viernes, 3 de abril de 2015

"Algo se muere en el alma cuando un amigo se va..."

Y ese algo se duplica y multiplica cuando es doble la inesperada partida, como se dio la circunstancia para cerrar las idus de marzo. Agrandando mi tristeza y amargura, a distinta hora. A primera de la mañana y primera de la tarde. La radio fría, distante e indiferente comunicaba la muerte de un viejo amigo, amistad desde la juventud en las aulas salmantinas: José María Martín Patino, y el ordenador anunciaba tras la siesta en escueto mensaje de Párraga, director del Coro Entre Amigos: “Me comunican que acaba de fallecer Jesús Muerza”, amigo de amistad profunda y más reciente, nacida a través de la música y del paisanaje Vizcaya-Salamanca y Golpejas-Carrascal.

Sirvan de homenaje y muestra de cariño a ambos el siguiente recuerdo, en prosa y verso, en estas mis Memorias, en un día tan apropiado: Viernes Santo de Dolor 2015. 

José María Martín Patino

Primera misa del Padre Patino en Frankfurt

Retrato impresionista del Padre Patino, reconocido y elogiado por la prensa y otros medios de comunicación: "Un hombre de acción", "escritor y teólogo salmantino", "jesuita de hierro", "mano derecha de Tarancón", "y también la mano izquierda", "artífice de la transición eclesial", "luchador por el diálogo y comprensión entre sectores sociales diferentes", "enamorado de la reconciliación entre vencedores y vencidos, entre ricos y pobres", "presidente de la Fundación Encuentro... ".

Mas para mí, José María era Pepe y era eso y mucho más. El carácter fuerte, frío, distante y luchador no era el de mi amigo Pepe. Pepe era sencillo, cordial, amigable, sociable y humanitario. 

En Frankfurt, donde reanudamos la amistad trabada durante nuestros estudios en Salamanca, yo estudiando "Modernas", mientras él estudiaba "Clásicas", consolidamos nuestra amistad. Allí era amigo de todos: de los ricos (los naranjeros exportadores y banqueros alemanes y españoles) para ayudar a los pobres: a los Gastarbeiter (trabajadores emigrantes en los 60) y a los estudiantes. Más de una vez me contrataba (?) como repartidor de naranjas, donadas por el Mercado Central de Frankfurt, entre los necesitados. De su "apostolado" con los jóvenes da testimonio todavía hoy el trío más fiel: Peter Fromm, José Luis Laguna y Manolo González. Integrado en nuestras familias, a él debemos bautizos en Frankfurt (Antje, nuestra primogénita, e hijos de Laguna), bodas en Madrid (Antje, e hijas de Laguna ), Valencia (Peter) o Salamanca (Emma); y comuniones (Lucila, en Madrid). En Valencia casaría a nuestro fiel amigo Peter Fromm, de confesión evangélica, en la catedral valenciana, superando obstáculos episcopales.

Pero el más preciado galardón de su amistad fue dejarme contagiar de su incesante interés por aprender y mejorar, animándome a escribir mi tesis doctoral e impulsándome y facilitándome más tarde mi traslado a Bilbao, como profesor y director del Departamento de Germanística en la Universidad de Deusto.

Años más tarde, asentados ambos en Madrid, aprovechábamos el paréntesis de mediodía, para practicar juntos el tenis en San Cristóbal, antes de la comida familiar en Majadahonda.

Lo bueno suele terminar donde comienza: nuestro último encuentro, hace un par de años, tuvo lugar en Salamanca, invitándome a reencontrarnos en la modesta residencia de Florida de Liébana, pueblo salmantino en las riveras del Tormes, donde continuaba trabajando con empresarios para la promoción y difusión de productos alimenticios charros.

Un día antes de cumplir los noventa alcanzó la jubilación definitiva. Descanse en merecidísima paz, este gran amigo, defensor a ultranza de la concordia, la igualdad y el diálogo.


A Jesús Muerza

Nuestro tenor escuchando la actuación de su hija Elena en el Teatro Real

En el templo místico de mi memoria
tienes, Jesús, altar alzado,
entre gótico y barroco,
donde fulgente lamparita arde
por el recuerdo y el cariño
custodiada,
dádiva
para los amigos como tú, fieles, 
reservada.

Oculta y escondida,
cual reliquia de santo,
en cofre de plata venero,
tu voz de tenor alegre,
impartiendo alegrías
y armonía.

Te recuerdo como eras
en ensayos y conciertos,
festejos y sobremesas, 
en tu jardín (¿tuyo?)
y en mi retiro campestre (¿mío?).
En vuestra visita relámpago, 
irradiando humor y alegría,
dando lo malo por pasado.

Oigo y escucho tu palabra vasca
humanizando, 
con tu verbo unamuniano 
filosofando,
y tu quevedesco y burlesco tono 
repartiendo gracias y sentencias,
satirizando.

En la oscuridad de las sombras
de tu ausencia 
sobrevives nunca olvidado.
Lucecita
que no apagarán los tiempos,
compañero del alma
¡tan amado!

Jesús en un concierto de EntreAmigos

2 comentarios:

AAGlez dijo...

Tu post es de lo más entrañable. Como primera personita a quien bautizó Patino, también yo he sentido su muerte y me ha gustado leer esos retazos su vida, que apenas conocía.

Anónimo dijo...

Querido Manolo,

tu "pluma" me ha emocionado. No se puede decir este recordatorio ni más concreto, ni con mayor afecto de verdadera amistad.
Gracias, caro amigo, Peter Fromm