“El muchacho para todo” prometía en “RETROSPECTIVAS
ALEMANAS” relatar en capítulos sucesivos alguna de las batallitas, cómicas
algunas tragicómicas otras, curiosas casi todas, acaecidas en campos de
formación y experimentación profesional germánicos. Al margen de la actividad profesoral
fui aprendiendo y desarrollando una variopinta serie de insospechadas e
imprevistas actividades, alarde de romántica valentía y juvenil heroicidad. Destacan,
entre otras: locutor de radio y traductor de guiones radiofónicos, intérprete
polifacético, reportero y corresponsal en el extranjero, editor y asesor
editorial.
Sin comerlo ni beberlo, sin pensarlo ni
buscarlo, conjugando placer con devoción, de la noche a la mañana me encontré
inmerso en el mundillo de la radio y de la prensa, acompañando con micro en
ristre cual principiante lazarillo, a Herr Antes, director y dueño de un
estudio radiofónico, asociado a InterNationes (organismo paraestatal del gobierno
alemán, entonces en Bonn). En aquellos comienzos de la radio, había que armarse
de valor torero para colocarse ante el terrorífico morlaco del micro. Pero el
tal Herr Antes, crack y maestro en la materia, utilizaba un escalofriante
sistema para novatos nerviosillos: Te colocaba imperativo el micro ante tus
narices ordenando:”- Fragen Sie” o “Sprechen Sie-” (Pregunte Ud. o Hable Ud.)…
y no te quedaba más remedio que abrir el pico, saliese o no el sol por
Antequera.
Además del trabajo en el estudio,
grabaciones culturales sobre Alemania para ser enviadas a emisoras españolas o
iberoamericanas, nuestra labor consistía en acompañar al jefe a todo tipo de eventos:
manifestaciones o celebraciones culturales, ferias y congresos, conferencias y
conciertos, festejos o solemnidades populares, regionales, nacionales e internacionales.
Sin olvidar las obligatorias entrevistas a artistas (entre otras Victoria de
los Ángeles., doblada por Palmira), diplomáticos o ilustres visitantes
invitados en la RFA.
Pero grabada en oro en mi memoria,
efeméride a celebrar en mi curriculum, fue la asistencia en el Berlín
Occidental (Alemania continuaba dividida en dos) al primer encuentro después de
la gran guerra de escritores Ibero-americanos y alemanes. Allí tuve el honor e inmensa
alegría de conocer, tratar y entrevistar personalmente a Miguel Ángel Asturias,
Jorge Luis Borges, Germán Arciniegas, y al entrañable, tan pequeño como gran novelista
peruano Ciro Alegría (fallecido pocos años después del encuentro, y de quien
recomiendo “La serpiente de oro” y “El mundo es ancho y lejano”). Con Miguel Angel
Asturias (a quien años más tarde tuvimos la gran suerte de saludar nuevamente en
la universidad de Salamanca) disfrutamos Palmira y yo, días después, acompañado
de su encantadora mujer Blanca, de compras por Frankfurt, donde fueron
agasajados por editores y libreros alemanes. Inolvidable el encuentro en la
editorial Insel con Borges, ya ciego, rodeado de una nube de periodistas,
respondiendo a todos ellos con citas de Goethe, Schiller o Shakespeare en
envidiable inglés o alemán. Holgaba la presencia de intérpretes.
Las experiencias fueron gratificantes y
aleccionadoras. Algunas, inolvidable y hasta históricas. Sirva de muestra
jactanciosa la foto con el Presidente de la República Federal Alemana, Heinrich
Lübke en el estudio Internationes de Frankfurt, en el que Palmira (¡mi
secretaria particular!) colaboraba también como locutora. Para enmarcar, y motivo
de orgullo es el afectuoso y cercano ruego del Presidente a Palmira pidiéndole
se acercase a él para la foto: ”Mädchen, komm, komm zu mir” (Muchachita, ven,
ven aquí a mi lado).
Herr Antes (curioso apellido alemán sin
parentesco genealógico ni lingüístico con España) acabó integrando la larga
lista de amigos alemanes. Y a él debemos, gracias a las pingües remuneraciones,
una de las llaves de nuestro pisito en Salamanca.
Pero descendiendo a lo humano y cotidiano
no puedo silenciar otros casos de mi actividad de intérprete.
Entre
los caninos destacan mis servicios al ilustre cliente de las tres erres: D.
Raúl Roviralta y Rocamora. Con tan rimbombantes apellidos podría deducirse que
fuera dueño de los laboratorios farmacéuticos Roviralta de Barcelona y del afamado
criadero de perros pastor alemán Costa Brava. Mi primera función consistió en
recogerlo en mi flamante VW del Hotel 5 estrellas Frankfurter Hof y viajar
hasta las proximidades de Colonia, la friolera de más de 200 kilómetros, en
busca de un cachorro del campeón europeo de esta raza. Nos costó Dios y un
santo dar con la aldea y casa blindada donde un aldeano custodiaba tan preciado
tesoro. Después de mucho tocar el timbre, no solo no conseguimos cachorro
alguno sino que ni siquiera logramos las orejas de tan valiosa joya, teniendo
que conformarnos con direcciones de los propietarios de herederos de tan
codiciados genes.
Pero mis conocimientos caninos alcanzaron
tal nivel y a tal grado llegó la confianza del Sr. Roviralta en mi humilde
persona que hasta, después de visitado un criadero y centro de adiestramiento
de dicha raza cerca de Limburg, formalizábamos la selección y compra por
teléfono o correo. Mi hija Antje, con cinco años, recuerda todavía angustiada
los ladridos ensordecedores de la aterradora jauría enjaulada encaramándose de
manos sobre los barrotes de las alambradas; mientras yo disfrutaba con la
compra de una perrita negra, preciosa y seductora, boquiabierto ante la habilidosa
destreza y exhibición de adiestramiento de perros-policía. También en cierta
ocasión, le envié por avión un cachorro del campeón de Baviera, con todo la
parafernalia (permisos, certificados y jaulas) que ello conllevaba. Persona
seria, sencilla, afable y honrada jamás tuve con él problemas monetarios. Yo
pagaba mis gestiones y convenios en marcos alemanes y él me ingresaba en España
la correspondencia en pesetas a mis servicios. De regreso a España, siempre
prisionero en pisos, quedó en sueño su prometido regalo de un pastor alemán.
Mi papel de intérprete con la policía,
solo merece ser recordado por sus connotaciones y circunstancias
socio-políticas.
Fue una de las primeras nochebuenas en
Frankfurt. Fría y nevada como una de tantas. El quinteto familiar, integrado ya
por padres y los tres churumbeles Antje, Emma y Blancaluz, y acompañados por
nuestra entrañable vecina Cenzi (antigua asistenta bávara de la familia judía, que
fuera dueña del edificio antes de ser aniquilada por los nazis), se disponía a cenar
cuando sonó el teléfono. La policía de la Estación Central (Hauptbahnhof) solicitaba
cortésmente mi ayuda. En el tren de París acababa de llegar una pareja de
españoles, tocados al estilo veraniego murciano en sandalias y chaqueta de drill,
sin hablar palabra de alemán y sin saber ni dónde estaban, ni a dónde iban, ni
a qué venían. Tras algunos titubeos me presenté en la estación donde pude
comprobar la realidad de lo que antecede. Dos más de nuestros compatriotas que
se lanzaban a ciegas, y por tierra a la aventura de la emigración, trágica
situación similar a la que viven en España los miles de africanos que se lanzan
al mar y a la deriva. La solución inmediata fue alojarlos por una noche en un
centro de urgencias para emigrantes. Días después averiguamos que fue Caritas, con
quien yo solía colaborar, quien había facilitado nuestro teléfono.
Como intérprete en la solemnidad política
la foto siguiente sirve para demostrar que no todo el monte fue orégano, ni
todo fue campo de rosas.
Algunas lagunillas registraba todavía el intérprete a la fuerza en el terreno de la economía. En las palabras de bienvenida del representante del gobierno de Bonn al nuevo cónsul hispanoamericano apareció el término “Währung”… -¡Tierra trágame!- tecnicismo para mí todavía desconocido. Afortunadamente antes del desplome del novato intérprete, uno de los asistentes me susurró la traducción del término “moneda o sistema monetario”. Pero como “no hay mal que por bien no venga”, el mal trago fue aliviado al final del acto al solicitarme uno de los asistentes como intérprete para al día siguiente en acto similar en Düsseldorf, donde sería nombrado cónsul de su país.
Algunas lagunillas registraba todavía el intérprete a la fuerza en el terreno de la economía. En las palabras de bienvenida del representante del gobierno de Bonn al nuevo cónsul hispanoamericano apareció el término “Währung”… -¡Tierra trágame!- tecnicismo para mí todavía desconocido. Afortunadamente antes del desplome del novato intérprete, uno de los asistentes me susurró la traducción del término “moneda o sistema monetario”. Pero como “no hay mal que por bien no venga”, el mal trago fue aliviado al final del acto al solicitarme uno de los asistentes como intérprete para al día siguiente en acto similar en Düsseldorf, donde sería nombrado cónsul de su país.
-“Póngase en contacto con mi secretario
quien le agenciará billete de tren y reserva de hotel” - fueron sus palabras después
de mi aceptación.
Por primera vez en mi vida pisaba una suite de lujo en suntuoso
hotel de 4 estrellas en la ciudad renana. Pero el cansancio de tan larga
jornada, el nerviosismo del percance pasado y la incertidumbre e inquietud ante
el mañana frustraron el dulce sueño.
Y como culminación o colofón de este
serial, fui intérprete contratado por la Federación Alemana de Futbol para el
presidente de la Real Federación Española de Futbol, con vistas al partido, que
un gélido día de San José, iban a dilucidar las selecciones de los dos países
en el Frankfurter Wald Stadion. Por decencia profesional omito el nombre de mi
ilustre parroquiano quien, aprovechó la invitación para realizar ciertos negocios
inmobiliarios. Más afortunado fue mi inseparable amigo Hans Peter a quien le
cupo la suerte de hacer de intérprete con los jugadores, entre otros sus ídolos
famosos: Carmelo, Kubala, Puskas, di Stefano etc. Aunque tanto a él como a mí
nos tocó lidiar con las impertinencias de la “saeta rubia”. Perdió España 2-0, y
yo sigo esperando todavía en la recepción del hotel el obsequio prometido por
tan eminente cliente.
1 comentario:
Que alegría me da seguir leyendo tus "batallitas" por Alemania.
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