jueves, 9 de abril de 2020

Una Pascua triste en una Primavera remolona

En la hierba del jardín apuntaba tímida una florecilla amarilla. "Este año San José os ha enviado tarde. Y pocas todavía. No sé si habrá para un ramo..."

Estoy transcribiendo literalmente de "Una Pascua Triste" (Tomo III de "Los gozos y las sombras" de mi adorado e inolvidable maestro Gonzalo Torrente Ballester).

Esta crónica comienza en una víspera del Domingo de Ramos... o de Las Palmas, pórtico de entrada a la Semana Santa y de la solemne celebración onomástica de Palmira, matriarca de la familia. 

Continúo copiando: "Una golondrina había entrado en el zaguán por la tronera y alborotaba en la oscuridad. Se oía el vuelo espantado del pájaro, se oían sus golpes contra las paredes y el techo...

- ¡Ahora te abro golondrinita!

-No serás tú de las que arrancaron a Cristo la corona de espinas cuando estaba en la cruz, ¿verdad? Pero a lo mejor eres su descendiente. Era una buena acción aquella, ya lo creo. El Señor no merecía tanta crueldad. ¡Pero en tales tiempos! ... y en éstos ¡qué caray!"

Aquellos tiempos a los que se refiere el novelista gallego son tiempos muy lejanos. No son ni tan siquiera los suyos, propios de mediados del pasado siglo. Son otro marzo y abril de primavera de 1931. Un 13 de abril de proclamación de la 2ª República, primera fecha histórica grabada en mi tierna memoria infantil - cuando a Pueblanueva, aldea gallega, escenario literario de la novela de Torrente Ballester, llegaba, en un Viernes de Pasión, el telegrama del Gobernador civil prohibiendo las procesiones de Semana Santa.

La primavera había llegado, pero el pueblo andaba revuelto y dividido. La iglesia ardiendo y los niños de uno y otro bando peleándose en la plaza. Transcurrido casi un siglo, en pleno siglo XXI, la historia, tozuda y pertinaz, se repite agravada y agrandada. ¡Universalizada!

Y sin respetar fronteras de océanos y continentes una PANDEMIA causada por el maldito virus apodado “coronavirus” ha asediado España. Europa entera y gran parte de los cinco continentes están tristes y confinados. Un vacío silencioso, una soledad obligatoria y una sociedad disociada son la tónica de esta Semana Santa 2020, que pasará a la historia como una de las primaveras más tristes por causa de esa maldita plaga contagiosa.

Densos nubarrones grisáceos amenazadores empañan el horizonte, entorpeciendo la llegada de la Primavera. Las golondrinas no han llegado. Un servidor, uno de sus más fieles amigos, que vive soñando en invierno con su llegada, no ha podido disfrutar con la bienvenida de ni una sola de tan esperadas mensajeras.

Densos nubarrones grisáceos amenazadores entorpecen la llegada de la primavera…

Si sabrá la Primavera
que la estamos esperando.
que ya la estamos soñando
asomados al balcón de la esperanza.

Cuando llegue y no nos vea
ni en la calle ni en el barrio
si creerá que equivocó
la fecha del calendario,
la cita que desde siempre
la convoca el mes de marzo.
Cuando estalle jubilosa
y no vea que a la Virgen
la preparan para el paso,
que se ha guardado el incienso,
el trono, la cruz y el palio.

Y que el Cristo igual que todos
está en su casa encerrado
y no le dejan salir
ni el Jueves, ni el Viernes Santo”...
(Hermana Lucía)

Pido disculpas a mis lectores blogueros por el abuso de tanto entrecomillado. Confieso sinceramente, que tras haber releído los últimos días la novela de Torrente Ballester “La Pascua Triste” y recibido el poema de la Hermana Lucía, ante la belleza y el valor testimonial y literario, fueron a la papelera borrador y crónica, reduciendo a simple postdata en verso la crónica de Semana Santa tan triste:

Fue un Domingo de Ramos,
sin ramitas de laurel,
ni procesión de las palmas.
Foto de Ismael Calvo - Palacios del Arzobispo

Sin tambores ni trompetas,
sin procesión de la burrita
ni repique y volteo de campanas...
iglesias y catedrales enrejadas, 
a cal y canto cerradas.

Sin vacaciones escolares
en el pueblo o en la playa,
en casita encerraditos
por el maldito virus,
“coronavirus” de marras.

Responsables dictaron la “señal de alarma”,
borrando de un plumerazo
viajes y celebraciones populares a ultranza:
procesiones, oficios y tinieblas.
Triduos y sermones, famoso...
el de “Las siete palabras”.

Pasiones y oratorios,
requiems y misereres,
conciertos de música sacra: … y saetas
Palestrina, Vitoria,
Brahms y Schubert, Schumann,
mesías y cantatas…
(MJG)


PD: La “ Pascua 2020” pasará a la historia como la “Semana Santa del Virus”. Sin Cánticos de Gloria, sin Aleluyas ni Hosannas. 

...pero “la Primavera ha venido y nadie sabe cómo ha sido”. Siempre jubilosa y hermosa… ¡y tan florida! Con las fresias, caléndulas y alhelíes de mi balcón, de premio a nuestros aplausos diarios de las ocho de tarde, muestra de nuestra gratitud y solidaridad.


Caléndulas en el balcón del Nonagenario
Fresias en el balcón del Nonagenario bloguero

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