Veraniego
y con secretaria
El
Doctorado fue también auténtica epopeya. Más bien tragicomedia
cómica con ribetes de odisea clásica y comienzo el capítulo con un
prolegómeno informativo, obligatorio para los inexpertos en tales
lides. Debo aclarar, que previo a la matriculación de la tesis,
había que seguir una serie de trámites académicos y burocráticos.
Primeramente
se imponía un riguroso examen global de Licenciatura (ver capítulo
Estudios V); a continuación, el futuro doctorando tenía que acertar
con un tema sugestivo y novedoso no tratado ni registrado con
anterioridad y, seguidamente encontrar y contar con la complacencia
de un benévolo catedrático dispuesto a aceptar y aprobar el tema
propuesto y asumir la dirección de la tesis, afectiva y
eufemísticamente denominado en alemán ”Doktorsvater”. Recuerdo
el termino germano porque la romántica ocurrencia, sin saber a quién
debida o por qué motivada, surgió en Alemania. Explicación simple
pudiera ser que, después de varios años de estancia en el
extranjero, sintiendo cada vez con más intensidad el tirón del
terruño y, sopesando los pros y contras lingüísticos de la
educación de nuestras hijas, el doctorado allanaba el camino de
retorno a la madre patria.
Nuevo doctor en picaros |
Otra
vez más, y va la enésima, la suerte o los hados se convirtieron en
aliados. En uno de los frecuentes y largos duermevelas se me encendió
una lucecita. Mis ríos, mis lugares comunes, mis lecturas favoritas,
concretamente mis amigos los pícaros se encargaron del resto.
Acababa de renacer en la historiografía literaria la comparatística.
¿Por qué no rastrear parentescos entre dos ilustres paisanos
queridos, dos personajes literarios de ficción que, por su singular
ascendencia y curriculum, gozaban de mi simpatía y predilección?
Ambos, cada cual a su aire y a su estilo, vinculados a dos corrientes
fluviales que marcaron hitos en mi vida : el Tormes y el Main. Las
dos figuras literarias a las que me estoy refiriendo son Lázaro
González Pérez (apodado “Lazarillo de Tormes”), venido al mundo
en la ribereña aceña salmantina de Tejares y, Simplex o “Simplicius
Simplicissimus”, emparentado, por línea paterna y correrías, con
mi adoptivo Frankfurt, Hoechst y comarcas del Main. Los dos, figuras
máximas de la picaresca europea, española y alemana
respectivamente.
En
mis primeros buceos investigatorios tropecé fortuitamente con otro
curioso y sorprendente descubrimiento: GRIMMELSHAUSEN (Hans Jakob
Christofer von), autor del Simplicissimus, no solamente había ido a
abrevar a las fuentes del Lazarillo, sino que también conocía la
obra máxima de Antonio de Guevara, concretamente su “Menosprecio
de corte y alabanza de aldea ”, la obra político-moralizante más
traducida y leída en la Alemania del XVII.
Con
todo este bagaje en mi cartera, no me resultó difícil, en una de
las vacaciones veraniegas encontrar en Salamanca director de tesis.
Don César Real de la Riva, catedrático de literatura española en
la universidad salmantina, profesional afable y cercano, aceptó
cortesmente el reto, reconociendo humildemente desconocer el alemán,
aunque dispuesto a orientarme en la vertiente española a todo lo
concerniente a Guevara y la picaresca.
Dicho
y hecho. Seguidamente matriculé mi tesis doctoral en la Facultad de
Letras salmantina bajo el título, recomendado por mi director:
ANTONIO DE GUEVARA EN ALEMANIA Y SU INFLUENCIA EN EL SIMPLICIUS
SIMPLICISSIMUS. Investigación gratificante que llenó mis ratos de
ocio y mis vacaciones durante varios años en Frankfurt y en
Palacios. Perdura todavía viva en mi memoria la estampa del
estudioso investigador, reclinado sobre la camillita atiborrada de
libros y papeles, junto a la ventana de nuestro dormitorio-estudio
“palaciego”, con vistas al fresco brocal del pozo del corral.
Allí discurrían mis plácidas mañanas veraniegas, disfrutando de
las correrías de mis picaros por el seductor universo de las
letras... siempre acompañados por la sin par compañía de nuestra
sufridora secretaria Palmira, encargada de descifrar mis manuscritos
y de poner en negro sobre blanco mis hallazgos e investigaciones.
Al
fin, después de muchas idas y venidas, de vueltas y revueltas, un
día de San Mateo, colofón de ferias salmantinas, un 21 de
Septiembre de 1964, recibía el premio a mi tesón y terquedad con un
Sobresaliente cum Laude. Como testimonio de honestidad debo revelar
que el benévolo tribunal estaba formado por cinco miembros afines a
mi causa: presidente: Lázaro Carreter, vocales: Martín Ruipérez,
Michelena y César Real de la Riva, y como secretario el compañero
de estudios y amigo, Feliciano Pérez Varas.
La
heroicidad fue celebrada a bombo y platillo, finalizando el festejo
en el Casino Mercantil, sala de fiestas de la naciente burguesía
salmantina, invitados por mi hermana Aurora y mi cuñado Delfín.
Como
el avispado lector podrá entrever, no todo fueron penalidades y
malos tragos. Al contrario: en el largo proceso de elaboración hubo
también luces que iluminaron espacios habitualmente en sombra.
Recordare con especial cariño a tres personajes, sin cuya ayuda no
hubiera visto coronados mis esfuerzos.
En
primer lugar quiero destacar a mi director de tesis: Don César,
siempre afable y atento, paternal y comprensivo. Caballero castellano
a la antigua usanza, me invitó varias veces a almuerzos de trabajo
en su casa, una de ellas acompañado de Palmira, y siempre de la
cordialidad de su joven esposa. Lección y trato que posteriormente
puse en práctica en mi vida profesional en la relación con mis
doctorandos. Y siguiendo el sabio refrán que reza:” haz bien y no
mires a quien”, muchos años después, pude corresponder a su
gentileza formando parte, del tribunal de doctorado de un hijo suyo,
catedrático de Instituto. Desgraciadamente, él no pudo acompañarnos.
Tambien
merece especial mención el Dr. Günther Weydt, profesor de la
Universidad de Münster, reputado especialista en Grimmelshausen y en
la picaresca. Al enterarse que un español de Frankfurt trabajaba en
el pícaro alemán Simplizissimus me invitó a una entrevista en su
casa de Münster. Fue éste uno de los premios más valorados en mi
carrera. El viejo profesor, a punto ya de jubilarse, me recibió con
inmensa cordialidad. Su esposa nos obsequió con una comida típica
germana y él me obsequió con todas las publicaciones propias
relacionadas con mi tesis.
También
me es muy grato el recuerdo del viejo “Bürgermeister” (alcalde)
de Gelnhausen, ciudad natal de Grimmelshausen. El burgomaestre de la
histórica villa, famosa ya en la Guerra de los Treinta Años, por
haber sido asentamiento de la guarnición española del capitán
Espínola, me recibió con grata afabilidad y simpatía, orgulloso de
poder contar entre los investigadores del hijo predilecto y más
ilustre de la villa con un español de Salamanca. Me mostró el
humilde museo del que fuera hijo del panadero del pueblo, y como
premio y agradecimiento me regaló un ejemplar de las diversas
publicaciones relacionadas con el Simplizissimus y Grimmelshausen.
Como
colofón de capítulo quiero dejar constancia de que tan flamante
título y esforzado trabajo tuvo como resultado y recompensa la
primera edición completa y comentada del Simplicissimus en español.
Edición de Cátedra subvencionada muy dignamente con 6.000 marcos,
por el gobierno alemán.
Tampoco
puedo pasar por alto la repercusión social que suponía tal
titulación. Al regresar a Alemania con el DOKTOR en el bolsillo,
nuestro status social y mi prestigio profesional crecieron como la
espuma. De la noche a la mañana Herr González se transformó en
DOKTOR GONZÁLEZ. E incluso la sufridora secretaria Palmira, vio
recompensada tan noble colaboración con el título de FRAU Dr.
GONZALEZ.
Pero
lo más insolito y pintoresco de aquesta fazaña es la
inmortalización de la solemne ceremonia de imposición del birrete
doctoral por obra y arte, genio e ingenio, de nuestra insuperable
Irene, quien no se olvidó de mostrar, muy ingeniosamente, el Victor
del exultante nuevo Doctor y la foto merecidísima de la secretaria
colaboradora.
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