Homenaje póstumo y Adiós a Aurelio
Amaneció gris y lluvioso, rayano en la tristeza.
Fue uno de esos días del cacareado "abril aguas mil", que este año no
hubiera sido tan vil como repite el refranero, sin la noticia tempranera, y tan
inesperada: "Ha muerto Aurelio".
La implacable vara de la justicia nos monta de vez en cuando una de estas
jugarretas difíciles de sobrellevar. Muchos de los seres queridos y de los
amigos leales se nos van marchando sin previo aviso. Éste fue tu caso. Y el
nuestro, querido Aurelio. Te fuiste alejando, callada y pausadamente, para hacernos menos doloroso el vacío de tu
ausencia. Te lo agradecemos, aunque nos cueste tanto admitirlo, justificarlo y
sobrellevarlo. Pero tu recuerdo y la recreación de momentos y vivencias felices
en tu compañía, tranquilizan y serenan nuestros doloridos sentimientos.
Acompáñanos una vez más - siempre caminarás lentamente a nuestra vera - en nuestras correrías
vacacionales por Palacios:
¿Recuerdas la histórica y gran nevada de vuestra
- Pruden y tuya - primera noche en Palacios, una víspera de la Inmaculada ? Íbamos a
firmar el gran armisticio, a ultimar detalles de la boda de nuestros hijos
Lucila-Joseba. Disfrutaste de la nieve
como un niño. Mejor dicho, como un enano. (Perdona el símil que tan poco se
aviene con tu eusquérico volumen. Tú hubieras dicho "como un búfalo en la
pradera", tu expresión favorita para magnificar el sueño).
Las maravillas del invernal paisaje charro
solías revivirlas con frecuencia: las monumentales encinas y el tímido pinar
tocados de blanco, los caminos y la carretera con medio metro de nieve, según
tus cálculos. Porque tú siempre tirabas "p'arriba", siguiendo el
sistema aureliano de mediciones de espacio y tiempo. No olvidaremos jamás aquella mañana de un agosto sin fecha, cuando
a las intempestivas 8 horas, los moradores de La Colina durmiendo como
marmotas, aparcabas victorioso con tu
Megane azul a la puerta de nuestro garaje. ¡Que Dios te lo perdone! Y
sobre todo la pobre Pruden, pues, tan breve fue su noche que, con el lucero del
alba el intrépido conductor bilbaíno había ya rebasado Burgos, pisando sin
piedad el acelerador al grito de : "¡Vamos! ¡Que no vamos a llegar!"
Pero vuestra llegada a La Colina en el tórrido y
sofocante verano de la meseta castellana, la hora era intrascendente, era cual
bocanada de refrescante brisa procedente de los verdes bosquedales vizcaínos.
Por eso también te perdonamos tus madrugones matinales, tu función de
despertador en los silenciosos y quietos pasillos y puertas de la "casa
rural", cuando el toque de diana era tardío y libre en la casona.
Tu patriarcal silueta vasca continuará
acompañándonos en nuestra mesa, en las tertulias y sobremesas campestres.
Continúa disfrutando de tus tempraneros paseos solitarios por el camino del
Carbajo, acompañado siempre de tu fiel e inseparable Tecla, para pasar revista
y dar los buenos días a las vaquitas de los cercados colindantes. Y antes o
después, te lo dejamos a discreción, continúa con tu deber cotidiano de inspeccionar
frutales y moreras del paseo de los frutales, sin olvidar tus predilectas "claudias"
y ciruelas tempranas.
A la sombra de uno de los gigantescos piñoneros,
sala de estar de sol a luna, te esperamos, "compañero del alma",
compañero! Pero no olvides la "Txapela", que tan bien te sienta y con
tanta prestancia portas, ni la “Katxaba” para evitar tropezones, ni el vasito
de tinto de la "bodega Manolo" y
la compañía de nuestra Tecla, guardiana cariñosa aunque dormilona. Y,
por favor, no olvides nunca a tu eterna compañera de cama y campo, sillón y
silla - aquí sí que tienes que hacer declaración de conductas y servicios (tranquila
Pruden- me estoy refiriendo a tu socia la radio), siempre pegada a tu oído y
con micrófono abierto, cultivándote y culturizándote, continuamente al tanto de
lo que se cuece en cocinas ajenas y se teje en alcobas privadas, vidas y
milagros de tus amistades artísticas, de esa tropa de "mujeres de moral
distraída" a las que tú
eufemísticamente calificabas de “género lírico”.
Admirable y envidiable era tu prodigiosa memoria
de caballo o elefante - como tú quieras. La enciclopedia Álvarez se te quedaba
corta, y tú recitabas de carrerilla la lista de los reyes godos, los ríos de la
península ibérica, y hasta los del continente africano, afluentes incluidos. El
catecismo del P. Astete te salía hasta por las orejas, y en la libreta de tu
memoria llevabas grabadas matrículas y marcas - incluidos los neumáticos - de los camiones, coches y
vehículos que maniobraste, y los nombres de todas las ciudades, pueblos y
poblados, calles y callejas que
transitaste, y hasta los bares que frecuentaste.
Como un recuerdo más, y último por hoy, tengo que comunicarte que tu
deportivo slogan de guerra y ánimo
“¡Aupa Athletic!” ha surtido efecto terapéutico. Pocas horas antes de
despedirte de nosotros, tu consigna resonó ensordecedora en los graderíos de
San Mamés y aledaños del Nervión y tú, y nuestro, Athletic se convertía en
finalista de la Copa
de Europa. El resultado de Bucarest me lo silencio para no desilusionarte.
¡Otra vez será!
En este capítulo deportivo fuiste siempre un
caballero de pro. Aunque con un ojo llorando y otro riendo, quiero que sepas
que el Real Madrid - tu segundo equipo - se proclamó - triste y lamentablemente
- en San Mamés - Campeón de Liga 2011-2012.
Para finalizar esta misiva de despedida, tengo
que confesarte y pedirte perdón por mi simpleza y cobardía. La noticia de tu
definitiva separación fue mazazo de tal magnitud que me impidió acudir a
decirle adiós a tus cenizas. Religiosa y serenamente me fui recomponiendo y
asimilando tu fichaje por el Derio. Me encantaba tu socarrona y socrática
filosofía al comentar, humorísticamente, ante la esquela mortuoria de
conocidos, próximos o lejanos: "Otro que fichó por el equipo de Derio"(1).
¡Agur Aurelio! ¡Hasta siempre! ¡Duerme en paz! ¡No
te olvidamos!
(1)Localidad
del cementerio bilbaíno
Majadahonda,
Mayo 2012
PS. Dedicado a mis amigas Pruden, Libe e Isabel.
A Lucila y Juanto. A tus cuatro nietos Olatz e Inés, Juan y Martín. Y, en
especial, a nuestro Joseba.