martes, 17 de octubre de 2017

Mi relación amistosa con EL ÁRBOL

La Historia Interminable 
"Los Árboles hacen más azul el azul del cielo" (MJG)

El protagonista de la siguiente historieta vino al mundo en un pueblecito castellano-leonés, más concretamente salmantino, al que pudiéramos catalogar como el 3P: Pequeño, Pobre, Perdido. Pequeño, pues sus vecinos no llegaban a la veintena. Perdido, ya que en el aquel entonces no había llegado todavía el asfalto al par de caminos de carros que lo comunicaban con los poblados vecinos. Y Pobre, finalmente (en plena acepción del adjetivo y por mi relación y conocimientos de arboricultura), pues, exceptuada la encina y familia, el árbol que le prestó nombre: Carrascal (1. sitio poblado de carrascas, 2. encina pequeña o mata de ella) y las zarzas (zarzamoras) invadiendo paredes divisorias en los minúsculos “cortinos” de la periferia, el resto de vegetación arbórea podía contarlo con los dedos de una mano. De frutales, árboles de adorno, coníferas, incluso de choperas, alamedas y robledales… ¡nada de nada!

El niño amante de los animales creció, vivió, y convivió, con gatos y perros, gallinas y palomas, cabras y ovejas, cerdos y burros, mulas y caballos, vacas y bueyes… entre los que se sentía como pez en el agua. Y, ¡para qué contar de las aves y pajaritos que alimentaban sus sueños! Pero entre ellos reinaba el vacío y la pobreza vegetal -¡ni flores, ni jardines, ni árboles!-, la dominante en los secos veranos y lluviosos inviernos de meseta. Excepción que confirma la regla: algunos chopos -tres de ellos legendarios ¡desaparecidos!- estirándose hacia el cielo, enhiestos vigilantes: 1. el del camposanto, 2. el del “cortino” del señor Eusebio a la entrada única del pueblo, en el camino de San Pedro, dando la bienvenida a los forasteros, y 3. el de los charcos, centinela por el este.
Tal vez fueran estas circunstancias primitivas, el vacío o la pobreza vegetal, quienes al ampliar mis horizontes, desataron en mi alma el interés y la pasión por la Naturaleza.
Cuatro fueron las etapas importantes en mi largo deambular por el reino vegetal. Fases o momentos que configuraron este recorrido por el Bosque de mi Vida.

El Árbol en el Pasado recobrado. 
Primeros pasos: Zarapicos, autodidactismo idílico.

Este minúsculo municipio, a tiro de piedra de mi Carrascal, distancia recorrida de niño saltando y cantando hasta la casa de mis abuelitos paternos, fue mi primera y más práctica “Cartilla de Ciencias y Amor a la Naturaleza”. “Oasis de verdor y frondosidad”, lo definí en uno de los primeros capítulos de este Blog. Simplemente quiero repetir que allí se fraguó mi amor y pasión por la Naturaleza.
 Rara era la familia que no compaginaba jardín con huertecito, flores con frutales. Fue vivero y escuela de prácticas y cariños: con primos y amigos aprendí a distinguir alamedas, donde anidaban las oropéndolas, de choperas preferidas de las urracas. Con el par de frondosos alcornoques y algún roble en el Valporquero, huerto del abuelito, aprendí a diferenciarlos de las encinas del monte de Carrascal. Y en los babilónicos jardines de la tía Irene convivían flores y frutas: rosas de todos los colores y un árbol del paraíso, compitiendo en aromas con mimosas y celindas. Peras, ciruelas y manzanas de toda clase, coloridos y sabores, alternando con membrillos, nogales e higueras, avellanos y almendros. Unos y otros, todos ellos, continúan adornando la plaza de mi memoria con las ramitas y frutos robados a los que se atrevían a sobrepasar la pared de la plaza del pueblo.

El Árbol hecho Palabra y Poesía

Un paso de gigante en este campo fue el descubrimiento de la belleza de la Palabra y la Poesía: al Árbol debo también mi debut escriturario y mi afición a la pluma. Incentivado por el artículo de prensa local que noticiaba la Fiesta del Árbol, redacté una breve reseña de la historia de dicha fiesta. Animaba a los lectores de La Gaceta Regional a seguir el ejemplo de Nebraska (EE.UU) donde a partir del 10 de abril de 1872 -primera fiesta del árbol registrada- llegaron a plantarse más del millón de árboles para proteger del viento, las tormentas y la calima las llanuras de este estado americano. Y tuvo que llegar -¡y llegó!- mi devoción al árbol en forma de verso. Fueron los chopos y álamos del río, de mi trocito de Tormes,  quienes me arrastraron hasta la pasión por los álamos y chopos del Duero de Antonio Machado:

He vuelto a ver los álamos dorados,
álamos del camino en la Ribera
Álamos del amor que ayer tuvisteis
de ruiseñores vuestras ramas llenas
Esos chopos del río que acompañan
con el sonido de sus hojas secas
el son del agua cuando el viento sopla…

El árbol hecho verso. El árbol un libro abierto. El jardín y el huerto convertidos en Poesía. Paisaje y Poesía armonizados al ritmo de “Campos de Castilla” de A. Machado, de “El Ciprés de Silos” de Gerardo Diego, de “La Encina” de Gabriel y Galán, y de “El Huerto “… “Del monte en la ladera, plantado…” por Fr. Luis de León, ...

Alemania, mi maestra en tantas materias

La ampliación de horizontes culturales y profesionales, desencadenada del lastre del pasado, acució mi afición y amor a la Naturaleza, a los vegetales y a las plantas. A ello contribuyó también cierto episodio anecdótico que me permito relatar a continuación (¡el suspenso más vergonzoso en mi carrera de aprendizajes!): durante mi primera estancia como becario en Frankfurt, supe conquistar la amistad del director de Turismo en la ciudad del Main. Herr Möhring, tal era su nombre, funcionario cordial y hospitalario, acogió con simpatía y altruismo a este españolito, uno de los primeros emigrantes hispanos que llegaban a la Alemania de Postguerra a mediados del pasado siglo. Con frecuencia invitábame a su casa y a pasear por el frondoso bosque de la ciudad, el famoso Frankfurter Wald. En su interés por el español y la cultura española insistía una y otra vez en repetir la pesadita pregunta habitual en nuestros paseos: Wie heisst Das?” (“¿cómo se llama esto?”), refiriéndose a todo tipo de vegetal del entorno. ¡Tierra trágame! Como buen españolito, para mí todas las coníferas eran pinos, todos los árboles con hojas eran chopos y todos los arbustos escobas o carrascas. ¡Qué vergüenza! ¡No sabía ni un solo nombre en español! En suma, cero en terminología y conocimientos de botánica y arboricultura. Pero no hay mal que por bien no venga. Desde aquel suspenso, me apliqué en cuerpo y alma a observar, estudiar y disfrutar de la naturaleza. ¡Un inmenso espacio se abría ante mí! Muestra de ello son la plantación y cultivo de árboles y plantas de todo tipo en La Colina de Valmiguel: “vivero familiar” donde impera el valor y belleza del árbol, el amor a las flores y las plantas.

La Colina de Valmiguel en Palacios del Arzobispo y los Jardines familiares. 

Historia interminable.  La práctica hace al maestro. Y… “la labor de la viña, ella lo paga en vendimia”… en fruto, agradecimiento y alegrías. El Amor al árbol, plantas y flores es tradición familiar que mis hijas, yernos y niet@s cultivan con esmero. En su pequeño jardín crecen: higueras o nísperos, ailantos o acacias. Florecen lilos, forsitias y mimosas. Adelfas y romeros. Prunos, árboles de Júpiter y trepadoras varias. Al cobijo de las parras de uvas, flores de primavera y verano pueblan arriates y jardineras, tiestos y terrazas. En el Bosque de las ilusiones familiares conviven perennes, brotando y floreciendo todas las primaveras, infinidad de árboles y plantas adornando las veredas de nuestro caminar. Árboles, plantas y flores son nuestros mejores aliados.

“Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol”. (Martin Luther King) 

Y como punto final, un pensamiento griego que subrayo pretendiendo llevarlo a la práctica:

”Una sociedad se hace más grande, cuando los ancianos plantan árboles, aunque saben que nunca se sentarán a su sombra”.



[i]  Nota obligatoria. El pueblecito 3P continúa pequeño, es cierto. Pero, transformado en el de las 3R: “Resucitado, Remozado y Reencontrado”. Resucitado y remozado por nuevas generaciones, que de las ruinas y abandono han levantado vida y verdor: un coqueto parque al amparo del campanario, chalés y nuevas viviendas con su jardincito y sus flores. Incluso hasta nuevas plantaciones en lugares simbólicos. ¡Fiesta del Árbol publicada en La Gaceta!

1 comentario:

Teresa dijo...

Es buen consuelo descubrir que en tus principios en Alemania no conocías los nombres ni en español. En esas me he descubierto yo avergonzada estos últimos años en los que empiezo a saber más nombres en el idioma extranjero (y aún así son bien pocos) y !esto no puede ser!. Así que he de lanzar a las andanzas de aprendizaje :D