”Marzo ventoso y Abril lluvioso sacan a Mayo florido y
hermoso”.
Pero
en el mayo del pasado año, se torcieron las tornas y la lluvia llegó en mayo y
las flores y la hermosura brillaron por su ausencia. Lo que sí fue cierto es que
cayó agua y torció todos los planes de hortelanos, horticultores y
viticultores. La meteorología, además, dio al traste con todos los proverbios y
refranes sobre el tiempo. Algún ejemplo: “Por Santa
Cruz (3
de mayo) la viña reluz” y en el 2016, por esas fechas, los
viñedos de media España continuaban en pleno letargo invernal; “Por San Gregorio (9 de mayo) la pipa al hoyo”, y en ese año de gracia las pepitas
de melones, sandías, calabazas, pepinos etc.etc. tuvieron que esperar para su
siembra hasta finales de mayo, debido a la cantidad de agua que descargaron las
nubes y a las bajas temperaturas, condicionantes de las labores del campo. Tampoco
ese año y por el festivo San Gregorio,
patrono de Lumbrales, capital de la comarca charra del Abadengo, próxima a Las
Arribes, verdegueaban los viñedos durante la típica bendición de las viñas en
las fiestas de este pueblo con vino
propio de D.O. Abadengo.
¿Pero
a son de qué tanta meteorología y palabreo refranesco y santurrón? Pues,
simplemente para justificar que los viñedos empezaron a brotar por San Isidro
(15 de mayo) -aunque tampoco el santo patrono de los hombres del campo cumplió
su palabra de “San Isidro
Labrador (15 de mayo) se lleva la lluvia y trae
el sol”. Era vox populi que “este año, si el verano y el otoño no
acompañan, la vendimia vendrá con un mes de retraso y las uvas madurarán, tarde,
mal o nunca.
Sin
embargo el cambio climático sopló a nuestro favor y, como no volvió a caer gota
desde mayo… ¡”Por el Pilar (12 de octubre) todos a vendimiar”!
La
catalogación “de primera” según anuncia el título del capítulo, hace referencia
a la calidad y nada desdeñable cantidad de la uva y el calificativo de “Regalada”
- ¡con mayúscula! - significa singular, variopinta y excepcional: la ausencia
de la juventud, dispersa por la
geografía hispana y europea y la laguna de los veteranos responsables y peritos
en la materia como Quique - capitán de la manada - y de Antje y Blancaluz -
copropietarias estudiosas y doctas en la materia - fue suplida con el “regalo”
de una nueva cuadrilla de vendimiadores, iniciados algunos, como los
provenientes de la charra Carbajosa (Luisa, Juan y su trío, promesas en ciernes).
Y primerizos otros, llegados de Euskadi (el polifacético y animoso Javi, p.
ej.) y aledaños santanderinos. Todos ellos, retoños o injertos de la misma cepa
y de la variedad denominada Regalado,
convirtieron la vendimia de 2016, según anunciaba con antelación, en variopinta
y positivamente excepcional.
De
“primera” y gran “regalo” fue el acompañamiento del tiempo. “¡El otoño en Castilla
es una maravilla!...” Y un acierto la deliciosa y soleada, tranquila y templada
mañana de octubre, planificada para el disfrute de unas horas de recreo al aire
libre en el idílico paisaje de nuestra “Bandera”. Si bien de ¡trabajo duro!, pues, después de unas horitas de ir y venir,
subir y bajar, cortar y trasportar, el trío infantil masculino y alguno de los novatos acabaron
pidiendo la hora y solicitando el refrigerio y el tradicional aperitivo en “la terraza”
de la Caseta: estampa campestre anual, familiar e idílica, invento
inmortalizado con la foto de grupo obligatoria antes de iniciar el retorno a La Colina fatigados y
encorvados, en busca del Premio al trabajo bien hecho y de la merecida Paga: el suculento Cocido - ¡institución
palmeriana! - “frugal!” plato castellano, reconstituyente y recuperador de
fuerzas, obligatorio en la vendimia y en el comedor campestre de La Colina, al
aire libre y al abrigo del majestuoso piñonero. Aunque algún año la “chefin” de
las cocineras de la familia, Emma por más señas, nos sorprendiera con delikatessen de la calle la
Fuente. También este año registró comensales de excepción - vendimiadores
honoríficos llegados exprofeso
respectivamente de Algorta (provenientes algunos de las Américas) y de
la Montaña otros: Zulay-Pepe, Maika-Txema. Incluso del Guadarrama madrileño
pusieron su granito de arena el profe y dire coral Juande, proveniente de El
Escorial, y Paloma Navarro, compa de Lucila enamorada de Palacios desde la
infancia.
Como
este “proceso lúdico, solemne”, interprovincial e intergeneracional ha sido ya
relatado e ilustrado ampliamente en los capítulos dedicados a las “Dos Viñas Bandera” y a la “Vendimia, para enmarcar y recordar” cerramos este
capítulo con el anuncio - para el próximo - del popular y novedoso “Himno de
los Vendimiadores”, creación adaptación musical de l@s señor@s de La Bandera.
1 comentario:
Y qué bien nos lo pasamos!! Para nosotros sí que fue un regalo. Habrá que repetirlo (si aprobamos el examen, claro).
Muchos besos.
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