lunes, 13 de abril de 2020

SOS ¡Salvemos la Semana Santa!

En este Sábado Santo, víspera del Domingo de Pascua y en vísperas de que este Nonagenario se apunte un año más, una llamada telefónica a Palacios del Arzobispo, me invita a una recapitulación biográfica retrospectiva. ¿Será este cambio de etapa el culpable del cambio de etiquetación de la Pascua de este año, al calificar de "triste" una "semana de gloria", durante tantos años, tantas veces y en tantos lugares solemnemente celebrada y festejada? Vivencias en estas fechas señaladas del año, que han dejado su impronta en etapas significativas de la vida: sueños de la infancia, fantasías y luchas juveniles, sentimientos y sentires, compañeros de viaje inseparables por España y otros lugares del mundo.

Comencemos por la Semana Santa de la infancia, mí "Semana de Gloria", que se repetía todos los años, lloviese o nevase, con calores o tormentas. Semana Santa era sinónimo de Zarapicos. Y Zarapicos significaba amigos, Valporquero, viña, chopera, golondrina (la vaquita lechera), verdor, flores y frutas. Cruz del Moreno, Semana Santa: procesión del Jueves Santo... Pero mejor dejo hablar a las palabras del capítulo de este blog a él dedicadas:

Cruz del Moreno
"Zarapicos conserva, destacando en mis recuerdos perfumes de árbol de paraíso y celindas, aromas de hinojo y almaraduz de los jardines de "tía Irene" (jardines hoy desolados, casa abandonada.¡qué tristeza! Perdón por el inciso). Aroma a incienso embriagador el Dia de las Candelas y revoloteo cautivador de las dos palomitas del ofertorio. Solemne procesión de Jueves Santo hasta la Cruz del Moreno. Ondear de pendones al viento con estación en el cementerio, y cántico del Miserere por Heliodoro, un contratenor que llegaba con su atiplada voz hasta las nubes. Él fue como mi "maestro" de canto a quien acompañé, ya estudiante, en diversas ocasiones, y de quien aprendí canciones populares y religiosas, de las que conservo como oro en paño el "Ave María" del día de las Candelas.

La procesión del Jueves Santo de Zarapicos era famosa en toda la comarca, y la Cofradía que llevaba su nombre, reunía ese día a cofrades, hijos del pueblo que vivían en otros lugares. Mi padre era uno de lo cofrades más activos y todas las semanas santas se reunía con amigos de la infancia: recuerdo perfectamente a Santos, de El Pino de Tormes y un sexmero de Rollán.

La celebración finalizaba, rememorando la santa Cena, con una modesta invitación de los cofrades a una alubiada en la así llamada "casa se las alubias", local, en la plazoleta del campanario de la iglesia. La frugal cena iba acompañada de un rico bollito de pan blanco, delicia de la chiquillada.

Pero con ser la Semana Santa de Zarapicos la primera y más destacable no puedo silenciar, pues también tiene su reservado en mi memoria y en mi retina, la de Carrascal de Velambélez, humildísima y relegada pedanía de San Pedro del Valle, en la que la celebración de la Semana de Pascua se reducía a la misa dominical el domingo de gloria, al "solemne" vía crucis cuaresmal y el del viernes santo. Eso sí, en el que no podían faltar "El perdona a tu pueblo Señor" y el "Amante Jesús mío" y demás cánticos sacros enseñados y dirigidos por este humilde estudiante aficionadillo a la música.

... quien, antes de finalizar los estudios, alzó el vuelo, convirtiendo la Semana Santa en mosaico multicolor de vivencias personales.

Sentimientos y acontecimientos religiosos en "nuestro deambular", de Palmira y propios, por el mundo: Semana Santa en Frankfurt, Roma, Jerusalén, Zamora, Salamanca, Ledesma, Palacios del Arzobispo... Para no hacer interminable este historial, me limitaré a las particularidades o anécdotas más sobresalientes:

Frankfurt am Main: asentados profesionalmente en Frankfurt, estado básicamente protestante, la Semana Santa procesional, ruidosa y multitudinaria española era desconocida.


Pero un momento y una tradición permanecen vivas en el recuerdo: la tradición de encender una velita al cirio pascual, la noche del sábado santo y llevarla encendida por la calle hasta tu casa. E inolvidable ... y anhelada por nuestras hijas y niet@s era la víspera de la noche de Pascua la llegada de la "Osterhase" (la liebre de Pascua) que ponía sus huevitos escondidos en el paseo, el jardín o en la casa. En mi memoria reviven esos momentos de búsqueda de los niños de esos huevitos de chocolate, que emocionados habíamos madrugado para semi-esconderlos por toda la "La Colina" de Palacios.


Roma: Desde Roma, la sede de la cristiandad, nos llegó a Alemania una invitación para asistir en el Vaticano a los oficios del Viernes Santo, ceremonia oficiada por el papa del pueblo, Juan XXIII. Acompañados de Antje "bella bambina" de 4 años … fue nuestro primer viaje a Italia, con guía excepcional, José María Martín Patino - el Padre Patino, quien además de compañero de universidad fue en Alemania, en Italia y en todo lugar, consejero, precursor, protector ... y un buen amigo. En esta ocasión, además de guía, nos ofreció, dedicada a nuestros parientes y amigos difuntos, una misa en una de las Catacumbas romanas. Vivencia única del trío recogidito en uno de los escondites de los primeros cristianos en la época neroniana.


Jerusalén: Aun cuando no fue en Semana Santa, sino en mayo, cuando el turismo abarrota calles y lugares santos Israel y concretamente de Jerusalén, guiados por nuestro amigo Paco Puértolas (otro buen amigo del clero), un grupo de majariegos, recorrimos, turnándonos, con la cruz a cuestas, el vía crucis o camino del calvario de Jesús. En cada una de las catorce estaciones entonábamos cánticos alusivos a la pasión. Y en el ambiente resonaban rezos y canciones de peregrinos en los idiomas más diversos.

Zamora y Salamanca: Retornados a la Península Ibérica, todas las vacaciones de Semana Santa nos esperaba "el pueblo", Palacios del Arzobispo, y ningún año nos perdíamos alguna de las procesiones tradicionales de Salamanca o Zamora.

Zamora merecería un capítulo especial, por ser la única ciudad española con Museo de la Semana Santa, contando el Jueves Santo por la noche con la Procesión del Silencio: "Silencio, tradición, pasión", sin relegar la música sacra del famoso "Miserere" en la plaza de Viriato en la solemne y sobrecogedora Procesión del Cristo Yacente. Tradicional y festiva, era la visita a los monumentos de las iglesias salmantinas en algunos de los Jueves Santos salmantinos. Típico era el paseo de las mujeres luciendo engalanadas su mantilla y peineta.

Ledesma: Reseñable es nuestra vivencia anual como cofrades de Jesús Flagelado, con túnica y capucha morada, participando en los oficios y la popular procesión del Jueves Santo por las calles ledesminas. Vivas permanecen la imagen de Jesús atado a la columna y los ecos de una saeta en la Plaza de San Miguel. E inolvidables la amistad y el entusiasmo ejemplar de "La asociación de las Mujeres del Carmen".

Palacios del Arzobispo: Entre los primeros, el recuerdo de un Viernes Santo histórico - hará de ello veintitantos años - cuando jóvenes, organizadores del monumento (oficios de viernes santo) y de la lectura de Las siete Palabras, acordaban a la salida de los Oficios la fundación de la Asociación Cultural la Morera, eligiendo a Miguel Angel García Vivente como primer presidente.

Y siguiendo la tradición, además de ser festivos los Domingos de Ramos y de Resurrección, nosotros tenemos la fortuna de celebrar Semana Santa por partida triple, al felicitar a la Palmira y a las Resurreciones de la familia.

Salvemos la Semana - Palacios del Arzobispo

"Mi profunda religiosidad es la creencia de que la sangre es más sabia que la razón. Nuestro espíritu puede equivocarse. Pero lo que nuestra sangre siente y dice siempre es serio" (D.H. Lawrence - Hijos y amantes).
Seria y sabia es la fidelidad y el enamoramiento de los hijos al pueblo y a la cuna que los vió nacer. Ejemplo tenemos en la iniciativa de un sacerdote y una alcadesa de la España vacía, Almeida y Palacios del Arzobispo, quienes a través del móvil, han logrado movilizar, en este ambiente de pandemia total, a compañeros y habitantes de la comarca para comenzar la semana con el Domingo de Ramos especial. Sustituyendo la celebración habitual del ramo de laurel, en este ambiente de pandemia total, han contagiado el virus de colgar los ramos en las rejas de las ventanas de iglesias y casas particulares.


jueves, 9 de abril de 2020

Una Pascua triste en una Primavera remolona

En la hierba del jardín apuntaba tímida una florecilla amarilla. "Este año San José os ha enviado tarde. Y pocas todavía. No sé si habrá para un ramo..."

Estoy transcribiendo literalmente de "Una Pascua Triste" (Tomo III de "Los gozos y las sombras" de mi adorado e inolvidable maestro Gonzalo Torrente Ballester).

Esta crónica comienza en una víspera del Domingo de Ramos... o de Las Palmas, pórtico de entrada a la Semana Santa y de la solemne celebración onomástica de Palmira, matriarca de la familia. 

Continúo copiando: "Una golondrina había entrado en el zaguán por la tronera y alborotaba en la oscuridad. Se oía el vuelo espantado del pájaro, se oían sus golpes contra las paredes y el techo...

- ¡Ahora te abro golondrinita!

-No serás tú de las que arrancaron a Cristo la corona de espinas cuando estaba en la cruz, ¿verdad? Pero a lo mejor eres su descendiente. Era una buena acción aquella, ya lo creo. El Señor no merecía tanta crueldad. ¡Pero en tales tiempos! ... y en éstos ¡qué caray!"

Aquellos tiempos a los que se refiere el novelista gallego son tiempos muy lejanos. No son ni tan siquiera los suyos, propios de mediados del pasado siglo. Son otro marzo y abril de primavera de 1931. Un 13 de abril de proclamación de la 2ª República, primera fecha histórica grabada en mi tierna memoria infantil - cuando a Pueblanueva, aldea gallega, escenario literario de la novela de Torrente Ballester, llegaba, en un Viernes de Pasión, el telegrama del Gobernador civil prohibiendo las procesiones de Semana Santa.

La primavera había llegado, pero el pueblo andaba revuelto y dividido. La iglesia ardiendo y los niños de uno y otro bando peleándose en la plaza. Transcurrido casi un siglo, en pleno siglo XXI, la historia, tozuda y pertinaz, se repite agravada y agrandada. ¡Universalizada!

Y sin respetar fronteras de océanos y continentes una PANDEMIA causada por el maldito virus apodado “coronavirus” ha asediado España. Europa entera y gran parte de los cinco continentes están tristes y confinados. Un vacío silencioso, una soledad obligatoria y una sociedad disociada son la tónica de esta Semana Santa 2020, que pasará a la historia como una de las primaveras más tristes por causa de esa maldita plaga contagiosa.

Densos nubarrones grisáceos amenazadores empañan el horizonte, entorpeciendo la llegada de la Primavera. Las golondrinas no han llegado. Un servidor, uno de sus más fieles amigos, que vive soñando en invierno con su llegada, no ha podido disfrutar con la bienvenida de ni una sola de tan esperadas mensajeras.

Densos nubarrones grisáceos amenazadores entorpecen la llegada de la primavera…

Si sabrá la Primavera
que la estamos esperando.
que ya la estamos soñando
asomados al balcón de la esperanza.

Cuando llegue y no nos vea
ni en la calle ni en el barrio
si creerá que equivocó
la fecha del calendario,
la cita que desde siempre
la convoca el mes de marzo.
Cuando estalle jubilosa
y no vea que a la Virgen
la preparan para el paso,
que se ha guardado el incienso,
el trono, la cruz y el palio.

Y que el Cristo igual que todos
está en su casa encerrado
y no le dejan salir
ni el Jueves, ni el Viernes Santo”...
(Hermana Lucía)

Pido disculpas a mis lectores blogueros por el abuso de tanto entrecomillado. Confieso sinceramente, que tras haber releído los últimos días la novela de Torrente Ballester “La Pascua Triste” y recibido el poema de la Hermana Lucía, ante la belleza y el valor testimonial y literario, fueron a la papelera borrador y crónica, reduciendo a simple postdata en verso la crónica de Semana Santa tan triste:

Fue un Domingo de Ramos,
sin ramitas de laurel,
ni procesión de las palmas.
Foto de Ismael Calvo - Palacios del Arzobispo

Sin tambores ni trompetas,
sin procesión de la burrita
ni repique y volteo de campanas...
iglesias y catedrales enrejadas, 
a cal y canto cerradas.

Sin vacaciones escolares
en el pueblo o en la playa,
en casita encerraditos
por el maldito virus,
“coronavirus” de marras.

Responsables dictaron la “señal de alarma”,
borrando de un plumerazo
viajes y celebraciones populares a ultranza:
procesiones, oficios y tinieblas.
Triduos y sermones, famoso...
el de “Las siete palabras”.

Pasiones y oratorios,
requiems y misereres,
conciertos de música sacra: … y saetas
Palestrina, Vitoria,
Brahms y Schubert, Schumann,
mesías y cantatas…
(MJG)


PD: La “ Pascua 2020” pasará a la historia como la “Semana Santa del Virus”. Sin Cánticos de Gloria, sin Aleluyas ni Hosannas. 

...pero “la Primavera ha venido y nadie sabe cómo ha sido”. Siempre jubilosa y hermosa… ¡y tan florida! Con las fresias, caléndulas y alhelíes de mi balcón, de premio a nuestros aplausos diarios de las ocho de tarde, muestra de nuestra gratitud y solidaridad.


Caléndulas en el balcón del Nonagenario
Fresias en el balcón del Nonagenario bloguero