“La richezza della vita é fatta di recordi dimenticati” (Cesare Pavese)
Al margen de la “apacible lectura” y la obligatoria y
reconfortante siesta veraniegas y de las tradicionales tertulias y veladas
nocturnas gastronómicas, los meses vacacionales de julio y agosto son propicios
a excursiones culturales –familiares por el entorno ledesmino de la patria
chica. Viajecitos matinales – combinando historia, cultura, arte y naturaleza por
pequeños poblados transtormesinos - algunos semiolvidados - con iglesias - ¡al
fin restauradas y redescubiertas! - verdaderas reliquias de valor histórico medieval:
pinturas, piedras e imágenes del románico de las repoblaciones medievales.
¡Tres eran tres! Exceptuada
la de Almenara, las otras dos, la de Carrascal de Velambélez y la de San Pelayo
de Guareña “breves y humildes”, olvidadas e incomunicadas hasta casi finales
del siglo XX. Y aunque generalmente, según sociólogos, “senectud y juventud no
concuerdan”, adolescentes, jóvenes y mayores – Opas (abuelitos), hijas y yernos,
nietas y nietos, algunos llegados incluso del extranjero, emprendían en perfecta
y alegre armonía excursión familiar desde Palacios del Arzobispo camino de
Ledesma, cruzando Palacinos y Añover de Tormes- minúsculas aldeítas,
primas-hermanas, y ante todo amigas de los excursionistas.
La mañana era soleada y luminosa, aunque fresca. Reandar
caminos architransitados, cruzar frondosos encinares, campiñas oscuras o
amarillentas rastrojeras con cansinas y aburridas vacadas ya sesteando a la sombra
de copudas encinas… dehesas históricas de altisonante toponimia y rimbombantes
apodos, propicias a comentarios e interpretaciones jocosas de los lingüistas del
grupo. Sirvan de muestra algunas de las dehesas, alquerías o cuartos de los
transitados en esta excursión: Cuadrillero de los Dieces, Cañedo de las Dueñas,
Espino Rapado, Santibáñez y Torrecilla del Rio… ¿Hay quién dé más? Pues, sí: Carrascal
de Olmillos, Baños de Ledesma, Contiensa - limitando con Peñamecer…Toponimia tentadora
para geógrafos, historiadores y lingüistas.
El rumbo de nuestra excursión comenzaría convirtiéndose en
vanidosa exaltación de la riqueza histórica del primer románico, o románico de
piedra, de los siglos de repoblación (s. XII y XIII) en los pueblos de la comarca
salmantina del Alfoz, más tarde señorío, de Don Beltrán de la Cueva,
conde-duque de Alburquerque y conde de Ledesma. De ello dan muestra algunas de
las fachadas (en Almenara las dos: norte y sur) de las iglesias de Palacios del
Arzobispo, San Pelayo, Torresmenudas, Zarapicos, Carrascal de Velámbelez, las
ledesminas de Santa Elena, y San Miguel etc. Representativo testimonio
histórico y herencia de los medievales monarcas castellano-leoneses repobladores,
Ramiro II y Alfonso VI.
He terminado perdiéndome por los cerros de Úbeda, cuando en
el programa figuraba exclusivamente: ”excursión familiar” al trío de iglesias predilectas
del bloguero. “Revenons à nos moutons.” (¡Al grano!)
Comencemos por la de
“mi pueblo”:
Primera etapa: Carrascal de Velambélez
Cruzado el Tormes
por el majestuoso puente del Balneario de Ledesma (único en los treinta largos
kilómetros que median entre Salamanca y Ledesma) y bordeando dehesas pobladas
de sombríos encinares y carrascas, tras unos tres kilómetros de recorrido, nos
plantamos en el cruce de caminos (¡ya asfaltados ¡), denominado La Raya, largo valle
que riega un arroyuelo o regato comunal, crecido en el invierno y sin gota de
agua a partir de mayo, ideal espacio para un alto en el camino y recibir en la
cercana lejanía, a diestra y a siniestra, el saludo de los primeros hermanados
poblados – ayuntamiento y pedanía – de San Pedro y Carrascal.
Altar Mayor - Carrascal - Foto de Emma |
Gozando de la apacibilidad
del paisaje y del regocijo de la vista de horizontes familiares, mil veces soñados,
al final del prado, escoltado por laterales colinas de sembrados y
testimoniales encinas, en la lejanía, como a un kilómetro de distancia nos
saludan, tocadas ya de modernidad, las primeras casitas de Carrascal. Algo más
adelante, rebasada la” charca grande”, la silueta de la históricamente relegada
y “minusvalorada” iglesia de “mi pueblo”, nos envía sus cariños. Como por arte
de magia, extasiados contemplamos el milagro del descubrimiento de un pueblo
nuevo.
¡Cuán diferente de la entristecedora imagen de los abandonados pueblos de
la “España vacía”! La tan triste y desamparada España, hace ya décadas (1988)
retratada por mi apreciado Julio Llamazares: (La lluvia amarilla) “como arena,
el silencio sepultará las casas, como arena las casas se desmoronan, o oigo ya
sus lamentos.“ Aquellos pueblos superpoblados de humildes familias
numerosas, de animales y suciedad, calles intransitables, lodazales en
invierno, piedras, cantos y polvaredas en verano, tenadas, corrales, pajares,
casetos y casuchas que se venían abajo de pobreza y años, habían desparecido como
por arte de magia. Calles asfaltadas y limpias, casitas nuevas o antiguas,
blanqueadas y rejuvenecidas, chalets ajardinados, y hasta alguna antigua era de
trilla transformada en piscina o huerta. Y un exótico paraíso de pajaritos y
aves, aviario de un joven enamorado de la ornitología.
La humilde iglesia, a punto de desaparecer, joya histórica
relegada, incluso olvidada en publicaciones sobre Iglesias, Lugares y Aldeas
del obispado de Salamanca.
Memorable también MI ESCUELA, cerrada desde hace varias
décadas, edificio emblemático del pueblo, moderna edificación de dos pisos de
principios del XIX?, el superior antigua vivienda muy digna de la titular de
turno, hoy consultorio médico y bar ocasional, sin médico ni juventud.
Segunda y tercera etapas: Almenara de Tormes y San Pelayo de
Guareña
Joya románica - Almenara - Foto de Lucila |
Ábside con rosetón - San Pelayo - Foto de Lucila |
Sus históricas iglesias fueron objetivo prioritario de nuestra excursión.
De todo ello dan testimonio los fotógrafos, artistas en la
materia. De resaltar la policromía de la de Carrascal, la singular filigrana románica
de la portada norte de la de Almenara, y la única y singular arquitectura interior,
a dos niveles de la de San Pelayo: grada teatral de los fieles, con presbiterio
y….rosetón del ábside al fondo.
Tenemos pueblos con históricas y centenarias iglesias de las
que enorgullecernos... vacíos, sin apenas seres vivientes que poblaban antaño
sus calles y caminos: gallinas, perros y gatos, reses, ovejas, caballos, mulas
y asnos, pájaros y aves… Pero perviven y permanecen. Persisten y resisten LAS
PIEDRAS de sus iglesias, de sus torres y campanarios.
El bloguero inaugurando la restauración de la iglesia de su pueblo |
LA ESPAÑA QUE NO
MUERE
¡Todo pasa! ¡Pero mucho queda!
Las estaciones se alternan y
los años se atropellan.
Pasan las nubes volando,
las modas y los años.
El Hombre…
siempre en danza
con sus cosas y sus casas…
también pasa.
Pero…algo queda.
Quedan las PIEDRAS
que no mueren,
las piedras que sonríen
y hablan.
Quedan las piedras
que reposan silenciosas,
el sueño de los siglos
y de la historia :
las piedras que sonríen
y hablan.
Quedan las piedras
que reposan silenciosas,
el sueño de los siglos
y de la historia :
la piedras de la IGLESIA
y de mi ESCUELA.
Queda el Recuerdo
que no pasa…
La Iglesia y sus Campanas,
porque amo lo bello
que no pasa
su silueta,
el saludo de su torre
y el tañir de “mis” campanas.
Todo pasa
pero algo queda.
Todo pasa
pero algo queda.
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