domingo, 4 de enero de 2015

Homenaje a la matriarca de la familia: guardiana y defensora de tradiciones seculares

Te fuiste sin despedirte. Pero dejando bien atados todos los cabos. ¡Todo tan bien organizado! Como siempre. Pasaste a la otra vida, por la que tú luchaste, en el día y fecha en que la España de tus amores festejaba el tránsito a la democracia (6 diciembre). En el momento más oportuno: cuando la mayoría de los tuyos, dispersos por la piel de toro, se encontraban en Salamanca circunstancialmente: como si hubieran recibido tu mensaje y acudido a rendirte el último adiós. Elegiste  para tu funeral el día de la Inmaculada, de la que tú eras tan devota. Pues, no hay monumento, iglesia o santuario a Ella dedicado que tú no visitaras o al que tú no peregrinaras: desde La Peña de Francia a  Guadalupe y Fátima, desde la Purísima a María Auxiliadora en Salamanca o La Salud de Tejares.

Te fuiste sigilosa. Una enfermedad devastadora pudo contigo. Y la “tía Tina” que siempre recordaremos y querremos será aquella madre y hermana, cuñada, tía o prima apasionada y luchadora, ansiosa de aprender más y más, de viajar y  de enseñar. Guardiana y defensora de sólidos fundamentos, fiel a viejos principios y tradiciones.

Pero… comencemos la historia por el principio. Nos conocimos de jovenzuelos. Tres bachilleres,Tina, Palmira y un servidor, luchaban en una academia de la Puerta Zamora, por quitarse del medio el fatídico y temido Examen de Estado o Reválida  de aquellos tiempos. Las tres hijas del secretario de Palacios del Arzobispo y el diablejo de su hermano Emilio moraban y compartían habitáculo modesto y siberiano en el corazón del barrio universitario salmantino, en la histórica calle de Libreros. Tina, como primogénita oficial, cumplías a rajatabla con la responsable misión de “ordeno y mando”. Con Palmira formabais un dúo inseparable en el que la mayor, siguiendo la tradición, llevaba la melodía y la batuta. Y desde que el compañero de academia comenzó a acercarse demasiado a tu hermanita, bordabas tu papel de fortaleza protectora, vigilando entradas y salidas, idas y venidas, vueltas y revueltas, citas y comportamientos. Dori, la pequeña picaruela, con su dulce ingenuidad, se saltaba a la torera, secundando a su hermano Emilio, normativas y reglamentos.
                                                                                                                                
Terminada la carrera y alzado el vuelo, destino, maridaje y profesión de las tres hermanas docentes os condujeron por distintos y lejanos derroteros. Tú, sin embargo, después de breve estancia por tierras sanabresas zamoranas (inolvidable Rioconejos), conseguiste asentarte definitivamente en Palacios, en “la casa de la maestra”, a un pasito de tus padres.

Un día del Pilar festivo, de 1955
El pueblo que te vio nacer y crecer se convirtió en el pueblo de tus amores. Y desde el día de tu boda -un Pilar festivo, solemne e inolvidable en los anales de Palacios del Arzobispo-  Dª Tina la maestra y Dº Ignacio el veterinario acabasteis convertidos en institución palaciega. Y aunque la profesión de Nacho os trasladó a la capital y os ubicó definitivamente en la Plaza de la Reina, el tirón del pueblo, sus gentes y familia, convirtieron a Palacios en centro y campo de operaciones, de tus sueños y ensueños: la escuela y la iglesia, la plaza y los bares, la tertulia y partidas a la brisca o al  tute con prima(o)s y amigos, los celebrados festejos de San Juan, el Ofertorio  o la fiesta de la Morera, asociación que presidiste una temporada… por recordar algunas de nuestras comunes debilidades.

Vendimia 1970
El traslado inicial a la capital de Salamanca no redujo en absoluto vuestro apego a la naturaleza y a los animales. Pusisteis en marcha en  Villamayor una “granja modelo”, visita obligada en vacaciones y veraneos, donde pequeños y mayores asfálticos disfrutábamos al aire libre de la vivienda y piscina, y en la inmensa campiña, establos y cobertizos de la compañía y fascinación de las vaquitas y terneros, de las gallinas y cerdos.

Pero la impronta de Palacios en los atardeceres de tu carrera, os arrastró a trasladar la residencia rural a la tierra que os vio nacer, y levantasteis en la que fue olvidada parada del coche de línea, un moderno chalet, Entrencinas bautizado, con su huerta y frutales, tus rosas y tus flores. Acierto pleno de ubicación: en  transitado cruce de caminos, con el mirador de Valmiguel a tiro de piedra.

En la larga estela de recuerdos de esa etapa final de jubilados jubilosos y voluntariosos, figuran los viajes turísticos comunes que simbolizaban nuestra querencia por viajar, ver y aprender. Siempre con boli en ristre y cuaderno de notas a punto. Juntos, en compañía de alguna de tus hermanas y maridos, volamos hasta El Cairo y navegamos por el Nilo hasta Assuan, viajamos por el extranjero y por España: Italia, Israel o Portugal; Galicia, Extremadura o Cantabria, Santiago de Compostela, Cáceres, Santander: por las dos Castillas y Madrid, Toledo, Segovia, Ávila  etc.

¡Te fuiste antes de tiempo! ¡Llevabas ya años ausente de nuestras reuniones, Herreradas y celebraciones! Nada pudieron por salvarte ni el celo, ni el modélico cariño de tus hijos.

Entrencinas y el toro de su veleta
Contigo se nos fue la matriarca de los Herrero, la heredera en Palacios de una numerosa familia viajera, para la que serviste de aglutinante. Fuiste el hada-madrina al borde del camino (además de madrina de nuestra hija Emma). Entrencinas era parada y alto de familiares y amigos que subían y bajaban del pueblo a la Bandera o al Carbajo, a la Viña o al Caño o viceversa. Tu palacete, en el que nada faltaba, es hoy santuario vacío con su lucecita nocturna apagada. El toro de su veleta continúa marcando la procedencia del viento. Tus mimosas continuarán anunciando la llegada de la primavera, y por mayo volverán  a florecer  los lilos y rosales, y aromatizar el paso de los transeúntes, que no te olvidamos.

Descansa en la paz por la que siempre luchaste.

Y como recuerdo de momentos memorables juntos, sirva de colofón esta muestra fotográfica:

Ya sale la novia...
...y en la boda del bloggero con tu hermana...
...y en la de tu hermano y Merce con la nueva generación en primer plano....
...y de modelos en Zamora en la boda de una amiga...
...y con tío Benito, el gran maestro de la familia...
...y recibiendo a parientes y amigos ya en el jardín de los abuelitos.
...y la Reina de la calle La Reina!
...y en una de tantas excursiones con la familia...
...en las Arribes salmantinas...
...y escalando los picos de Gredos.


1 comentario:

Anabel dijo...

También era mi madrina... Madrina de Emma y mía. Hasta siempre, querida tía Tina.