lunes, 22 de octubre de 2012

ALEMANIA EN EL HORIZONTE II

“ Frankfurt über Alles”

                                             Mi nacimiento no me ha vinculado a un único rincón,
                                             el mundo entero es mi patria (Séneca)

Mi segunda visita a Alemania superaría en importancia y trascendencia a mi breve deambular por las pintorescas callejuelas de Heidelberg. El próximo salto me llevaría de la ciudad universitaria del Neckar a la industrial, comercial  e imperial metrópoli del Main: FRANKFURT/MAIN.  Horizontes que se ensanchan y panorámicas que se agrandan. Mi rinconcito charro, parangonando a Séneca, me abría sus puertas al europeísmo y a  la universalidad. El destino me sonreía  y comenzaba a perfilarse mi futuro profesional. Esa es la interpretación correcta del “Frankfurt sobre todo”. Ni por asomo connotaciones nacionalistas del tristísimo himno nazi “Deutschland über Alles”. Esto que quede bien claro.

La historia comenzó, como otras tantas. Del modo más fortuito e inesperado. Al rectorado de la universidad de Salamanca llegaba la carta menos académica que pueda uno imaginarse. Remitente “Das literarische Büro”  de la multinacional AEG  de Frankfurt solicitando corrector de español para el Manual de Instrucciones de la empresa. El joven rector D. Antonio Tovar, eminente  indoeuropeista,  antiguo profesor de la Universidad de Tübingen, germanófilo, políglota y fundador de la Filología Moderna en la Universidad salmantina me eligió  como alumno de 5º curso de  alemán-inglés y becario que era de la universidad. Ante mis titubeos iniciales - pues, objetivo prioritario era terminar cuanto antes la carrera ' opté finalmente lanzarme a la conquista de nuevos mundos.

Un l9 de marzo, festividad importante en el calendario español  y laborable en Alemania, entraba en agujas de la estación de Frankfurt el expreso de París con un españolito perdido y desorientado. Alboreaba una mañana invernal de frío y nieve. La Hauptbahnhof ofrecía el desolador espectro del paso de una guerra mundial. La guerra de las grandes potencias mundiales unidas para acabar con Hitler y sus SS, borrar a Alemania del mapa de Europa. Dejes y lastres de guerra por doquier. Escombros, angares con tejados desvencijados, amasijo de vigas metálicas y hierros oxidados colgantes. Viejos vagones jubilados en vías muertas. Olor a carbonilla y suciedad. Humedades y abandono por todas partes.  Película surrealista a la napolitana.

Der Roemer - Plaza Mayor de Frankfurt
La primera imagen de la ciudad fue foto de reciente postguerra. En la que fuera plaza símbolo de rica ciudad comercial  el  emblemático hotel Carlton  con su fachada agujereada por los impactos de las balas y  la metralla de las bombas. La  Kaiserstrasse, vía principal de la ciudad imperial, calle triste y  deshabitada. Años más tarde interesándome por la historia de Frankfurt averigüé que por aquellas fechas  se cumplía el undécimo aniversario del apocalíptico bombardeo de la ciudad en el que las víctimas se contaban por millares. Un historiador, testigo de la tragedia, recoge algunos de los momentos siniestros de aquella  noche infernal: “ Mientras  el museo se convertía, de abajo  arriba, en verdadera hoguera, la casa de Goethe se derrumbaba pasto de las llamas”.
         
Pero no era mi propósito contaros trágicas  historias de postguerra. ni entristeceros con negros cuadros goyescos, archisabidos desastres de sangre y muerte. Pretendía informaros de mi segunda visita a Alemania, de mi llegada a Frankfurt, del descubrimiento de un nuevo mundo, de otra civilización y de una nueva cultura, del aprendizaje de una enrevesada lengua. Todo este tinglado, laborioso conglomerado, marcaría mi futuro y el de mi futura familia.

Sede de la AEG con el Friedensbruecke
Desorientado y sin meta a la vista, sin experiencia laboral ni viajera  me encaminé con el equipaje al hombro a las oficinas de la AEG, al gigantesco edificio que aparece en la foto, hoy desaparecido por exigencias de tráfico y reveses de la economía. Las siglas AEG (Allgemeine  Elektrizität Gesellschaft) no significaban nada en mi horizonte de campanario. La AEG fue una de las primeras empresas mundiales de electricidad, fundada a finales del siglo XIX. Pues, esta AEG me sirvió de trampolín de contactos y conocimientos, experiencias  y amistades valiosísimas perdurables.

La acogida en la oficina de tan pomposo calificativo, ¡“Literarisches Büro”!fue de agridulces sinsabores. Corramos el telón sobre el triste recibimiento del futuro jefe, un ingeniero andaluz entrado en años,  exiliado durante la guerra civil, con concentrado odio a la España de Franco, a donde no pensaba volver. Me recibió con la cariñosa salutación en el andalú que continuaba siendo su lengua materna:” No ze ha que ha venío uzté aquí. Yo ni lo he pedío ni lo nesesito”. Palabras indicativas de su relación con el jefe del departamento, un mister inglés, educado, afable y cortés quien tras la lógica bienvenida me fue presentando a los colaboradores de las diferente lenguas.
           
En el departamento de español la recepción fue cordial y tranquilizadora. Allí se forjaron amistades y fraguaron dulces recuerdos que me acompañan hasta hoy día. En aquel escenario apareció un estudiante valenciano de económicas, Hans Peter Fromm, arquetipo de amistad y fidelidad, deportista consumado y aficionado polifacético, entusiasta español en Alemania y alemán como Dios manda en España (seguramente aparecerá más adelante en alguna de mis correrías por Alemania). Inolvidables las constantes atenciones de dos compañeras del departamento: Gisela Burandt y Ruth Lohse, además de verdaderas amigas, fueron ejemplares hermanitas de la caridad siempre pendientes de ayudar al recién necesitado. La primera estuvo con Palmira en Salamanca y Palacios meses antes de nuestra boda, y Ruth resultó ser la mejor agente inmobiliaria de Frankfurt: a ella le debemos nuestros dos primeros niditos de casados.

Sin embargo fue un joven ingeniero, también recién llegado a la empresa quien me brindó generoso compartir provisionalmente habitación en la inhóspita e inhabitable Bahhofstrasse, antigua colonia ferroviaria de la era hitleriana, contigua a la estación del ferrocarril. El amigo W. Siever huyó antes que yo de aquel receptáculo sin calefacción y de las desatenciones de una  joven patrona con un bebé llorón y una madre encarnación de la sosería y la vagancia. Allí aprendí el significado del término “siberiano”. Me acostaba vestido, embozado en una manta y me levantaba congelado tiritando de frío.
           
No fue fortuna mi aliada en asuntos de habitabilidad durante mi largo año de soltería en Alemania... Dos ejemplos más confirman la regla. El Wohlstand (bienestar) no se había implantado todavía en la Alemania de la “Wiederaufbau” (reconstrucción) y era frecuente el alquiler de habitaciones para aliviar la supervivencia tras la gran guerra. Esta vez mi asentamiento no superó las cuarenta y ocho horas, aunque la habitación estaba ubicada en zona burguesa de la ciudad y la arrendataria era dama con aires de alcurnia y grandeza. En consecuencia  puso como condición primera descalzarse antes de pisar la alfombra del asfixiante pasillo. El españolito, orgulloso de aldea, interpretó como humillación la norma de los zapatos y optó por tomar las de Villadiego a las primeras de cambio.

Polo opuesto a las anteriores vivencias, fue la experiencia de un mes justo, previo acuerdo, en casa de un joven pastor presbiteriano con esposa y dos niños, ejemplo de cordialidad y amabilidad. Culpable único, sin embargo, del nuevo fracaso fue la parada de un autobús bajo la ventana de mi habitación y el inhumano horario germano de las cinco de la madrugada comienzo de jornada de recorrido. Ejemplar y edificante, la paz y armonías reinantes en aquel hogar. De vez en cuando era invitado a la mesa en comunidad. Impactante para un español de creencias anquilosadas era la ceremonia de acción de gracias, previa al acto, los comensales cogiditos de la mano.Pero tampoco era mi propósito en esta primera crónica frankfurtense narrar batallitas con patronas y alquileres.
         
Debo puntualizar que mi primera relación y mis conocimientos primeros sobre Frankfurt y Alemania eran versión de libros y lecturas para principiantes. La realidad y primeros pasos cambiaron panorámica y perspectivas. Por obra y gracia del destino, cierta “transmutación de valores”(Nietzsche) y sistema nuevo de valoraciones, Alemania acabaría  convirtiéndose en “meine zweite Heimat”(mi segunda patria). Finalizado el breve contrato con la AEG regresé a Salamanca para rematar curso y alcanzar la consiguiente Licenciatura en Lenguas Modernas. Colofón sin pena ni gloria. Cuando todavía no había nacido el moderno Erasmus y no existían  ni tutorías ni consejeros el autodidactismo no fue lo provechoso que se esperaba. No obstante desde aquel verano de adiós a la universidad y último de soltería en Alemania a donde regresaría el curso siguiente, los “mejores deseos” me han acompañando permanentemente como ejemplo y recuerdo. Testimonio de ello es el primer libro de literatura alemana contemporánea que conservo como oro en paño en mis estanterías. La dedicatoria es el regalo más valioso y la expresión más elocuente de amistad d aquellos primeros meses en Alemania:

                           Mit den besten Wünschen für Deinen weiteren Lebensweg zur
                           Erinnerung an einer Zeit aufrichtiger Freundschaft. Ffm, August l955

Frankfurt, desde aquella experiencia primera, significaría nueva llamada, nuevo rumbo, nuevos paisajes, personas y personajes.A comienzos del otoño del 1955 el Goethe y el Ziehen Gymnasium ( Instituto de Enseñanza Secundaria) me recibían con afecto y simpatía como primer profesor asistente de español. Categoría ínfima en España pero muy digna y encomiable, y sobre todo altisonante e intraducible en alemán: ¡ Nebenamtliche Lehrkraft!

Estos serían mis primeros pasos en la docencia oficial. Vía, ancha a veces estrecha otra, que finalizaría en la actual jubilación. Y hasta ahora, el ondulado y cercano horizonte de las colinas del Taunus y sus bellos poblados residenciales, la navegable corriente del Main con sus multiformes puentes y ajardinados paseos, las torres de sus iglesias con la majestuosa de su catedral, los prineros rascacielos de bancos y grandes empresas industriales, continúan emblemáticos, evocadores de mis agridulces andares por la geografía sentimental alemana.

No hay comentarios: