Vámonos al campo,
Señor Don Quijote, divino chalado.
…
Debajo del cielo de tu idealismo,
la tierra de arada de mi realismo.
Siéntate a mi lado, Señor Don Quijote.
"Cuánta Bilbao en la memoria…
Por Pagasarri, las últimas nieves,
y por Archanda qué sé yó qué…"
A todos nos ha tocado un terreno que cultivar, como "Emerson cultivó su huerto". Y Luis Landero, con su "Lluvia fina", ha sabido plantar y labrar magistral y -hasta líricamente- el tesoro de su huerto. Herencia de Emerson, este bloguero ha sabido cultivar disfrutando de las maravillas de prosa sin igual. Y también como este gran maestro, "con toda mi vida ya vendimiada" - infancia y adolescencia, juventud y senectud-, he aprendido a "vivir sin estar viviendo" a través de la literatura.
Desde jovenzuelo, enamorado de "La vida al aire libre" (Miguel Delibes) y de los "cantores" de la Naturaleza -cielos y tierra-, prosistas y poetas, clásicos y modernos: Aristófanes (Las Nubes), Lázaro González (Lazarillo), Calixto y Melibea, La Celestina, Fray Luis de León, Campoamor, Azorín, Unamuno y Delibes, Onetti, Padura, Luis Landero, Alberti, Juan Ramón Jiménez, León Felipe, Cernuda, Octavio Paz, etc., etc… -que me perdonen tantos y tantos maestros cantores de nubes olvidados involuntariamente. De todos ellos aprendí a interpretar, entender y disfrutar de la maleable ductilidad de las nubes, su forma y su color, "vivir sin estar viviendo" (Cernuda), símbolo del tránsito del tiempo en el azulado espejo del cielo.
Incluso en plena senectud, sentadito en la terraza, o en una hamaca, sillón o silla, hasta en una piedra, a la sombra de una encina, un chopo, una acacia o una morera, se puede ser feliz "viendo pasar las Nubes" o contemplando el desfile y el coqueteo, que no acaba nunca, con el sol, la luna y las estrellas.
¡Vivir es disfrutar viendo pasar las nubes allá en lo alto! ¡En la cercanía! ¡Y en la lejanía! Lo mismo que pasan los días, los meses y los años, las Nubes son imagen y metáfora del tiempo. Prestan encanto y belleza a las letras y los libros. Fueron concausantes de mi despertar a las letras y de mi afición a la poesía. Quizás "el jardín de la memoria se haya marchitado ya", según sentencia Luis Landero en su última publicación "El huerto de Emerson" -memorablemente escrita. Como Landero, he sentido "el placer estético y la voluptuosidad de las palabras al leer "El Lazarillo" y "El Woizeck" y "El Jarama" de Ferlosio.
Y hablando de "Huertos" memorables, pionera fue para este aficionadillo a las letras "la huerta de Melibea", "amena y frondosa... las golondrinas cruzando raudas sobre el azul del firmamento". Y como Calixto: "puesta la mano en la mejilla "mirando" pasar a lo lejos sobre el cielo azul las nubes". A través de La Celestina y desde Aristófanes, enamorado de “Las Nubes”. Las nubes y el sol compañeros inseparables de viaje, pero dúo en lucha constante. El sol jugando al escondite. Las nubes peleando por su autoría. De mil modos y maneras…
La existencia que no es sino un juego de nubes "Siestas con viento sur, dejando hablar al viento". "Dejemos hablar al Viento"... (Juan Carlos Onetti). Y dejemos pasear Las Nubes, el Viento y las Estrellas, el Sol y la Luna por "La Colina de Valmiguel", paisaje familiar donde habitan la paz y la armonía, el descanso veraniego y vacacional. Disfrutando del espectáculo de las Nubes: intentando descifrar sus mensajes y diagnosticar su lenguaje, fase y forma: nubes blancas y grises de lluvia refrescante y beneficiosa, cúmulos montañosos y nubarrones tormentosos, presagiando truenos, rayos y relámpagos. Unas y otros dependiendo de hora, día y estación. Hermosos e inolvidables días primaverales y veraniegos. La brisa atlántica acariciando trigales, viñedos y encinares. Noches estrelladas de ensueño. Jornadas de luna señorial peleándose, o jugando al escondite, con la blancura de nubes en el oscuro escenario de la noche…
Y hablando de tormentas, no puedo pasar por alto las bellísimas expresiones y pintorescos modismos, con ellos relacionados, que aprendí en la infancia de boca de mi padre y de amiguetes del pueblo: ¡La que se avecina!, ¡La que nos espera!, ¡La que se está preparando!, ¡La que va a caer es gorda!,¡Van a caer rayos y centellas!, ¡Que Dios nos tenga confesaos!, etc., etc.
Y como punto final y con mi Gerardo Diego -sin epítetos-:
"Yo llevaré mis nubes por todos los
caminos de la tierra y el cielo".
1 comentario:
Querido Manolo: Movido por tus recientes publicaciones del año 2022, te escribí ayer, pero creo que se ha perdido y no ha llegado a ti. Hablaba de la carta que me escribiste cuando yo era un jovencillo y escribí mi primer cuento en "El Adelanto" de Salamanca, y en especial de tus lecciones de lector avezado, de maestro de la lectura y, sobre todo, de la bella prosa poética de tus escritos, de la contemplación de las nubes y del quehacer misterioso que te (nos) provoca. Tus escritos son una maravilla. Nacen de la pluma de un magnífico escritor e intelectual.
Un abrazo a los dos. Pronto hablaremos en Palacios.
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