sábado, 1 de marzo de 2014

MUCHACHO PARA TODO EN ALEMANIA: Intérprete de altura


“El muchacho para todo” prometía en “RETROSPECTIVAS ALEMANAS” relatar en capítulos sucesivos alguna de las batallitas, cómicas algunas tragicómicas otras, curiosas casi todas, acaecidas en campos de formación y experimentación profesional germánicos. Al margen de la actividad profesoral fui aprendiendo y desarrollando una variopinta serie de insospechadas e imprevistas actividades, alarde de romántica valentía y juvenil heroicidad. Destacan, entre otras: locutor de radio y traductor de guiones radiofónicos, intérprete polifacético, reportero y corresponsal en el extranjero, editor y asesor editorial.

Sin comerlo ni beberlo, sin pensarlo ni buscarlo, conjugando placer con devoción, de la noche a la mañana me encontré inmerso en el mundillo de la radio y de la prensa, acompañando con micro en ristre cual principiante lazarillo, a Herr Antes, director y dueño de un estudio radiofónico, asociado a InterNationes (organismo paraestatal del gobierno alemán, entonces en Bonn). En aquellos comienzos de la radio, había que armarse de valor torero para colocarse ante el terrorífico morlaco del micro. Pero el tal Herr Antes, crack y maestro en la materia, utilizaba un escalofriante sistema para novatos nerviosillos: Te colocaba imperativo el micro ante tus narices ordenando:”- Fragen Sie” o “Sprechen Sie-” (Pregunte Ud. o Hable Ud.)… y no te quedaba más remedio que abrir el pico, saliese o no el sol por Antequera.

Además del trabajo en el estudio, grabaciones culturales sobre Alemania para ser enviadas a emisoras españolas o iberoamericanas, nuestra labor consistía en acompañar al jefe a todo tipo de eventos: manifestaciones o celebraciones culturales, ferias y congresos, conferencias y conciertos, festejos o solemnidades populares, regionales, nacionales e internacionales. Sin olvidar las obligatorias entrevistas a artistas (entre otras Victoria de los Ángeles., doblada por Palmira), diplomáticos o ilustres visitantes invitados en la RFA.

Pero grabada en oro en mi memoria, efeméride a celebrar en mi curriculum, fue la asistencia en el Berlín Occidental (Alemania continuaba dividida en dos) al primer encuentro después de la gran guerra de escritores Ibero-americanos y alemanes. Allí tuve el honor e inmensa alegría de conocer, tratar y entrevistar personalmente a Miguel Ángel Asturias, Jorge Luis Borges, Germán Arciniegas, y al entrañable, tan pequeño como gran novelista peruano Ciro Alegría (fallecido pocos años después del encuentro, y de quien recomiendo “La serpiente de oro” y “El mundo es ancho y lejano”). Con Miguel Angel Asturias (a quien años más tarde tuvimos la gran suerte de saludar nuevamente en la universidad de Salamanca) disfrutamos Palmira y yo, días después, acompañado de su encantadora mujer Blanca, de compras por Frankfurt, donde fueron agasajados por editores y libreros alemanes. Inolvidable el encuentro en la editorial Insel con Borges, ya ciego, rodeado de una nube de periodistas, respondiendo a todos ellos con citas de Goethe, Schiller o Shakespeare en envidiable inglés o alemán. Holgaba la presencia de intérpretes.

Las experiencias fueron gratificantes y aleccionadoras. Algunas, inolvidable y hasta históricas. Sirva de muestra jactanciosa la foto con el Presidente de la República Federal Alemana, Heinrich Lübke en el estudio Internationes de Frankfurt, en el que Palmira (¡mi secretaria particular!) colaboraba también como locutora. Para enmarcar, y motivo de orgullo es el afectuoso y cercano ruego del Presidente a Palmira pidiéndole se acercase a él para la foto: ”Mädchen, komm, komm zu mir” (Muchachita, ven, ven aquí a mi lado). 

Herr Antes (curioso apellido alemán sin parentesco genealógico ni lingüístico con España) acabó integrando la larga lista de amigos alemanes. Y a él debemos, gracias a las pingües remuneraciones, una de las llaves de nuestro pisito en Salamanca.
Pero descendiendo a lo humano y cotidiano no puedo silenciar otros casos de mi actividad de intérprete.

Entre los caninos destacan mis servicios al ilustre cliente de las tres erres: D. Raúl Roviralta y Rocamora. Con tan rimbombantes apellidos podría deducirse que fuera dueño de los laboratorios farmacéuticos Roviralta de Barcelona y del afamado criadero de perros pastor alemán Costa Brava. Mi primera función consistió en recogerlo en mi flamante VW del Hotel 5 estrellas Frankfurter Hof y viajar hasta las proximidades de Colonia, la friolera de más de 200 kilómetros, en busca de un cachorro del campeón europeo de esta raza. Nos costó Dios y un santo dar con la aldea y casa blindada donde un aldeano custodiaba tan preciado tesoro. Después de mucho tocar el timbre, no solo no conseguimos cachorro alguno sino que ni siquiera logramos las orejas de tan valiosa joya, teniendo que conformarnos con direcciones de los propietarios de herederos de tan codiciados genes.

Pero mis conocimientos caninos alcanzaron tal nivel y a tal grado llegó la confianza del Sr. Roviralta en mi humilde persona que hasta, después de visitado un criadero y centro de adiestramiento de dicha raza cerca de Limburg, formalizábamos la selección y compra por teléfono o correo. Mi hija Antje, con cinco años, recuerda todavía angustiada los ladridos ensordecedores de la aterradora jauría enjaulada encaramándose de manos sobre los barrotes de las alambradas; mientras yo disfrutaba con la compra de una perrita negra, preciosa y seductora, boquiabierto ante la habilidosa destreza y exhibición de adiestramiento de perros-policía. También en cierta ocasión, le envié por avión un cachorro del campeón de Baviera, con todo la parafernalia (permisos, certificados y jaulas) que ello conllevaba. Persona seria, sencilla, afable y honrada jamás tuve con él problemas monetarios. Yo pagaba mis gestiones y convenios en marcos alemanes y él me ingresaba en España la correspondencia en pesetas a mis servicios. De regreso a España, siempre prisionero en pisos, quedó en sueño su prometido regalo de un pastor alemán.

Mi papel de intérprete con la policía, solo merece ser recordado por sus connotaciones y circunstancias socio-políticas.
Fue una de las primeras nochebuenas en Frankfurt. Fría y nevada como una de tantas. El quinteto familiar, integrado ya por padres y los tres churumbeles Antje, Emma y Blancaluz, y acompañados por nuestra entrañable vecina Cenzi (antigua asistenta bávara de la familia judía, que fuera dueña del edificio antes de ser aniquilada por los nazis), se disponía a cenar cuando sonó el teléfono. La policía de la Estación Central (Hauptbahnhof) solicitaba cortésmente mi ayuda. En el tren de París acababa de llegar una pareja de españoles, tocados al estilo veraniego murciano en sandalias y chaqueta de drill, sin hablar palabra de alemán y sin saber ni dónde estaban, ni a dónde iban, ni a qué venían. Tras algunos titubeos me presenté en la estación donde pude comprobar la realidad de lo que antecede. Dos más de nuestros compatriotas que se lanzaban a ciegas, y por tierra a la aventura de la emigración, trágica situación similar a la que viven en España los miles de africanos que se lanzan al mar y a la deriva. La solución inmediata fue alojarlos por una noche en un centro de urgencias para emigrantes. Días después averiguamos que fue Caritas, con quien yo solía colaborar, quien había facilitado nuestro teléfono.

Como intérprete en la solemnidad política la foto siguiente sirve para demostrar que no todo el monte fue orégano, ni todo fue campo de rosas.
Algunas lagunillas registraba todavía el intérprete a la fuerza en el terreno de la economía. En las palabras de bienvenida del representante del gobierno de Bonn al nuevo cónsul hispanoamericano apareció el término “Währung”… -¡Tierra trágame!- tecnicismo para mí todavía desconocido. Afortunadamente antes del desplome del novato intérprete, uno de los asistentes me susurró la traducción del término “moneda o sistema monetario”. Pero como “no hay mal que por bien no venga”, el mal trago fue aliviado al final del acto al solicitarme uno de los asistentes como intérprete para al día siguiente en acto similar en Düsseldorf, donde sería nombrado cónsul de su país.

-“Póngase en contacto con mi secretario quien le agenciará billete de tren y reserva de hotel” - fueron sus palabras después de mi aceptación. 

Por primera vez en mi vida pisaba una suite de lujo en suntuoso hotel de 4 estrellas en la ciudad renana. Pero el cansancio de tan larga jornada, el nerviosismo del percance pasado y la incertidumbre e inquietud ante el mañana frustraron el dulce sueño.


Y como culminación o colofón de este serial, fui intérprete contratado por la Federación Alemana de Futbol para el presidente de la Real Federación Española de Futbol, con vistas al partido, que un gélido día de San José, iban a dilucidar las selecciones de los dos países en el Frankfurter Wald Stadion. Por decencia profesional omito el nombre de mi ilustre parroquiano quien, aprovechó la invitación para realizar ciertos negocios inmobiliarios. Más afortunado fue mi inseparable amigo Hans Peter a quien le cupo la suerte de hacer de intérprete con los jugadores, entre otros sus ídolos famosos: Carmelo, Kubala, Puskas, di Stefano etc. Aunque tanto a él como a mí nos tocó lidiar con las impertinencias de la “saeta rubia”. Perdió España 2-0, y yo sigo esperando todavía en la recepción del hotel el obsequio prometido por tan eminente cliente.

1 comentario:

Teresa dijo...

Que alegría me da seguir leyendo tus "batallitas" por Alemania.