domingo, 15 de marzo de 2015

Algorta o la cultura del encuentro y la amistad

Finalizábamos nuestro anterior recorrido por Algorta aposentados en una calle, una casa y un piso siempre abiertos a la amistad y a la hospitalidad: Kasune 1, 3º izquierda. Todavía hoy continúan cabalgando en la memoria, Kasune arriba y abajo, un tropel de familiares y amigos, que fueron quienes dieron vida y carácter a una época. Un sinnúmero de vidas encontradas y cruzadas, de dentro y de fuera- vascos, españoles y extranjeros- que nos acompañaron durante una década haciendo sentirnos como en propia casa y convirtiendo nuestra trashumancia en cultura del encuentro y la amistad, valores universales. Ellos fueron los amanuenses de imborrables páginas de nuestra historia.

La infancia y la adolescencia de nuestras hijas mayores, la llegada de Lucila, la cercanía de la familia (Regalados y González, capítulo siguiente), las numerosas amistades por afinidades profesionales, culturales, deportivas, lúdicas, etc. convirtieron a Algorta y Villamonte, a Kasune y entorno, en lugar de magia y duende, como diría un andaluz. Algorta era, según recordé en su día, reserva codiciada de profesores y padres de alumnos de los colegios alemán y americano, con quienes tantos vínculos nos unieron.
Merecen prioridad en la siguiente nómina (por riguroso orden alfabético):

Alemania y los alemanes
"Albaabend" en casa de los Reissert
En Kasune 1 vivían los Reidinger, Ingrid y Rudi, amigos inseparables hasta hoy día, y sus sucesores los Lischka. En el 3 los Blumm (Helga y Willi). En Villaondoeta, los Osterholz y los Fiedler. Más cercanos a la estación los Riess (Wolfgang y Renate), en Usategui los Horn, en sus cercanías los Haag. Y seducidos siempre por la proximidad del mar, un largo etcétera de familias alemanas todas ellas asociadas o vinculadas por multitud de aficiones e intereses. Como centro de reuniones corales profanas y sacras, recordamos con mucho cariño al Rektor Roth, párroco de los alemanes en Algorta, organizador de reuniones y excursiones para pequeños y mayores. Y no podemos olvidar a los Reissert de Archanda y a los Reichert (Edith y Winfrid), residentes en el Colegio Alemán de Ocharcoaga por su cargo directivo. Éstos últimos a la cabeza de los leales, fieles e inseparables como testimonian los viajes a Majadahonda, Palacios o Nürnberg. Inolvidables y entrañables eran los “ALBAABEND”, curioso anagrama que de velada (Abend) Literaria de Amigos de Bilbao y Alemania.
Carnavaleando
Se trataba de una tertulia literaria mensual en torno a una obra clásica o moderna (poesía o novela elegidas democráticamente) en casa de uno de los tertulianos: media docena de matrimonios alemanes residentes en Vizcaya, liderados por Palmira y Manolo, responsables del evento. La jornada, a veces no exenta de polémica, finalizaba en torno a una tentadora mesa, habilidosamente presentada por la anfitriona de turno. El alto nivel académico de dichas reuniones desbordaba en ocasiones en festejos y jolgorios musicales, folklóricos, incluso carnavalescos.

América y los americanos
Con el primo canadiense
A la internacionalidad y cosmopolitismo de Kasune contribuyó con creces Palmira con sus amigos, compañeros y padres de alumnos del Colegio Americano de Berango. Compañeros, alumnado y sociedad, muy diferente de los diferentes grupos que retrato: más llanos y campechanos, más frívolos y espontáneos. Las madres de los alumnos, esposas de los grandes directores generales de las multinacionales de la ría bilbaína  (Dow-Unquinesa y General Electric, entre otras) limpiando y pintando las modestas barracas del colegio y colaborando activamente con el claustro en numerosas actividades. También los alumnos, simple bocadillo como comida y ejerciendo de lavacoches los festivos; ejemplo insólito en aquella rancia sociedad española clasista de marcadas diferencias sociales. En este apartado no puede faltar Victoria Bustinza, también profesora de español, amiga y compañera de Palmira. Y como Canadá también es América, mención especial merece la visita de nuestro pariente americano, Heliodoro, desde Quebec.
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Salamanca y los charro-bilbaínos
Otro círculo de inseparables compinches en nuestras correrías por tierras vascas fue el de “Los Charros”. El tirón de la cuna y la patria chica se dinamiza y visualiza en mayor escala en la distancia. Responsables de ello dos coyunturas que no debemos olvidar: la primera, la Universidad de Salamanca y la segunda, la primera de las grandes crisis que nos han cabido en suerte. Bilbao, Barcelona y Madrid tuvieron que cargar con la emigración de trabajadores y universitarios de la meseta castellana. Bilbao era en aquel entonces para los “maquetos” llegados del centro, del sur y del oeste, sinónimo de Vizcaya. Y en las márgenes del Nervión, indistintamente, aterrizaron y se amigaron charros procedentes de la universidad y del campo salmantinos. De las aulas procedían principalmente médicos y docentes, todos catalogados y custodiados por el campechanote y parsimonioso doctor Fernando Gómez Valls, charro por excelencia, a quien no se le escapaba paisano que caía por hospitales, aulas o empresas vizcaínas.
Fernando, al fondo, en reunión de charros
Del vivero de Anaya (letras y magisterio) procedía el grupo femenino dominante y organizador: tres compañeras de curso y facultad: la Tante Lola, Merche Garrido y Tony Ruano; y Palmira y Dori procedentes del rincón de La Hospedería (Normal de Maestros). Entre los varones destacaban los galenos: los Doctores Pedraz y Boyero (el primo Benjamín y su socio, con sus respectivas, la asturiana Consuelín y la vasca Charo). También de la “salmantica docet” y del entorno catedralicio llegaron a Algorta el inseparable Onkel Pepe (José Luis Sanromán), compañero de facultad, el tío Pepe (o José Regalado) de Derecho y el que estas memorias pergeña. Las reuniones, festejos y jaranas de la panda solían (¿o debían?) finalizar con cánticos y tonadas populares de la tierra, no pudiendo faltar el “himno charro”, siempre con la Tante Lola como directora de coro:
“Salamanca la blanca,
¿quién te mantiene?
Cuatro carboneritos que van y vienen.

Elisa y Juan en buena compañía
No solo del pueblo de la canción y de la capital, también de Palacios, Palacinos y cercanías acudían a la hospitalaria Algorta amigos y conocidos que moraban, curraban y progresaban en Portugalete, Baracaldo o Bilbao. Visitas y celebraciones que eran orgullosamente correspondidas: Elisa y Juan, Gripi y Manolo, Flores y Vicente, Agustina, hija del tío Farruco, doncella con el marqués de Villagodio y otras amistades más que fueron apagándose por el forzoso distanciamiento laboral, por la edad y la profesión.  

Mención muy especial merece Cele, que nos acompañó desde Alemania a Bilbao, parte integrante de nuestra familia, que continúa alegrándonos con sus visitas… y motivo de mayor satisfacción fue la llegada de mi hermano Luciano y familia.

Los amigos vascos
Actores influyentes en este largo entreacto en tierras vascas y cómplices en aventuras deportivas y musicales fueron los amigos pelotaris de Martiartu, Fadura y la Ola: Eduardo Berriatua, compañero zaguero, José Jauregi, entrañable amigo, ingeniero de Iberduero (a él debemos la luz eléctrica en La Colina de Valmiguel y comarca) y Josu Unzurrunzaga; estos dos últimos, casados con sobrinas de nuestra inolvidable Begoña Gárate. Todos ellos integrantes del cuarteto de pelotaris y amigos. La pareja Berriatua-González fue subcampeona de 3ª en el Club Martiartu 1976. ¡Imperdonable, inolvidable y dolorosísima derrota final…! ¡Con el marcador 14 -7 a nuestro favor nos quedamos 17 para 21! contra una pareja de padre e hijo adolescente.
Recuerdos de un pelotari

Insuperables la simpatía, la sonrisa, el bigote y la voz de Juanjo Zubiaga, director de la oficina del Banco de Bilbao en Algorta, miembro de un otxote, que participaba todos los años en el festival de Habaneras de Torrevieja.

Imborrable la ejemplar, fiel y super agradecida figura del vasco integral José Arteta, a quien después de jubilado arrastré hasta la universidad licenciándose en románicas y doctorándose en entusiasmo, reconocimiento y cordialidad.

La vecindad vasca de Kasune y Villaondoeta también merece figurar en esta orla: en primer término los López, los más próximos y familiares , vecinos de planta y los Escudero del segundo, cercanos a la numerosa estirpe de Echevarrías y Urías, cuna de importantes personalidades políticas vascas : Juan Echevarría a quien conocí personalmente como decano de la Facultad de Económicas de Sarrico, posteriormente secretario de estado en el gobierno de Suárez, y Margarita Uría, destacada jurista y cargo relevante en el PNV actual. Y como el mundo es un pañuelo, el hoy ancianito Juan es accidentalmente vecino cercano de la sobrina Conchita en Madrid.

Mención honorífica merece la entrañable Emi, profesora de piano de nuestras tres hijas mayores que con tanto amor las acercó a la música, a la que siguen tan vinculadas. 

La implacable y misteriosa ley del tiempo agranda la tiranía del olvido y es injusto silenciar nombres de personas y amigos que desfilaron por nuestra casa y nuestras vidas, por este Kasune que fue y continuará siendo “nuestro”, mientras Algorta prosiga viva en nuestro recuerdo. 

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