Maite yo no te olvido", etc. etc.
(foto: Blanca González) |
O para mejor entendernos, cúmulo de
metáforas dispares: Regalo de Reyes (llegaba a Bilbao este bloguero con su
familia un 7 de enero), reserva intelectual jesuítica, umbral de puertas
abiertas a campo profesional prometedor, ventana a un nuevo mundo de horizontes
menos sombríos y más esperanzadores, puesta en marcha del contador de mi
carrera académica, importantísima etapa de aprendizaje multidisciplinar en las
aulas y en la vida. Deusto acababa de ser reconocida en 1963 como Universidad
de la Iglesia por el estado español, lo que supuso un renacimiento, un caminar
hacia arriba y adelante, una adaptación a los sistemas, especialidades y
demandas de los modernos tiempos universitarios, superados los vetustos
fundamentos humboldtianos y jesuíticos decimonónicos. La afamada Comercial del
P. Carmelo Bernaola, señera en el campo de la economía y derecho de empresa,
compaginando titulaciones con Derecho, convertida en institución pionera y
centro español de rango nacional, el ICADE madrileño como secuela. También la
facultad de Filosofía y Letras, como se denominaba entonces, fue abriendo paso a
la progresía y modernidad. Las clásicas filosofía, teología e historias se
vieron rebasadas por las modernas filologías y licenciaturas en alemán, francés
e inglés. El alumnado y profesorado creció como la espuma. Profesores seglares
extranjeros dirigían algunos de los nuevos departamentos y alguno de los
llegados de fuera ocuparían secretarías y vice-decanatos. La apertura fue
generalizada. La mujer irrumpía por primera vez en claustros y cotos machistas.
Y a tal grado ha llegado el aperturismo y desarrollo que, con admiración y
beneplácito compruebo en Internet que vicedecanas y vicerrectoras regentan
alguna de las modernas facultades del pabellón de cristal, la Facultad de
Ciencias Sociales y Humanas y la de Psicología y Educación. Mujer es también la
Secretaria General de la Universidad.
Escalinata principal (foto: Blanca González) |
La vida es
antojadiza y estricta siempre. De aquel claustro numeroso que entre numerarios,
agregados, adjuntos y auxiliares pasaba del centenar ya no están o ya no son la
inmensa mayoría. Muchos se fueron hasta del recuerdo. En el corazón pervive el
grupito de los fieles. Los íntimos e inolvidables. Amigos y compañeros que
dejaron su impronta en el advenedizo “Herr Doktor” importado de Alemania. Para
ellos, representados en este singular cuarteto, este brevísimo recordatorio de
homenaje y agradecimiento.
Luis Lázaro Uriarte: vasco barojiano. Aún te veo
Luis siempre con el cigarro en la boca, mascullando y regalando arte a espuertas
llenas, con las más hermosas palabras de crítico y profesor de arte. El mejor
elogio de despedida última hace unos años llegaba de uno de tus ilustres exalumnos,
Zugaza, director actual del museo del Prado al recordar a su maestro de
historia del arte en Deusto, Luis Lázaro. Culto entre los cultos. Lector
insuperable. ¡No sé cuándo dormías! ¡Todas las semanas caían tres o cuatro
libros en tus veladas literarias hasta las tres o cuatro de la madrugada! No
había por donde pillarte. Generoso y espléndido. En nuestro salón cuelga alguno
de los valiosos cuadros que nos regalaste, unos más del rimero que atesorabas
como presentador codiciado de exposiciones en galerías o salas de arte
bilbaínas.
Carlos González Echegaray: cántabro universal. Historiador,
lingüista-africanista, bibliógrafo. Ante todo humilde y cordial. Dulce y
callado. Bibliotecario de la Menéndez Pelayo santanderina, Archivero de la
Diputación foral de Vizcaya, nos dejaste para siempre el pasado año como
Director de la Hemeroteca Nacional de Madrid, donde nos vimos por última vez.
Ricardo
de Ángel: Por méritos propios, aun siendo profesor de la Facultad de Derecho,
mereces ser incluido en esta nómina de Letras, por ser amigo de todos. El más
joven del claustro. Frisaba los 30 cuando nos conocimos. También el más pequeño
de estatura. Pero de talla excepcional como profesor y persona. Sintonizamos
muy pronto y ambos fuimos los primeros vicedecanos seglares en nuestras
respectivas Facultades. Acabaría de Decano. De humilde familia sestaorra,
estudiante siempre becado y sobresaliente, fue premio extraordinario fin de
carrera en el distrito universitario de Valladolid. Relevante jurista y abogado
bilbaíno hace unos años fue nombrado Doctor Honoris causa por la Universidad de
Buenos Aires.
Winfrid Arnold: lector de alemán. Austriaco
con aires y portes prusianos, fraternal compañero. Apoyo y contrapeso al pequeño,
tierno y fácilmente abordable jefecillo.
El recuerdo de Deusto, aunque oscurecido y envejecido por la
distancia de los años y el destino, permanece fiel y firme. Inolvidables las
atenciones y amabilidades: La hospitalidad de los de dentro y los de fuera: De
los primeros o los de casa, los compañeros jesuitas que todavía residían en la
planta superior: Juan Luis Cortina, Juan Churruca, Javier Petrirena, Ignacio Elizalde…
De los de Arriba y los de Abajo: Rectores P. Ferrer Pi y P. Reyzabal, P. Santamaría y Ramón Areitio decanos. Compañeros de fuera. Ilustres especialistas
en su materia a los que Deusto sirvió de trampolín y academia de paso, y que aterrizaron
más tarde en puestos de rango y como catedráticos, en universidades nacionales
o extranjeras: Madrid, Salamanca, Alcalá, Vitoria, Michigan etc. Omito nombres
para no caer en omisiones. Entre los de abajo, rápidamente sintonicé con
personas de todos los gremios y estamentos: secretarias(os) y bibliotecarias(os),
bedeles y jardineros… Pero la vida además de antojadiza es mandona. La psicosis
de inestabilidad profesional, la incertidumbre y la obsesión epocal por
conseguir un puesto oficial fijo provocaron nuevo planteamiento de futuro. En
menor escala que en Alemania, pero seducido por tentadoras promesas de amigos
mayores foráneos, comencé a sentirme incómodo, en mi presunción de ciudadano
del mundo, en la estrechez del Pagasarri y Archanda, de Enécuri y del Serantes,
y acuciado por las circunstancias políticas. La oferta y llamada de la universidad
pública, la Complutense madrileña, se convirtió en manzana tentadora. El
consejo familiar consideró también oportuna la llegada de la hora del cambio,
cuando Antje comenzaba ya los estudios universitarios.
Ello no significaba ni deserción ni descontento. DEUSTO – su Universidad- continúa en mis duermevelas girando en torno de mi cerebro.Y en ese baile participan mis fieles compañeros y alumnos, mi
despacho, sus aulas y pasillos, su cafetería y sus capillas, su adorada fachada central, su escalinata y
sus dos magnolios guardianes protectores regalándome sus flores, su verdor y su
sombra, y la constante y fiel compañía de la Ría. ¡Y tantos casos y cosas! En
el balance global pesa más lo que aprendí que lo que enseñé. Más lo que recibí
que lo que aporté. El “Kleinman” (pequeño hombre) brechtiano, se despedía
transformado en individuo multidimensional con ribetes de humanista universal.
En
esta retahíla de ecos y recuerdos, algunos desdibujados, permanecen nítidos y
cercanos: Un reloj en mi mesa de trabajo, regalo de valor incalculable, de dos
de mis fieles alumnas, Mar Pérez y Carmen Izarra, hoy profesoras, representantes de Deusto en El Escorial, en el VII Congreso de Germanistas Abril
1992 “Homenaje a Manuel José González”.
Visita a Deusto en abril 2011: entrañable reencuentro con Carmen Izarra (foto Blanca González) |
El gesto más cálido de agradecimiento y cariño de Carmen Izarra abrazada a mi vetusta naturaleza durante la visita familiar a Deusto en nuestra excursión familiar a Algorta-Bilbao en abril de 2011. Como oro en paño, aunque empolvados, conservo también
los primeros volúmenes de “Letras de Deusto”, prestigiosa publicación de esta
universidad, cofundada con el Padre Elizalde y varios compañeros en 1971, y que
para mi gran sorpresa continúa aun publicándose.¡Chapeau! Caso insólito en este
tipo de publicaciones. Igualmente almaceno varios trabajos- excelentes en su
mayoría- de mi último Curso de Doctorado en Deusto: “El carácter de Don Quijote
y Sancho. Primera interpretación en una lengua germánica”.
Y por último, y como
testimonio gráfico, esta amarillenta foto histórica - ¡la única¡ - directamente
vinculada a mi actividad deustoarra: un periodista de HIERR0, (Eguillor),
diario bilbaíno de aquellos tiempos entrevistando en el nuevo y flamante
Instituto de 2ª Enseñanza de Guecho al secretario y responsable del VII Curso
Internacional de Lengua y Cultura españolas de Deusto (1968). Como
algorteño quijotesco y amante de mi nuevo pueblo propuse trasladar y organizar
en Algorta - mar, playa, paisaje y vacaciones - los cursos de verano para
extranjeros, en vista del escaso atractivo que ofrecía Bilbao, entonces ciudad
industrial. El resultado fue exitoso y satisfactorio.
Si bien el ensayo fue golondrina de un par de primaveras, y ya que nos encontramos en la acogedora y hospitalaria Algorta, reservémonos y
reservémosla para próximo capítulo.
3 comentarios:
Querido Manolo:
He leído con gran emoción tus últimos "Recuerdos de un Octogenario Juvenil" y no sé qué admirar más:si la nitidez de tus recuerdos, si lo ameno de tu prosa y tus magníficos versos o sobre todo, y para mi más importante, lo que subyace en tus escritos. Es decir, tu bondad y calidad humana.
Para mi, eres un carrascaleño universal e intrépido (¡qué gran valor especializarse en Goethe!) capaz de atravesar de noche el río Tormes por vados (o no) en busca de tu gran amor Palmira, o parar la circulación en Alemania. Por todo ello, creo que si estuvieras en Berlín, Frau Merkel trataría con más cariño a los países del sur de Europa.
Espero seguir leyendo tus emocionantes "recuerdos" y seguir disfrutando con ellos.
Un abrazo fuerte de tu amigo y admirador,
Jesús
¡Ay Jesús!¡Jesús! Plagiando al Marqués de Bradomín valleinclanesco solo se me ocurre exclamar:"!En achaques de vejez quien no ha pecado alguna vez!" Tu comentario tan cariñoso como literario ha fomentado mi vanidad, petulancia y presunción. Pero bien es que perdón merezcas,porque tus bellísimas palabras brotan de un corazón modelo de amistad y arquetipo de lealtad,gracejo y franqueza. Danke schönnnnnnnnnnn¨ El Carrascalejo
¿Cómo regresar a un Bilbao que no he conocido? Querido tío, entre los recovecos de tus palabras existe una especie de veneno dulce y lacrimógeno. Amo la universidad, nunca quiero salir de ahí. A tan sólo siete días de iniciar mi segundo año observo las fotos de Blanca con nostalgia (y solamente han pasado tres meses), y tengo ganas de correr de nuevo por la facultad porque ciertos profesores impiden la entrada pasada cierta hora (y tengo tendencia a bajar a la cafetería a por un café en hora punta). También tengo ganas de cantar con el coro en la capilla, de quedarme hasta tarde por los claustros, de hacer excursiones por otras facultades, de los eventos interculturales, de comprar cuadernos (otra tendencia, es como una obsesión) y de saber cómo concibes la universidad hoy día tras tantos años. La describes tan diferente, tan abstracta que hasta me siento compungida por no haberla visto en otro tiempo.
Por eso, querido tío, quiero hacerte una petición formal. Para mí, esto es como el correo ordinario de antes, sólo que el resto de las personas pueden verlo si tú lo deseas. Mi petición es que asistas a mi graduación.
Un gran abrazo.
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